Voy a aventurar una introducción al artículo que se presenta hoy pese a que para el común de los seguidores del blog no lo necesita: Carmina Verdú Cano es la responsable del archivo municipal de Elche, institución publica que bajo su dirección está empeñada en una incansable difusión del rico legado documental que atesora (en especial del gestado o recopilado por el Archivero local D. Pedro Ibarra, ilustre antecesor en el cargo). Pero Carmina Verdú también es una autoridad local por las publicaciones que va desgranando, que se incorporan directamente a lo que considero material de lectura obligada para el conocimiento de la evolución histórica de nuestra ciudad centradas en general en el análisis de lo que se ha venido etiquetando como la agricultura del oasis, frase que como se ha dicho en incontables ocasiones, identifica el sistema agrario que incorporaron los árabes a esta parte del territorio en su larga etapa de dominación cuya herencia directa más visible es el palmeral (tanto el declarado Patrimonio de la Humanidad como los huertos que han quedado fuera), resto o reliquia histórica (arqueológica si se quiere) de ese sistema productivo hoy en franco declive a través de una suma de procesos en acelerada transformación hacia otros usos: parques, jardines, dotaciones publicas, zonas residenciales, etc...,
Volviendo al tema, el artículo que hoy se presenta puede verse como una muestra de los temas de interés que se han citado: difusión de los fondos del archivo municipal (en este caso la colección de documentos fotográficos) y una reflexión alrededor del paisaje histórico que muestran esas fotos.
El documento fue presentado por Carmina Verdú como comunicación a las V Jornades de l'Associació d'Arxivers Valencians: Fotografía Valenciana i Arxius. Celebradas en Valencia el 19, 20 y 21 de noviembre de 2008 bajo el título La idea de paisaje en las fotografías del Archivo Histórico Municipal de Elche y en su difusión no pasó de los circuitos profesionales: no se publicó en papel ni se hizo edición digital al publico aunque si se incluyó en un CD con el depósito legal M-51166-2008 bajo el título de las Jornadas con todas las ponencias y comunicaciones. En consecuencia estamos ante un material más que interesante y difícil de encontrar hasta hoy, así que además de agradecer a la autora el detalle de permitir su publicación, espero que se aproveche.
Solo quedan dos precisiones importantes a mi criterio:
1.-mientras que el documento que se ofrece para su descarga es una copia fiel del documento original, salvo los cambios impuestos por el paso del formato doc a pdf y haber añadido marcas de agua a las fotografías, el que se ofrece a continuación incorpora cambios en la tipografía, en el tamaño y la disposición de las fotografías y en tamaño de los textos a pie de foto, impuestos por la pantalla de edición de blogger.
2.- Cualquier error o cambio en relación con el original es responsabilidad de quien esto suscribe.
Enlace de descarga del documento, pulsando aquí
LA IDEA DE PAISAJE EN LAS FOTOGRAFÍAS DEL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE ELCHE / CARMINA VERDÚ CANO
En
mayo de 1901, el fotógrafo Antonio Cánovas del Castillo presentó
dos nuevas series de postales la «C» y la «D»(1) y en concreto el
número 6 de la serie «C» editaba una fotografía de Elche que
llevaba el título de «Sport indígena en Elche», en la que se
puede ver a un agricultor subiendo a una palmera sujetado por un
cinturón de cáñamo. Si la comparamos con otras imágenes tomadas
por Jordi Esteva y publicadas en su libro: Los oasis de Egipto(2),
veremos que también eran hábiles en la práctica de este «deporte».
Simplemente el título demuestra que no eran precisamente conocedores
de las actividades que se realizaban en el entorno paisajístico que
contribuyeron a difundir o bien que partían de una idea
predeterminada a exponer.
Efectivamente,
las primeras imágenes recogen fundamentalmente el elemento
predominante del paisaje ilicitano, el hoy denominado palmeral, pero
conocido tradicionalmente como: la huerta.
El
Archivo Histórico Municipal de Elche ha sido hasta hace unos años,
un archivo pobre en imagen gráfica. Tan sólo contábamos con
algunas fotografías de los alcaldes Luis Chorro y Vicente Quiles
Fuentes (3), sobre todo de sus actos oficiales. Teníamos como
excepción, eso sí, y, además, de significativa importancia para el
comienzo de la fotografía en la vida local, los cuatro álbumes de
fotos de Pedro Ibarra (4), tres de ellos dedicados a temas diversos y
uno titulado Para historia de Elche. Algunos retratos de alcaldes de
Elche: sus autógrafos y los de algunas distinguidas personalidades.
