“LA ANTISEQUÍA, S.A.”: SOCIEDAD DE RIEGOS DE ELCHE, 1894. Un artículo de investigación de Gregorio Alemañ García
De nuevo Gregorio Alemañ me ha brindado la oportunidad de publicar en el blog uno de sus interesantes trabajos de investigación, con el notable valor añadido de ser casi una novedad en dos líneas al menos: por una parte la versión impresa se quedó en las pruebas de imprenta y poco más, es decir podemos decir, de nuevo, que es casi una novedad editorial. Y por otra, se trata de un tema que, al menos que yo sepa, no ha sido abordado con método y rigor hasta la fecha.
Dicho esto me gustaría como siempre, señalar las peripecias que he tenido que sortear para que el texto viera la luz; en primer lugar superar los inconvenientes derivados de la conversión de un formato (pdf) a uno publicable aquí (aparecen caracteres extraños, se pierden las notas, la paginación, el espaciado, se intercalan textos e imágenes donde no toca, etc,) así que cada vez que me enzarzo en una de estas iniciativas termino aprendiendo un poco más. Aunque puedo decir que el texto ha terminado siendo una copia literal incluyendo las notas que en esta ocasión no se han aligerado, no ocurre lo mismo con las imágenes, que he cambiado ubicándolas en puntos distintos al original, cambiando o añadiendo por mi cuenta y riesgo otras simplemente por aligerar o ilustrar el texto. Como siempre, al final de las entregas habrá un enlace de descarga del documento original, así que cualquiera puede después valorar mi intervención.
Que aproveche.
Foto que encabeza la entrada: Imagen 1.
Fotografía del cauce y
restos del acueducto-sifón de “La Antisequía” Año 1985 (Apróx.)
LA ANTISEQUÍA, S.A., SOCIEDAD DE RIEGOS DE ELCHE, 1894 / Gregorio Alemañ García
LA ANTISEQUÍA, S.A., SOCIEDAD DE RIEGOS DE ELCHE, 1894 / Gregorio Alemañ García
(https://siguelashuellas.wordpress.com/2011/03/28/ermita-de-los-santiagos-ii/s)
1. Introducción
El patrimonio cultural del
agua en nuestra localidad, es sin duda uno de los valores reconocidos como más
importantes que nos distingue e identifica históricamente. Está íntimamente
relacionado con el paisaje, los huertos de palmeras y el propio desarrollo
industrial y económico de la ciudad, y es paradójicamente a su vez, el activo
cultural menos conocido e identificado, y en consecuencia, el más descuidado y
maltratado del conjunto de nuestro patrimonio local.
Acequias, acueductos,
partidores, azudes, fuentes…, forman parte inherente de nuestro paisaje, a la
vez que la propia cultura del agua, de la necesidad de agua (tanto para el
riego de los campos como para el consumo humano), constituyen parte de nuestra
forma de vida e idiosincrasia como pueblo.
El patrimonio hidráulico
inunda nuestro espacio cotidiano. Nos hemos acostumbrado a verlo y convivir con
él, sin preocuparnos demasiado en identificarlo o reconocerlo, y aún menos en
conservarlo o intentar salvaguardarlo, quedando inmerso en el entorno como
parte del paisaje existente, descuidado o transformado pero siempre invisible,
ignorado por su proximidad cotidiana y sin suscitar curiosidad alguna respecto
a su funcionalidad, su técnica o su historia en general.
Contradictoriamente es en esta
etapa última de la historia, la más inmediata y contemporánea, donde más se
acentúa esta circunstancia. En estos últimos tiempos, cuanto mayor es la
posibilidad de almacenar y gestionar la información a todos los niveles, mayor
es el riesgo de que ésta pase desapercibida, se disperse, se transforme o
manipule y termine olvidándose o desapareciendo o en el mejor de los casos, quede
relegada en el estante de alguna administración o archivo.
