A la vista de lo que pasa y de lo que se
ve venir a uno le entran ganas de dimitir un poco de todo. Ahora
mismo estoy dudando entre buscar un agujero o irme de parranda
continua mientras sea posible aunque cualquier opción es poco recomendable por el desabastecimiento de bienes y
otras zarandajas. En cualquier caso al menos de momento voy a decir
un poco lo que pienso, arriesgándome a romper la dudosa vitola de
sobriedad que hasta la fecha ha adornado el blog. Y tengo al menos
tres temas pendientes así que aquí va el primero:
LA PANDEMIA
Hace algo más de dos años puse en la
columna lateral derecha del blog un póster para recordar y
homenajear el impagable papel que la sanidad publica estuvo y está
haciendo en la gestión de la pandemia. Y ahora más que nunca,
cuando el ambiente social propiciado por los políticos desde las distintas
administraciones es de abandonar las medidas de control de la enfermedad, sin que a
mi criterio hayan indicadores suficientes para hacerlo con esas prisas, se está propiciando que la más importante barrera de contención (la responsabilidad de la gente) se venga abajo, ya que ganas de "normalizar" (sic) no faltan. Por eso he
decidido mantener la imagen y proporcionar material de reflexión porque creo que esto no acaba aquí, como quieren hacernos creer en un insólito cambio de rumbo
paneuropeo propiciado probablemente por las presiones de las
industrias del turismo, el comercio y la restauración y otras. Los
políticos, especialmente interesados en el "retorno" (sic) pretenden hacernos creer que la pandemia está controlada; nos están vendiendo
que tras la vacunación masiva esto es muy parecido a pasar una
gripe, y ya se sabe que con cuatro pastillas y unos días en cama a
lo sumo se pasa. Pero el COVID no es una enfermedad
banal. Pese a los datos aún fragmentarios las comparaciones entre la mortalidad estacional en aquellos años en los que solo actuó la gripe y la debida al COVID evidencian que estamos ante una enfermedad que se ceba en los no vacunados y los inmunodeprimidos como enfermos crónicos y ancianos, pudiendo, además, complicarle la vida a cualquiera que tenga problemas pulmonares o/y colesterol alto, hipertensión, problemas cardiacos, etc
El COVID-19 se ha hecho notar en las cifras de mortalidad durante los cinco primeros meses de 2020, destacando especialmente el mes de abril, cuando el número de decesos alcanzó la cifra de 60.304. Este valor es el más alto registrado desde enero de 2018.
Fuente: https://es.statista.com/estadisticas/474562/numero-de-defunciones-en-espana-por-mes/
Primero mi experiencia personal: En febrero
de hace dos años tuve una gripe muy rara que me mantuvo en cama y
con fiebre, cuando apenas se había reconocido la presencia del virus
por aquí. La doctora que me atendió dijo que había una epidemia de
gripe. Algo más tarde mi mujer contrajo el COVID y como consecuencia
de ello estuvo en el Hospital General de Elche casi una semana.
Pasados los 15 días de cuarentena y antes de reiniciar las reuniones familiares nos hicimos un test por nuestra
cuenta. Los resultados fueron que no teníamos el virus (como
esperábamos) pero también salió que no teníamos anticuerpos, es
decir que podíamos volver a contagiarnos. En aquel momento se
hablaba en los medios de conseguir la inmunidad de rebaño y más
cosas entre las que destacó el consejo de los especialistas en
medicina social de iniciar vacunaciones masivas ante la extrema
mortalidad de la enfermedad en los pacientes mayores y en los
inmunodeprimidos. Llegamos a consultar en el Hospital general si ese
resultado (la ausencia de anticuerpos) era más o menos frecuente y
nos dijeron que se había detectado el problema en bastantes casos
más. No obstante, lo que asumimos como una excepción a título casi individual
con el tiempo y la variante omicrón se fue confirmando como un
rasgo asociado. Aunque no lo dijeron
así, creo que el empuje en los programas de vacunación vino
impuesto por la conciencia de que la inmunidad de rebaño no era la
vía para afrontar con éxito la pandemia porque (a mi criterio, que
no tengo conocimientos en la materia) es precisamente la ausencia de
anticuerpos el principal factor que explica las revacunaciones: hasta
tres y en estos momentos aún se habla de una cuarta dosis para personas inmunodeprimidas.
Ahora se
afirma que la inmunidad generada por las vacunas (que ha sido
imprescindible para frenar la oleada de casos graves y el atasco de
los hospitales) se debilita con el paso del tiempo; también lo hace
la virulencia de la enfermedad, pero aún estamos lejos de haber parado la presencia del virus pese a las maniobras para minimizar el impacto social. Baste recordar que en los primeros tiempos se
consideraba que una afectación de 200X1000 casos nos colocaba en un
índice de máxima gravedad en la escala de valoración de riesgo. En 2021 se subió a 500X1000. Hoy la incidencia global en el Estado está aún por encima del 400X1000.
Así que es preocupante el abandono de las medidas profilácticas que han demostrado ser
muy eficaces en la transmisión de la pandemia como el gel desinfectante, el control de
las aglomeraciones y actos públicos y la obligatoriedad de uso de
mascarillas, pero en especial la actitud de la gente que fue ejemplar y es ese aspecto en el que están incidiendo partidos y administraciones públicas de manera que entre las ganas de volver a la normalidad, el cierre de medidas presupuestarias destinadas a luchar contra la enfermedad y el desmantelamiento de las únicas 'armas' de las que disponemos como "la dosis de refuerzo y las medidas no farmacológicas (mascarilla, distancia social, ventilación, aislamiento de los positivos hasta que dejan de serlo, etc)" podemos volver a un importante rebrote en la pandemia.
https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/omicron-y-la-perdida-de-inmunidad-disparan-la-reinfeccion-covid-en-espana-9478
La
variante Ómicron y
hasta donde puede llegar sigue siendo una de las grandes incógnitas
de esta pandemia. Desde el comienzo de la pandemia hasta el 22
de diciembre de 2021 se habían contabilizado en España 17.140 casos
de reinfección. En los 14 días siguientes la cifra ha crecido en
20.890 hasta los 38.030, según el último informe publicado por el
Instituto de Salud Carlos III. Las causas van desde la pérdida
de la inmunidad hasta
la citada irrupción de la nueva versión del Covid-19.
Un tema no
menor pero apenas tenido en cuenta es el riesgo de que surjan
nuevas mutaciones del virus que podrían burlar o disminuir de nuevo
la eficacia de las vacunas e incluso requerir nuevas. Parece ser que
la infección masiva es el caldo de cultivo para la aparición de
nuevas variantes, así que la reducción del número de afectados
también reduce las posibilidades de mutación y el binomio de
vacunación + medidas no farmacológicas ha demostrado cierta eficacia. De
momento hasta aquí todo bien, pero hay bolsas de fuerte contagio social y baja vacunación en África, Sudamérica y otros países. Y ya conocemos la rápida circulación de los virus en un mundo cada vez más
globalizado (una de las consecuencias de la aldea global que vaticinó
en su día McLuhan); es decir si queremos ganar la batalla al virus hay que generalizar las vacunas y las medidas profilácticas en todo
el mundo. El abandono de esa perspectiva puede ser la antesala para una nueva oleada.