Pedro Ibarra (1858-1934), personaje clave en la cultura local de la
época, dedicó parte de su obra artística a la fotografía. Sin
embargo, como afirma Joan Castaño:
el
seu interès per aquesta tècnica sembla ser merament científic i
d’utilitat per a deixar constància documental de nombrosos
aspectos de la vida quotidiana de la ciutat, dels seus monuments, de
les seues festes i, per descomptat, de les peces artístiques i
arqueològiques més importants (5).
Su
labor nos ha dejado testimonio documental gráfico de acontecimientos
como el eclipse de sol de 1900, recogido en un volumen titulado
Recuerdo del eclipse total de sol del 28 de mayo de 1900.
Coleccionado por Pedro Ibarra Ruiz. Elche(6), La Festa(7), los
conventos(8), fotografías publicadas en prensa y, cómo no,
documentos gráficos referidos a restos arqueológicos o piezas
artísticas entre las que se encuentran las primeras tomas realizadas
a la Dama de Elche, no en vano la arqueología y la fotografía se
desarrollaron en paralelo siendo la arqueología una de las primeras
aplicaciones de la fotografía(9). Pedro Ibarra llevó la imagen
gráfica al libro, como elemento explicativo, y a la prensa, con el
objetivo de informar.
En
el inventario de su «museo» que se hace tras su muerte, parte del
cual pasó al Archivo Histórico Municipal, consta que hay setenta y
dos cajas con diecisiete negativos de vidrio cada una, todas
referentes a Elche(10). Pero por desgracia no se han conservado y lo
único que nos ha quedado son los cuatro álbumes de fotos que hemos
mencionado. En ellos se recogen fotografías de carácter muy variado
y que muestran a personajes locales, reflejan su afición por el
teatro(11), nos dejan constancia de algún hecho significativo como
la traída de la Dama a Elche a casa del doctor Campello(12), vistas
de la ciudad, algunas obras suyas, personajes locales o momentos
históricos determinados como la proclamación de la segunda
República en Elche.
Es
una lástima que de un firme defensor del paisaje ilicitano no se
haya conservado en el Archivo Histórico ninguna fotografía de los
huertos de palmeras a pesar de que sí nos haya dejado bastante
literatura al respecto(13). Hubiera sido muy interesante poder
apreciar su personal visión del entorno local.
Los
primeros en tomar imágenes de nuestro paisaje no son los fotógrafos
locales, sino los extranjeros como Clifford, Laurent, Levy u otros
autores anónimos que fundamentalmente recogieron el entorno
sugiriendo una perspectiva algo exótica, muy probablemente porque
sean herederos de una visión romántica previamente difundida por
los grabadores.
Precisamente,
grabados, fotografías y postales entraron en el archivo por un
procedimiento poco habitual, la donación de un industrial de Elche,
José Luis Marhuenda. Previamente, hacía escasos años, el archivo
había comenzado a comprar series de postales. Por ambos sistemas
tenemos ahora una considerable colección de fotografías en la que
analizar este elemento identificativo de la imagen de Elche que es el
palmeral.
|
Fototipia Thomas. Camino de Huertos y Molinos |
No
son estos los únicos documentos gráficos que conservamos acerca del
palmeral, sino que la colección se ha completado con un buen número
de fotografías aéreas tomadas sobre el término municipal en
diferentes años, depositadas hasta entonces en el archivo de la
oficina de urbanismo, en las que se puede observar el trazado de la
estructura ortogonal de los huertos, ejemplo que muestra con claridad
meridiana la acción antrópica sobre el medio para construir un
paisaje. Estas imágenes aéreas se han revelado como un buen
documento para el análisis histórico. Así, Luis Pablo Martínez
hace una «lectura arqueològica del paisatge» basándose en el
estudio de la serie de fotografías tomadas en el vuelo
fotogramétrico de la United States Air Force de 1956, afirmando:
La
irrellevància de la centuriació romana pel que fa a la configuració
del paisatge agrícola dels voltants de la medina d’Elx ve
refermada per l’anàlisi de la disposició dels horts de palmeres
que circumden la Vila Murada(14)
Para
explicar la idea de paisaje nos hemos limitado a observar las
primeras imágenes que hay sobre Elche − imágenes que entraron a
formar parte del patrimonio documental municipal en la donación y
compra anteriormente mencionadas −, dejando aparte otras más
actuales que van ampliando la colección fotográfica del archivo,
intentando responder a esta misma idea. Para ello, en primer lugar
tendremos que definir: qué es el paisaje, en segundo lugar: las
diferentes miradas hacia el paisaje en estos documentos.