Tal vez, se conozca más de
aquellas obras hidráulicas y acontecimientos relacionados, de la “historia antigua” A.G. (antes de Google), de la
historia tradicional, manual y escrita, archivada y recopila su información por
medios tradicionales, en archivos tradicionales; de cuando no existían miles de
imágenes digitales, o de referencias internaúticas, que de los acontecimientos
de los últimos siglos, más próximos a nosotros, de los que existe una ingente
cantidad de información pero que, tal vez por este motivo, termina siendo
ignorada, cayendo en la indiferencia y borrándose finalmente de la memoria
colectiva como si nunca hubiera existido.
Estos hechos, en otros tiempos
vitales para nuestra supervivencia y desarrollo, terminan en el olvido y sus
construcciones, se convierten en obras fantasmas (el Azud de los Moros, el de la Argamasa, la canalización y acueductos
del agua del Obispo Tormo, las minas y galerías de nuestras
sierras, la propia acequia Mayor y Marxena, el agua de la Alcoraya o el riego y
los acueductos de la Antisequía, entre otras muchas), cuya presencia nos
acompaña con una indiferencia mutua, rebautizadas desde los tópicos y la más
absoluta falta de rigor, con los más dispares y absurdos calificativos, (así
encontramos como “acueducto romano” algunas obras hidráulicas de
finales del s. XIX o principios del s. XX), sin importarnos en exceso el porqué
de las mismas ni mucho menos su futuro.
2. Antecedentes históricos
Cabe una primera aproximación
a modo de antecedente histórico de los últimos siglos -aún pecando tal vez de
exceso en su exposición-, para poder entender y tener una visión general, de lo
que la lucha por el agua a supuesto para esta ciudad, así como sus
repercusiones en su crecimiento y desarrollo, tanto en el ámbito social como en
el industrial o económico.
2.1. Sistemas de riego La falta de agua de riego y la
mala calidad de las mismas, han sido una constante en la explotación agrícola
de los campos de Elche.
En un primer periodo que se
prolongará desde mediados del s. XII a mediados del XV, una vez consolidado ya
el sistema de regadío histórico, su organización y administración, no se
producirán progresos significativos sino, más bien, se dará una línea de
continuidad (incluso con ciertos retrocesos) en las técnicas empleadas en los
distintos sistemas hidráulicos.
En esta primera etapa, tanto
los caudales como los propios sistemas de riego, tienen un carácter
eminentemente sostenible: ambos están adaptados a los tipos de cultivos, y
estos a su vez, son resistentes a la precaria calidad del agua. El sistema de
producción está basado en la técnica del oasis de llanura, adecuándose al medio
hostil existente y sobre todo, a la planificación del territorio irrigado,
adecuada y limitada en extensión por la previa y estudiada planificación de los
sistemas hidráulicos disponibles.
Será a grandes rasgos, a
partir de las transformaciones urbanas de finales del s. XIV y XV, cuando este
frágil equilibrio se empiece a romper con la ampliación desmesurada de la
superficie a regar junto con la introducción de nuevos cultivos ávidos de más
agua y de mejor calidad. Como consecuencia, progresivamente los sistemas de
riegos tradicionales sustentados casi en exclusividad en el limitado caudal del
Vinalopó recogido en sus acequias Mayor y Marchena, pronto se verá insuficiente
e inadecuado para poder abastecer esta creciente demanda.
La situación se verá agravada
en la siguiente centuria de 1500 a 1600, coincidiendo con un periodo de falta
de agua y sequías prolongadas (que se repetirán nuevamente a finales de 1800),
y que hará plantearse la necesidad de la ejecución de un pantano con la
intención de garantizar, por un lado, una dotación mínima de agua en tiempo de
sequía, y por otro, poder aprovechar el exceso de agua en caso de riadas o
épocas favorables (conocidas como aigua dobles), conteniendo las mismas y
evitando posibles riegos por avenidas.
