lunes, 4 de noviembre de 2024

Una granja de plagas del palmeral

Como si fuera una premonición, hace unos días encontré un ejemplar de Acherontia atropos (la polilla de El  silencio de los corderos) a la que se atribuye -indebidamente- mala suerte en las casas en las que aparece.

 Vivo al N del término, en una ladera a caballo entre las partidas de Carrús y Peña de las Águilas, a priori lejos de los puntos con más peligrosidad para sufrir las plagas del palmeral. Tengo -mejor dicho, tenía- 4 palmeras jóvenes, todas con menos de 10 años, alineadas en sentido E-W. Junto a ellas en apenas un metro cuadrado de terreno, habían crecido un montón de palmitos casi al mismo tiempo, que iban proliferando a partir de los frutos que cada año caían al suelo. Se llegó a formar una especie de bola muy densa de hojas de palmito de más de 2 m. de diámetro y no dejaba de tener su gracia. 

A lo que vamos: hace algo más de un año empezaron a aparecer algunas hojas secas en los palmitos y en principio apenas le di importancia. Al poco tiempo una de las palmeras, la situada justo enfrente de la masa de palmitos, empezó a secarse. Creí que era exceso de riego, hasta que hace poco  se hizo evidente que estaba afectada por Paysandisia archon, (barrenador de las palmeras, una de las peores plagas del palmeral). También estaba presente en otra y había prendido en la masa de palmitos. Tras las consultas pertinentes me dijeron que dado el avanzado estado y los daños, había que eliminar la plaga a base de quemar y arrancar la palmera para impedir que pudiera afectar a ejemplares próximos.  

De hecho, restos de crisálida aún estaban  presentes en el exterior como evidencia adicional  de la plaga


Nada más abrir una de las palmeras apareció una oruga, y pude sacar hasta 4. Tuve que ir cortando las hojas de los palmitos para poder acceder a los troncos y quemarlos también. Para mi sorpresa, ante la inminencia del desastre apareció como invitada de honor la polilla responsable. Además, entre los despojos al menos un capullo de paysandisia.



Polilla de Paysandisia archon

Capullo fabricado con restos de fibras de palmera.

Tras la quema, y de nuevo para mi sorpresa, dos ejemplares de picudo rojo, que no es posible que estuvieran en el interior de los palmitos, debieron venir atraídos por los efluvios de la poda:
Los adultos tienen una muy alta capacidad de vuelo, lo que les permite gran capacidad de dispersión y colonización de nuevas palmeras. Parecen mostrar preferencia por las palmeras heridas o decaídas (https://www.rhynchophorusferrugineus.es/).

 Y después, la pregunta del millón. No tengo claro el origen de las plagas. No tengo pruebas pero a unos 100 m. de mi parcela hay una plantación con palmáceas, (wasingtonias, palmitos y otras especies) que un viverista plantó hace bastante tiempo. El vivero cerró y quedó la plantación abandonada a su suerte con ejemplares que a día de hoy están afectados por la plaga (algo que he comprobado personalmente) así que es posible que el entorno sea una granja de plagas del palmeral y quien esto suscribe un afectado directo e inmediato de la granja. 

Las fotografías siguientes abonan lo dicho.



 Una pena.