El
valor que queremos dar al documento fotográfico para este
acercamiento al paisaje local es el que plantea Sánchez Vigil en el
siguiente párrafo:
El
documento fotográfico tiene dos lecturas primarias: su
representación original a partir de la selección de la realidad, es
decir, lo que se pretende captar para crear, comunicar o informar de
o sobre algo, y en segundo lugar lo que sugiere al receptor. La
interpretación de la imagen puede variar la intención primaria e
incluso sugerir tantas ideas
como miradas(15).
|
Lampisteria Antón Huerto de Nadal |
Nuestro
punto de partida para contemplar estas fotografías es que el paisaje
es una construcción cultural porque es el resultado de una acción
del hombre en un medio físico. Este paisaje, que forma parte
sustancial de nuestra vida cotidiana, es producto de la actividad
humana, del intercambio de energía del hombre con la naturaleza.
Este medio, que antes que nada es un medio físico, es donde se
desarrolla una actividad económica y donde queda constancia de las
relaciones que se establecen entre hombre y medio ambiente y que
acaban conformando el paisaje. A este respecto Enric Tello ha
escrito:
El
paisaje es una construcción humana. Llamamos paisaje al aspecto de
un territorio. El paisaje existe en la medida que alguien lo mira y
lo interpreta para desarrollar algún propósito (económico,
estético, lúdico, etc.). No existiría sin la mediación del ojo,
la mente y la mano. Como marco de la actividad humana y escenario de
su vida social el paisaje agrario, y los paisajes humanos en general,
son una construcción histórica resultante de la interacción entre
los factores bióticos y abióticos del medio natural, los usos de
esas capacidades para sustentar el metabolismo económico de las
sociedades humanas, y los impactos duraderos de esa intervención
antrópica sobre el medio. Es el trabajo humano el que crea los
paisajes, al modificar la sucesión natural y mantener estados
antrópicos intermedios convenientes y previsibles para los seres
humanos. El paisaje es un algoritmo socioecológico. Sin intervención
antrópica ni fines humanos no habría paisaje. Sólo ecosistemas(16).
Tal
y como W. Kula había señalado anteriormente la actividad económica,
base de toda la historia de la humanidad y que es siempre una acción
social, se ha de medir como un proceso de intercambio de energía con
la naturaleza(17), y podemos decir que hay fuerzas que interaccionan en
un medio físico para construir un paisaje y son las fuerzas
naturales y las sociales de producción.
Pero
esta interacción entre fuerzas sociales y de la naturaleza es
diferente según el tipo de sociedad que ocupa el medio y para
entender la realidad de un paisaje en una época determinada, no
podemos desvincularlo de la sociedad que ocupa el territorio en esa
misma época, porque nos hacemos en el tiempo, pero también en el
espacio. Culturas y sociedades se superponen en ese medio físico
para desarrollar una actividad económica que justifique su ocupación
del suelo y su uso tradicional. Algunas de estas actividades
permanecen fosilizadas en el paisaje convirtiendo a éste en un
documento para el análisis histórico. No en vano se ha dicho que el
paisaje es un palimpsesto de la historia(18). Hasta fechas
relativamente recientes era posible reconocer con cierta facilidad
las huellas del pasado en el paisaje, pero en los últimos tiempos el
ritmo y la profundidad de los cambios afectan no sólo a los
elementos, sino a la globalidad del conjunto. En este medio en donde
se produce paisaje se van acumulando aspectos muy complejos que
responden al uso que las distintas sociedades han hecho del mismo, o
sea, que ha recogido sus cambios culturales, guardados por la
sociedad rural hasta más o menos mediados del siglo XX, cuando el
campo va siendo devorado, en el caso de Elche como tantos otros.
|
Lampistería Antón El clot de la reina en el huerto del Palomar |
En
el sentido de que el paisaje recoge y acumula cambios culturales y
estos son susceptibles de ser analizados, de ponerlos en relación
con otros elementos y de extraer conclusiones, en ese sentido,
decimos, el paisaje se convierte por sí mismo en un documento
histórico. Y es desde este mismo sentido, es decir, el paisaje como
documento para el análisis histórico, desde donde queremos plantear
la idea de paisaje en las primeras fotografías tomadas de Elche, que
forman parte de algunos de los documentos para la historia de este
paisaje —conceptos totalmente distintos(19)— como son las
fotografías del AHME.