El pantano de Elche supondrá
la obra hidráulica más importante para la ciudad hasta nuestros días y
funcionalmente hasta principios del s. XX.
La propuesta inicial de
ejecución del pantano se remonta al 16 de julio de 1589[1] aunque después de diversos avatares, las obras
no se iniciaron hasta 42 años después (la primera piedra se pondrá en 1632),
según los estudios iniciales del arquitecto de Almansa Juan de Temple. Estuvo
funcionando casi un siglo, hasta que las riadas[2]
acontecidas en el periodo de 1782-1793, lo dejaran fuera de servicio.
Nuevamente el 8-12- 1841, se decide reconstruir la presa (José González, 1842)
que se llenará de agua por primera vez el 3-9-1846, aunque pronto se comprobará
que la mala calidad de las mismas, su salinidad y alta acumulación se lodos en
el vaso, volverán a dejarla fuera de servicio como tal. Se plantean entonces,
las necesarias nuevas inversiones para tomar el caudal aguas arriba de la
presa, menos contaminadas, evitando la misma mediante un canal de desvío que la
rodee por levante (Próspero Lafarga, 1910).
Ante la imposibilidad de
sufragar estas obras de reparación por parte del Ayuntamiento, tanto la
canalización de la acequia Mayor y posteriormente la presa, pasarán a ser
propiedad de los propietarios usuarios del agua, constituyéndose al efecto
Junta de Gobierno[3] que controlará y
administrará la acequia Mayor y su Pantano, aprobando el 21-03-1789 su primer
Reglamento interno de funcionamiento, y que será el origen de la actual
Comunidad de Propietarios [4].
Represamiento del Vinalopó. Fábrica de Ferrández, 1985. Dpto. de Urbanismo del Ayto. de Elche |
La falta de agua y los
prolongados períodos de sequías se acentúan y aumentan a lo largo de la mitad
del siglo XIX[5], siendo dramática la
situación, tanto del ya pobre abastecimiento de agua potable (de la Fuente de
Barrenas en Aspe), como del riego de los campos. Esta situación provoca, una
escasez en la producción agrícola y consecuentemente, un aumento de la demanda,
lo que hace que el coste del agua de riego aumente y llegue a alcanzar precios
desproporcionados.
Por un lado, ante la falta de
soluciones efectivas en la utilización del riego tradicional, y por otro, tras
las ideas frustradas de aprovechar las aguas del Júcar, la iniciativa privada,
animada por el creciente desarrollo industrial de la ciudad y el incremento de
la demanda existente, se lanza a la búsqueda desesperada de nuevos caudales
utilizando por primera vez nuevas fórmulas de inversión y de explotación,
constituyendo sociedades de prospección y explotación de nuevos acuíferos. Se
trata de mercantiles meramente comerciales, que no funcionarán inicialmente
como comunidades de regantes, hasta su posterior transformación como tales,
después de la Guerra Civil.
En estos empréstitos participa
una buena parte del capital industrial ante las expectativas de lo que se
plantea como un buen negocio con altas garantías de beneficios seguros, a tenor
de la demanda creciente y sobre todo, como negocios de futuro con
rentabilidades a largo plazo.
Así surgen durante la segunda
mitad del siglo XIX, y al margen del regadío tradicional que en este periodo
todavía mantiene su protagonismo, numerosas iniciativas particulares que
pretenden aportar agua, tanto a la ciudad como a los necesitados
campos ilicitanos, constituyéndose al efecto una gran diversidad de empresas,
proyectos y tentativas, más o menos atrevidas y de todo tipo de inversión y
riesgo.
La mayoría de estas
iniciativas responderán más a ideas románticas y con un cierto halo aventurero,
que a proyectos con un fundamento técnico basados en expectativas y programas
de viabilidad ajustados a la propia realidad y disponibilidades del momento, e
incluso al propio sentido común.