Volviendo
la atención hacia la idea expresada anteriormente acerca de las
diferentes lecturas que puedan tener estos documentos fotográficos,
diremos que no vamos a entrar en plantear las diferencias entre
fotografía documental o artística, o sobre si es un documento
subjetivo u objetivo, sino sólo respetaremos la definición estricta
de documento fotográfico, es decir, como: «documento o conjunto de
documentos cuyo soporte es la fotografía en cualquiera de sus
aspectos técnicos: negativo, positivo, diapositiva, fichero digital,
etc»(20).
|
Purger & Co Candalix |
Sí
deberemos tener en cuenta la dificultad de la lectura fotográfica
del paisaje que recoge este texto de González Bernáldez:
El
empleo de fotografías constituye una reducción importante de la
complejidad inherente a la relación hombre-paisaje, privilegiando
los aspectos visuales, contemplativos y no interactivos de la
relación, así como sacrificando numerosos detalles en la
percepción. Sin embargo, en el caso del hombre, los aspectos
visuales de la percepción del entorno tienen una importancia
predominante y, en todo caso, la cantidad de información
potencialmente reactiva contenida en una fotografía sigue siendo
enorme(21)
Cabría
señalar que el paisaje, además de ser un lugar donde han
interaccionado las dos fuerzas: sociales y naturales, provoca en su
contemplación valores estéticos, sentimentales o emocionales. En
los paisajes puede haber uno o varios elementos que destaquen. En el
caso de Elche está muy claro que predomina un conjunto de árboles
que, contemplados a una cierta distancia, da una sensación muy
compacta de bosque o “mar” de palmeras como ha sido definido en
ocasiones. De hecho, González Bernáldez(22), plantea cuestiones como
las formas de acción de las características visibles sobre la
valoración estética, puesto que hay una relación clara entre
naturaleza y cultura, y patrones y pautas a los que responden
estéticamente de forma distinta los individuos atendiendo también,
a diferentes variables entre los que se encuentra la edad o la
educación.
Las
primeras imágenes gráficas han sido realizadas por personas de
fuera de este ambiente, o sea por extranjeros o viajeros desplazados,
bajo el prisma de una impresión o emoción que puede variar mucho de
un sujeto a otro. Las personas que viven y generan día a día este
paisaje, no sucumben a esta emoción porque su hábito la lleva a
segundo plano. Así afirma González Bernaldez:
Sólo
una parte de nuestro paisaje es el resultado de un paisajismo
«voluntario», realizado de forma intencionada y consciente para la
promoción de características estéticas visuales. La inmensa mayor
parte del paisaje «natural» es el producto de una interacción
hombre-naturaleza donde se persiguen finalidades productivas.
Es
muy difícil establecer las preferencias de tipo estético de una
población campesina para su propio entorno con el que interacciona
diariamente en su trabajo diario(23).
Bien,
la idea del paisaje ilicitano es la misma a lo largo del tiempo:
predominan las palmeras y esa linealidad histórica puede dar lugar a
conclusiones erróneas si queremos utilizarlo como documento por sí
mismo.
El
palmeral puede contemplarse de manera aislada, pero, en realidad, no
puede comprenderse así. Forma parte de un conjunto de elementos. No
existe un cultivo de palmeras para crear paisaje, sino que responden
a la lógica del oasis y van asociadas al sistema de riego, la
Acequia mayor, formando una malla o red de huertos de palmeras
organizada en parcelas o bancales octogonales y lo que esta palmera
hace es contribuir a mejorar la calidad del suelo, que es salino como
el agua que lo riega y menguar la evapotranspiración que en el caso
de Elche tiene un porcentaje muy elevado. Con este sistema de agua y
palmeras lo que consigue es poder cultivar en el interior de estos
huertos con una rentabilidad y una continuidad que hasta entonces,
hasta el momento de su implantación en época andalusí(24), no
existía.