Sus denominaciones evocan en
cierta forma, la desesperada situación de penuria y necesidad de agua que
sufrían los campos y así mismo, ese espíritu romántico e ilusionado: “La Esperanza”, “La
Redención”, “El Porvenir”,… Prácticamente y por motivos
similares, estos proyectos en su conjunto, correrán una suerte similar como
intentos frustrados abocados casi desde su planteamiento al fracaso, dando al
traste con las esperanzadas ilusiones después de cuantiosos esfuerzos en
inversiones y medios humanos.
En este periodo se crean una
sucesión de empresas, al margen de otros muchos intentos de aprovechar el agua
de pozos, minas y manantiales a una menor escala, tales como la explotación del
manantial de “La Pedrera” (1840), la fuente de la “Pedriguera”, de la “Cañada de Monforte”, o las del “Rincón de Morera”, del “Rincón de Candela” o la “Animeta”, cuyos caudales resultaron tan exiguos que se vieron obligados a
abandonar en su intento[6], limitándose
estas aguas a su entorno próximo más inmediato.
Durante la primera mitad del
XX, se mantiene esta tendencia y llegan a coexistir por un tiempo las pocas
empresas de siglos anteriores que han conseguido sobrevivir, con las que
aparecerán en este nuevo periodo, de una mayor inversión, tecnología y calidad
de las aguas aportadas, compartiendo inicialmente, parte del territorio
irrigado. Pero rápidamente el éxito de estas nuevas empresas, terminará por
hacer desaparecer las anteriores, llegando a afectar igualmente, al riego
histórico tradicional cuya importancia histórica quedará relegada ya a un
segundo plano.
Todas estas empresas, a
excepción de la que nos atañe, tendrán como denominador común la búsqueda del
aporte de agua en nuevos manantiales o aprovechamiento de sobrantes de otros
cauces o de los azarbes del Bajo Segura, pero ninguna se plantea el uso del agua
de los riegos ya existentes considerados como históricos, es decir, los de la
acequia Mayor, Marxena o incluso los riegos del Azud de la Argamasa o de los
Moros.
Las sociedades más
significativas constituidas en este periodo que actuaron en el término ilicitano,
son:
Fuente http://www.campdelx.es/ |
1840.- “La Sonda Artesiana”
1870.- “La Esperanza”
1894.- “La Antisequía S.A.”
1906.- “Nuevos Riegos El
Progreso”
1921.- “Riegos El Porvenir”
1923.- “Real Compañía de Riegos
de Levante”
1924.- “Sociedad de Regantes dels
Carrissals”
1960.- “Comunidad de Regantes de
San Felipe Neri.”
Sociedades y explotaciones de agua potable:
1780. Aguas de las fuentes de
Barrenas y Romero.
1885.- “El Planet”
1899.- “L´Alcoraia”
1950.- Mancomunidad de los
Canales del Taibilla.
2.2. Transformaciones del siglo XX. A principio de 1900 se intentará la traída de aguas de otros
cauces como el Ebro[8], o el trasvase de aguas de las Lagunas de Ruidera por el cauce del Vinalopó y del Tajo [9],
resultando igualmente infructuosas. No será hasta mediados de 1900, con la
utilización de nuevas tecnologías basadas en la energía eléctrica (bombas y
turbinas de impulsión), cuando estos nuevos riegos aporten una mayor cantidad
de agua, más asequible y de mayor calidad, facilitando la creación de nuevas
superficies de explotación agrícola y que a su vez de forma indirecta, supondrá
la devaluación y progresivo abandono del riego tradicional que antaño fuese la piedra filosofal de este pueblo.