|
Charles Clifford Huerto de palmeras |
Esta
es la complejidad de nuestro paisaje, sirve en la medida que sirve
para el cultivo agrícola. Ahora, que está perdiendo este uso, los
huertos se han convertido en jardines, colegios, edificios con
dotaciones públicas… y de esa manera se mantiene el paisaje, pero
artificialmente porque la malla se ha roto, se está perdiendo ya que
se ha perdido también su función primera. Es muy probable que la
mirada del fotógrafo, especialmente si lo que pretende es mantener
un paisaje con unas características determinadas como formalmente
idílico o exótico, no recojan la auténtica realidad del mismo que
es la tarea agrícola que se realiza en su interior.
Hasta
fechas recientes, la mayoría de los documentos sobre el paisaje de
Elche no están hechos por gente que lo genera, sino por gente que
sólo lo ve. Luego la apreciación, la mirada, es totalmente distinta
y es otro factor que hemos tenido en cuenta a la hora de valorar esta
idea de paisaje. Primero que es una mirada algo lejana, algo lejana
no en la distancia, sino en la percepción y no nos interesa
profundizar en esa subjetividad y, por ello, en segundo lugar,
necesitamos buscar qué elementos nos proporcionan más información
para poder reconstruir el paisaje, pero un paisaje que sirva a su vez
de documento de análisis histórico.
El
conjunto de imágenes, compuesto por fotografías y postales algunas
de ellas anónimas, que hemos analizado alcanza un total de 798,
muchas repetidas puesto que en la donación de José Luis Marhuenda
entraron algunas existentes ya en el Archivo Municipal y, también,
porque hay algunas de ellas que se duplican en las series o
reediciones. Asimismo, hay algunas imágenes sueltas de series
incompletas. Por ejemplo, de las postales de la fototipia Thomas, uno
de los más importantes editores de tarjetas postales, se hicieron un
total de cuatro series, la última de ellas coloreada y editadas
entre los años 1906 a 1930(25) y el Archivo posee tres series, entre
ellas la correspondiente a la edición coloreada. Esta fototipia
utilizó a fotógrafos locales y alicantinos para que le
suministraran imágenes para imprimir postales. Este material está
todavía en proceso de ser tratado técnicamente y, de momento, se ha
procedido únicamente al inventario y a la digitalización para
facilitar la búsqueda a los usuarios. Está previsto que pueda ser
completada su descripción y se pueda tener acceso a ellas en la web
del Archivo que se sumará a la nueva página electrónica municipal.
Nuestra
tarea es complicada porque hemos pretendido buscar no lo que las
imágenes muestran, sino aquellos elementos que nos permitan
interpretar al paisaje como documento y no es sencillo puesto que la
mirada del fotógrafo ha sido muy diferente a nuestra intención y
los elementos apreciados son más bien escasos o marginales.
Si
en un primer acercamiento repasamos las imágenes buscando ideas
sobre la construcción del paisaje, es cierto que valoramos la mirada
distintiva, singular y rica del palmeral. Realmente los criterios por
los que ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad recogen
estas características puesto que es un paisaje trasladado de un
continente a otro y de una cultura y sociedad a otra permaneciendo hoy
en día, a pesar de ser un paisaje vivo que ha sufrido muchas
modificaciones y que puede padecer pérdidas o un grave deterioro. La
visión de transportarnos a otro lugar es una constante y es una
impresión permanente incluso hoy en día en muchos lugares. Las
palmeras son un elemento muy potente a la vista y neutralizan otras
características de este mismo paisaje. Eso sucede con muchísimas de
las imágenes en las que, en una primera lectura parece que todo sea
palmeral, y que, en realidad, están dedicadas a otros elementos
urbanos o rurales, pero las palmeras captan la atención a la vista
porque si desaparecieran de esa imagen lo que nos quedaría sería
algo incluso vulgar.
En
esta búsqueda del paisaje general llama fuertemente la atención, la
combinación de los dos elementos que conforman un agroecosistema de
oasis: la palmera y el agua, es decir, el sistema de riego de la
Acequia Mayor. También se recogen fotografías de la Acequia de
Marchena, pero no son tan poderosas como las que reflejan, por
ejemplo, la acequia de Candalix o el Clot de les tres pertenecientes
a la Mayor.