La primera propuesta exitosa
en la aportación de nuevos caudales, será la ejecución aventurada por novedosa
del perito industrial Ernesto Martínez Riviere, de aportar aguas dulces de los
azarbes del Segura mediante su elevación por motores, en vez de aportarlas de
otros cauces o del mismo Vinalopo, con la constitución de la sociedad ilicitana
“Nuevos
Riegos El Progreso” el 11-04-1906, siendo su
presidente D. Andrés Gomis Alonso[10],
inauguradas en enero de 1910, y que supondrán la obra hidráulica más relevante
de este siglo.
El éxito de este proyecto
quedó garantizado y pronto surgirán otras compañías con los mismos fundamentos,
constituyéndose en 1921 la sociedad “Riegos El Porvenir”, por Teodoro Linares Blasco,
siguiendo los mismos planteamientos que la anterior.
Más tarde, se creará la
sociedad de “Real Compañía de Riegos de Levante” con el respaldo financiero de la banca francesa impulsado por
Monsieur Charles Louis Dreyfus[11] y del
propio rey Alfonso XIII como accionista, basada igualmente en la misma técnica
y explotación de los sobrantes del Segura, pero con
mayores miras de actuación a ambos lados del cauce del Segura, extendiendo su
riego a otros términos de la Vega Baja, y cuya solicitud de concesión,
coincidirá en el tiempo con la de “El Progreso”[12], pero
con un caudal cuatro veces superior llegando a ser la obra de elevación de
aguas más importante de España y cuyo riego supondrá casi la mitad del término
de Elche (19.362 Ha.)[13]
Las obras de infraestructura
de esta nueva sociedad se iniciaron en 1919 según el proyecto del ingeniero
José María Serra y serán inauguradas por el rey Alfonso XIII, primeramente con
el puente-sifón sobre el Vinalopó (31- 1-1923) y posteriormente, de su canal de
riego el 4-04-1925. El caudal de riego aumentará considerablemente (hasta diez
veces más), el caudal de las otras compañías, alcanzando los 7.700 l/s en 1922
de agua dulce de calidad y superando en Elche las 19.000 Ha. de zona de
regadío, obviamente difícil de competir con el sistema de riego tradicional que
queda relegado únicamente a los huertos de palmeras colindantes con el núcleo
urbano y sin práctica actividad agrícola.
Más tarde, aparecerán la “Sociedad de Regantes del
Carrissals” (1924) y la “Comunidad de Regantes de
San Felipe Neri” (1960), antiguo Sindicato de
Riegos cuyo origen se remonta a 1725, consecuencia del proceso de
colonizaciones de los saladares del cardenal Belluga, y en esta misma época, se
darán una serie de iniciativas para el riego en la zona norte de la ciudad
mediante el aprovechamiento de acuíferos de otros términos municipales, como
los de Crevillente con la sociedad “Riegos La Salud” de finales de los sesenta,
los del Hondón y Aspe con el riego de los Pozos de San Enrique o el Riego de San Pascual, de los acuíferos de Monforte
y Novelda, ambos desarrollados entre 1957 y 1970.
3. Ámbito territorial y
desarrollo urbano.
La ciudad en el período que nos atañe de 1875 a 1930, se caracteriza por un crecimiento demográfico ininterrumpido de su población que había quedado estancada desde principios de siglo a causa de las guerras, el hambre y las epidemias[14], en un escenario territorial donde a su vez, despuntan las nuevas infraestructuras y tecnologías que posibilitarán el futuro desarrollo urbano.
La ciudad en el período que nos atañe de 1875 a 1930, se caracteriza por un crecimiento demográfico ininterrumpido de su población que había quedado estancada desde principios de siglo a causa de las guerras, el hambre y las epidemias[14], en un escenario territorial donde a su vez, despuntan las nuevas infraestructuras y tecnologías que posibilitarán el futuro desarrollo urbano.
La última década del siglo XIX
(1890) supondrá para Elche un punto de inflexión en el inmovilismo en él que la
ciudad, tanto desde el punto de vista del desarrollo económico y urbanístico,
como el demográfico, se encontraba desde finales del siglo anterior.