Si
queremos profundizar en una imagen mucho más cercana de nuestro
paisaje, quizá deberíamos tener en cuenta las siguientes palabras
de Gónzalez Bernáldez cuando plantea que:
Los
valores estéticos, sentimentales, emocionales del entorno
aparecieron muy pronto como dificultades importantes en los estudios
que pretendían valorar las modificaciones o influencias de una
intervención humana en el entorno. Fue obligado constatar, en esos
casos, la escasa reserva de ciencia y racionalidad de que se dispone
para tratar el tema adecuadamente. Es por tanto lógico que surjan
motivos para investigar y profundizar en el tema(26).
|
Ediciones Arribas Vista general |
Es
por eso que, a pesar de que queramos dotar a nuestro rastreo en las
imágenes de un interés científico, no podemos evitar aquella
perspectiva que desde el principio se quiso dar a la imagen local
dotada de un cierto exotismo. Pero tampoco podemos, desde luego,
desvincularnos de la originaria idea de paisaje, es decir, el
palmeral sirve, en la medida que actúa unido con la Acequia Mayor,
para crear un agroecosistema, es una relación mutua, el cultivo
agrícola necesita palmeras y éstas conforman la mirada dominante
del paisaje, pero son necesarias a la vez para el cultivo. La
interacción es por ello la de hombre-entorno, tanto en el momento en
que se tomaron las imágenes como en las diferentes lecturas
posteriores que hayan podido tener. La estética, la sensación que
provoca el paisaje es un factor cultural y muy variable. Pensar que
podemos reducir su valoración a unos pocos factores es pensar
ingenuamente, tal y como señala González Bernáldez(27). Podemos
apreciar algunas características generales, como ya hemos señalado,
en las que evidentemente hay un predominio muy concreto del árbol,
de la palmera, pero a pesar de que es un paisaje y un medio físico
muy trabajado por el hombre, en realidad la primera sensación es de
ser muy agreste. Tiene mucho vigor y exhuberancia pero hay un cierto
límite de control que se aprecia en los caminos, el trazado de las
acequias, los muros o el cascabot que marca los lindes de los
huertos. Es decir, posee un factor muy importante a la vista que es
el estar a medio camino entre la complejidad, la fuerza y la espesura
a media y larga distancia, y la simplicidad o trivialidad que provoca
en una distancia más cercana. Así, cuando se retratan los porches
de las casas, aparece recogida esta imagen de ambos valores que
también comparten la imagen de los huertos en su interior puesto que
era el lugar donde se desarrollaba el cultivo asociado y, por tanto,
está formado por la red protectora de palmeras y dentro el espacio
libre para cultivar. Posee, asimismo, ritmo porque tiene pautas y
patrones repetitivos.
Bajando
a una lectura más detenida de las imágenes intentando buscar otros
elementos que nos hablen del paisaje como documento histórico
podemos encontrar detalles del mismo en aquellos casos en los que se
recoge la imagen de la zona de cultivos. Especialmente nos ha
parecido interesante la fotografía esteroscópica de la Keystone
View Company que lleva el título Irrigation of an artichoke field,
datada a principios de siglo XX, porque es la única en la que
aparece el paisaje en su dimensión más completa recogiendo
perfectamente este agroecosistema que se implantó en Elche en época
andalusí: el huerto de palmeras con el cultivo asociado en su
interior y el sistema de riego en pleno funcionamiento. También son
muy interesantes aquellas fotografías en las que se aprecia la
rambla y las laderas del río Vinalopó, en el lugar que hoy ocupa el
Parque Municipal, porque podemos ver el aprovechamiento de las
laderas en terrazas que hemos encontrado tantas veces citadas en los
documentos y que hoy han cambiado de uso.
|
Keystone View Company Irrigation of an articoche field |
La
acción del hombre modificando el medio físico para crear paisaje es
perceptible en aquellas fotografías tomadas a larga distancia y
desde una cierta altura en las que se ve el contraste entre la zona
llana, lugar donde se extiende tradicionalmente el palmeral y la
Acequia Mayor, y la zona de monte yermo al norte de la ciudad.
Está
claro que el paisaje se ha modificado tanto que lo que sí nos
devuelven estas imágenes es una forma de interaccionar con el medio
que ya se ha perdido y de la que no nos queda casi ni en el recuerdo,
como monumentos destruidos que sabemos que existieron, pero que no
guardamos en la memoria. En ese sentido cualquier documento que nos
sitúe en la realidad de aquello que fue es muy importante, sobre
todo la información referida a la vinculación de palmeras y Acequia
Mayor. Podemos observar la distancia entre palmeras, el grosor de los
troncos, la amplitud de los caminos… elementos que nos hablan de la
conformación de este agroecosistema. En cuanto a la acequia podemos
apreciar los partidores y elementos hidráulicos ya desaparecidos,
llamando poderosamente la atención la cantidad de agua que llevaba
la Acequia, utilizada, como se aprecia en numerosas imágenes, como
lavadero o, también, como lugar de esparcimiento.
Junto
con los huertos de palmeras, se nos ofrece información, además,
sobre vivienda rural –hay numerosas fotografías de porches,
también de otros elementos como establos–, y la configuración del
campo más inmediato que rodea a la casa. Es cierto que, como hemos
mencionado antes, no hay apenas datos sobre el cultivo agrícola,
pero sí sobre labores que se hacían a pie de los mismos huertos
llevadas a cabo por como filadors y menadors, y también, subiendo a
las palmeras, quizá porque el interés sea ofrecer una imagen
diferente y éstas eran algo particulares.
Los
huertos de palmeras, que en estas fechas formaban una especie de
anillo alrededor de la ciudad, comenzaron a romperse desde fines del
siglo XIX y este hecho se recoge asimismo en las fotografías. De
esta manera, apreciamos la evolución de las brechas abiertas por el
ferrocarril, el paseo de la Estación, la carretera de Alicante o la
instalación de edificios fabriles en el mismo corazón del palmeral.
Las imágenes en ocasiones nos dan la secuencia de esa destrucción.
Nos queda realizar, en sentido inverso, la construcción, aunque sea
teórica, de ese paisaje cotidiano alejado ya de los orígenes que lo
formaron. En las fotografías no hemos hecho un trabajo de vaciado,
sino que hemos querido sugerir otra mirada distinta a las ya
existentes y es la posibilidad de utilizar la fotografía para buscar
los elementos del paisaje que nos ayuden a comprenderlo como
documento histórico al margen de la impresión lógica que su
contemplación nos provoca.
APÉNDICE(28)
POSTALES
Arribas
(Manuel Arribas Andrés)
Bazar
«El arca de Noé»
Bazar
«La ciudad de Roma»
Bazar
Pascual López
Cánovas
(Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo)
Darvi
(Daniel Rabones Villacampa)
Fototipia
Castañeira y Álvarez
Fototipia
Lacoste
Fototipia
Thomas
García
Garrabella
Grand
Hotel (Vicente Iborra)
Hauser
y Menet
Imprenta
Moderna
Lampistería
Antón
León
y Levy
López
Egea
P.Z.
(Photoglob AG, Zurich)
Papelería
Marimón
Purger
& Co.
Roisin
Salón
«El Liberal»
FOTOGRAFÍAS
Aznar
Cantos
Cantos
Charles
Clifford
Edition
des Musées Nationaux
Eduard
Berger
Eduardo
Gonzálvez
Foto
Esquembre
Foto
Fenix
Foto
Huesca
Foto
Sánchez
Fotografía
Samper
Fotógrafo
Pérez Seguí
Francisco
Abad Pérez
Hijo
de Eduardo Gonzálvez
Laurent
Loty
Louis
Levy
NOTAS
(1) GUILABERT REQUENA, Jerónimo y SEPULCRE SÁNCHEZ, Roque (eds.),
Historia de la tarjeta postal en Elche. Memoria gráfica de la
ciudad, 1897-1957, s.l., 2007, p. 48.
(2)
ESTEVA, Jordi, Los oasis de Egipto, Barcelona, 1995.
(3)
Luis Chorro fue alcalde desde el 5 de febrero de 1961 al 11 de
octubre de 1966 y Vicente Quiles Fuentes desde esta última fecha al
18 de abril de 1979.
(4)
AHME, sign.: b 290, b 291, b 292 y b 293.
(5)
CASTAÑO I GARCIA, Joan, Els germans Aurelià i Pere Ibarra. Cent
anys en la vida cultural d’Elx (1834-1934), Alacant,
2002, p. 51.