La estructura urbana se
mantiene prácticamente coincidente en su delimitación y superficie, con la
consolidada en las grandes actuaciones urbanísticas y transformaciones de
principios del siglo XVIII, y no será hasta el primer cuarto del siglo XX
(1913-1924), cuando se planteen nuevos grandes crecimientos de la trama urbana,
en este caso, en la zona de poniente en la margen derecha del Vinalopó, frente
al raval, mientras que la zona norte de Carrús, no iniciará su desarrollo hasta
1932.
La planificación urbana de la
ciudad en estas fechas, se corresponde con el “Plano Geométrico de la
Villa de Elche”, realizado por el maestro de
obras local, Josep González en 1846[15], como
el primer plano de carácter técnico, geométrico y moderno, que será la base de
las planificaciones futuras.
El único crecimiento urbano, al
margen de las reformas de la ciudad en alineaciones y arreglo de calles y
plazas, se producirá a principios de 1900 de forma aislada, en pequeños barrios
o crecimientos parciales, generalmente a costa de los huertos de palmeras:
Barrio del Carmen (1890) De les Pataes (1900) De Chinchilla (1902) Del Cuartel
o del Pont Nou (1908-1909) Del Asilo (1916) De Tripa y de la Barrera.
(1922-1923) Sin embargo, y en contraste con este cierto inmovilismo del plano
de la ciudad, destacan las grandes obras de infraestructuras y comunicaciones
que se llevan a cabo en este periodo, consolidando los ejes de comunicación ya
existentes en su trama de caminos históricos y que condicionarán la futura
trama urbana.
Sobresalen por su importancia
y repercusión[16]: El trazado del ferrocarril
(1864-1884) Las carreteras de Alicante (1863-66); Santa Pola (1878); de Dolores
(1870- 1895); a Crevillente o Alto de las Atalayas (Alicante) a Murcia
(1868-1872); y la de Aspe (1889).
Igualmente, habrá un cambio
significativo y cualitativo en cuanto a las infraestructuras urbanas,
destacando: El establecimiento del alumbrado público (1890) Llega a Elche el
agua potable de la Alcoraya (“The Elche Water-Works Company Limited”), en 1901.
Se instala el primer el
tranvía a vapor, de Alicante a Crevillente, (1904). En esta misma fecha (15 de
junio) se instala la red telefónica.
Se abre el Puente de
Canalejas. (1913) Respecto a la situación del campo, hasta principios del siglo
XX se mantienen en esencia las mismas zonas de riego tradicionales a ambos lados
del cauce, perdurando en su extensión hasta la traída de las aguas dulces de
los azarbes en 1906, con la sociedad “Nuevos Riegos el Progreso” que provocará un aumento
considerable de las mismas. El conjunto de empresas constituidas a finales del
siglo anterior al objeto de intentar aportar nuevos caudales, prácticamente no
variaran el escenario agrícola existente.
La principal zona de regadío
en este periodo, sigue concentrada en el margen izquierdo del cauce, conocida
como la Horta
dels Cristians, abastecida por la acequia
Mayor y sus extensiones al sur y al este del núcleo en los campos de secano.
El único riego existente en la
zona occidental del núcleo urbano al oeste del cauce, era hasta la fecha, el
que abastecía la acequia de Marchena cuya área se concentraba al sur del
antiguo Arrabal de Santa Teresa y el barrio del Asilo, extendiéndose hacía el
sur hasta la Vereda de Crevillente a Santa Pola, la antigua Horta dels Moros, así como el resto de tierras en esta zona hacía la franja costera,
regadas por los azudes de Vinalopó, de los Moros y de La Argamasa,
principalmente.
El resto de tierras, al este
de la ciudad y al norte de Marchena (Carrús), mantendrán su condición propia de
tierras de secano.
Imagen 2. Fragmento del plano Croquis de Elche, 11-08-1812. (E. 1/32.000). Manuel de Rosales. Ref.: Cartoteca del Centro Geográfico del Ejército. (Ar. G-T.3-C.4-355) Madrid. Orientación Norte-Sur |
En el plano de Manuel de
Rosales (“Croquis
de Elche”), se pueden apreciar, aunque de
forma genérica, las distintas zonas de cultivos así como la referencia de hitos
geográficos más significativos y principales vías de comunicación de la época,
destacando el Barranco de los Arcos (1), el Cerro del Pantano (2) y los caminos de Aspe (3), Crevillente (4), Catral …,
así como las construcciones de la Torre de Carrús (5) y la del Marqués (6), la Casa Blanca (7), la de Zenais (8) y la de Ganga, el cementerio (9) así como la ubicación de alguno de los Molinos harineros (10).
Imagen 3. Fragmento del “Mapa Provincial de Alicante” con anotaciones de Pascual Madoz y detalle de “Elche del Reino”, Francisco Coello, 1859. Ref.: Institut Cartogràfic de Catalunya. Cartoteta digital Reg. IB 2421.Nota del ed: Ambos mapas pueden verse a mayor resolución en esta entrada: http://www.yporquenounblog.com/2013/10/el-plano-de-elche-y-comarca-sacados-del.html |
Este espacio, comprendido al
norte de la huerta regada por la acequia de Marchena y que actualmente se
corresponde en líneas generales, con los barrios de Carrús, el Toscar, y el Pla
de Sant Josep, dando continuidad por el sur-oeste, con las partidas del Llano,
Algoda y Matola, son terrenos originarios del glacis de la Sierra de
Crevillente cuya orientación este/oeste, flanquea por el norte esta área
provocando una suave pendiente en dirección sur, a partir de la Cañada de la Villa en el Croquis de Rosales, constituyen de forma genérica, el núcleo
rural de Carrús y el Pla.
Esta área cuyos suelos no
serán los más óptimos para el cultivo, de escasos recursos hídricos y donde no
llega el riego tradicional, está dedicada a la explotación de cultivos propios
de secano donde destacarán los del algarrobo, almendros, higueras y olivos.
Por otro lado en el extremo
opuesto, al sur de la Vereda de Sendres, en la zona de saladares y carrizales,
cabe señalar las obras de desecación y saneamientos de los almarjales y
roturaciones realizadas durante el sigloXVIII por el cardenal Belluga
y Francisco Ponce de León en el término de Orihuela y por el marquesado de
Elche, respectivamente, que dieron lugar a nuevas tierras agrícolas y a la
colonización de sus parcelaciones que se prolongarían desde su establecimiento
en 1749, hasta mediados de mil novecientos.
Estos nuevos asentamientos
dieron lugar a organizaciones propias en lo referente a su regadío, mediante la
creación de nuevas comunidades de regantes en San Felipe Neri (Pías
Fundaciones) y de Carrissals.
La creación de nuevas
parcelaciones con las roturaciones del XVIII, se dieron principalmente en estas
zonas costeras de carrizales, pero igualmente se llevaron a cabo acciones
similares en las zonas montañosas del interior del término en áreas de secano.
Existen referencias de “tierras nuevas” en el padrón de 1752-53[17]
diferenciadas de las “tierras de marjal” (en Carrissals), en terrenos
de secano probablemente en terrenos situados en la zona norte del municipio
(Carrús) y cuyas roturaciones se prolongarán hasta la primera parte del siglo
XIX, incluyendo el ámbito de actuación que nos atañe.
En este contexto social, y tal
vez inspirados por la idea de las colonizaciones de nuevas tierras del XVIII,
coincidente a su vez, con un periodo de fuertes sequías y apremiante falta de
agua para el riego de los campos, surge la idea novedosa de dotar de riego las
tierras de secano en la zona norte del municipio a la derecha del cauce, en un
intento de revalorización de las mismas dada su proximidad al núcleo urbano y
máxime si consideramos las expectativas de desarrollo generadas con el trazado
de la línea ferroviaria que une las ciudades de Alicante y Murcia cuyo proyecto
ya era conocido en Elche en 1864, inaugurada en 1867.