(6)
SOLER I SELVA, Vicent F. (coord.), L’eclipsi total de sol de
1900 al Baix Vinalopó, Elx, 2000.
(7)
IBARRA, BELTRÁN, (eds.) Álbum de fotografías y descripción de
“El Misterio de Elche”. (“La Festa”), Elx, 2004, ed.
facsímil de la original, s.l., 1924.
(8)
IBARRA, P, Compendio histórico de los conventos de Elche,
Alicante, 1931.
(9)
BUSTAMANTE, Jesús, «Retratos y
estereotipos: Acerca de las relaciones entre fotografía y
arqueología», en: BLÁNQUEZ PÉREZ, Juan, ROLDÁN GÓMEZ,
Lourdes (eds.), La cultura ibérica…, pp. 311-320.
(10)
AHME, 1935, septiembre, 13, Inventario del museo de Pedro Ibarra,
sign. 173, nº 28.
(11)
Fotografías relacionadas con el teatro procedentes de estos álbumes
han sido publicadas por: SANSANO, Gabriel i CASTAÑO, Joan (eds.),
Sainets il.licitans de la Restauració (1874-1896). (Una historia
del teatre a Elx al llarg del segle XIX), Alacant, 1997, pp.
593-596.
(12)
BLANQUEZ PÉREZ, Juan, «El tratamiento informático y los vestigios
ibéricos. Algunos ejemplos», en: BLÁNQUEZ PÉREZ, Juan, ROLDÁN
GÓMEZ, Lourdes (eds.), La cultura ibérica…, pp. 265-278.
(13)
CASTAÑO I GARCIA, Joan, Els germans…, Alacant, 2002, pp.
254-264.
(14)
MARTÍNEZ SANMARTÍN, Luis Pablo, «El valor patrimonial universal
dels regadius històrics valencians: El Palmerar i la Sèquia Major
d’Elx», Tractat de l’aigua, 1 (2008), pp. 72-81,
especialmente p. 75.
(15)
SÁNCHEZ VIGIL, Juan Miguel, El documento fotográfico. Historia,
usos y aplicaciones, Gijón, 2006, p. 18.
(16)
TELLO, Enric, «La formación histórica de los paisajes agrarios
mediterráneos: una aproximación coevolutiva», Historia Agraria,
19 (1999), pp. 195-212, especialmente p. 196.
(17)
KULA, Witold, Problemas y métodos de Historia Económica,
Barcelona, 1973, p. 521.
(18)
CHEVALIER, Raymond, «Le paysage palimpseste de l’histoire: pour
une archéologie du paysage», Mélanges de la Casa de Velázquez,
XII (1976), pp. 503-510.
(19)
VERDÚ CANO, Carmina, «El paisaje como documento. Qué documentos
para el paisaje. El palmeral de Elche», en: MALPICA CUELLO, Antonio
(ed.), El análisis de los paisajes históricos. De al-Andalus a
la sociedad feudal, en prensa.
(20)
SÁNCHEZ VIGIL, Juan Miguel, El documento fotográfico…,
Gijón, 2006, p. 14.
(21)
GONZÁLEZ BERNÁLDEZ, Fernando, Invitación a la ecología humana.
La adaptación afectiva al entorno, Madrid, 1985, especialmente
p. 24.
(22)
GONZÁLEZ BERNÁLDEZ, Fernando, Invitación…, Madrid, 1985
(23)
GONZÁLEZ BERNÁLDEZ, Fernando, Invitación…, Madrid, 1985,
p. 143
(24)
VERDÚ CANO, Carmina, Arqueología del paisaje. El palmeral de
Elche en época andalusí. Memoria DEA inédita, Granada, 2008
(25)
GUILABERT REQUENA, Jerónimo y SEPULCRE SÁNCHEZ, Roque (eds.),
Historia de la tarjeta…, s.l., 2007, p. 324
(26)
GONZÁLEZ BERNÁLDEZ, Fernando, Invitación…, Madrid, 1985,
p. 19.
(27)GONZÁLEZ
BERNÁLDEZ, Fernando, Invitación…, Madrid, 1985, p. 21.
(28)
La normalización de los nombres se ha tomado del libro: GUILABERT
REQUENA, Jerónimo y SEPULCRE SÁNCHEZ, Roque (eds.), Historia de
la tarjeta…, s.l., 2007, p. 324