El puente del Ferrocarril original, conocido como el “Pont de Ferro” sobre el río Vinalopó, fue construido el año 1883, once años antes
de de la constitución de la sociedad de “La Antisequía S.A.”
Imagen 4. Construcción del Puente de Hierro sobre el cauce del río Vinalopó. Año 1883. Al fondo en la margen de poniente se aprecian las tierras de secano de lo que será el Barrio de Carrús.
|
Pero no será hasta 1924 cuando a nivel local, se proponga urbanísticamente el crecimiento de la ciudad hacía el oeste, como el ensanche a poniente de la rambla[18], proponiendo inicialmente la ejecución de dos pasarelas de conexión, en la zona del Alcázar y frente a la Morería, para facilitar la continuidad del núcleo urbano en esta dirección y proteger al palmeral[19].
La planificación urbana al norte de la línea del ferrocarril, en el núcleo rural de Carrús no empezará a plantearse hasta 1932 iniciándose por la zona de levante de la carretera de Aspe al presentar estos terrenos mejores condiciones de urbanización y como continuidad lógica del núcleo existente, si bien, no hay constancia de la efectividad de este primer proyecto. La referencia a la ordenación de esta zona de Carrús este, queda recogida en el Plan General de 1961 y su posterior Revisión de 1970, como una “ordenación de ensanche de 1944”, según los planteamientos de crecimiento hacia el norte del primer ensanche de poniente, conocido como el ensanche de Carrús. Fue llevada a cabo por los arquitectos Pérez Aracil y Serrano Peral, en 1942[20], siguiendo las directrices básicas del propio plan, la vía del ferrocarril y la carretera de Aspe.
La planificación urbana al norte de la línea del ferrocarril, en el núcleo rural de Carrús no empezará a plantearse hasta 1932 iniciándose por la zona de levante de la carretera de Aspe al presentar estos terrenos mejores condiciones de urbanización y como continuidad lógica del núcleo existente, si bien, no hay constancia de la efectividad de este primer proyecto. La referencia a la ordenación de esta zona de Carrús este, queda recogida en el Plan General de 1961 y su posterior Revisión de 1970, como una “ordenación de ensanche de 1944”, según los planteamientos de crecimiento hacia el norte del primer ensanche de poniente, conocido como el ensanche de Carrús. Fue llevada a cabo por los arquitectos Pérez Aracil y Serrano Peral, en 1942[20], siguiendo las directrices básicas del propio plan, la vía del ferrocarril y la carretera de Aspe.
El proyecto de urbanización
del sector al oeste de la carretera de Aspe, conocido como Carrús Oeste, está firmado en julio de 1950 por el arquitecto municipal
Santiago Pérez Aracil.
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NOTAS
NOTAS
[1] Realizada por Gaspar Ferrer, primer Jurado del
Consejo de Elche, constituyéndose una comisión (Juan del Temple, Miguel Sánchez
y Pedro Izquierdo), para el estudio de su ubicación y seguimiento del proyecto,
a semejanza del realizado en Almansa del maestro Juan del Temple.
[2] La riada del 15-10-1785, arrasó el azud y la casa
de les taules, afectando a la presa que continuaría su funcionamiento de forma
precaria hasta 1793.
[3] Constituida inicialmente, por un Presidente que
será el Alcalde de la ciudad, dos vocales (un concejal y un representante de
los vecinos), el síndico y cuatro propietarios del agua
[4] En 1878 se redactaría un nuevo “Proyecto
de Reglamento para la Junta de Propietarios” y en 1887, otro como “Proyecto de bases para la
constitución del Sindicato de Aguas del Pantano de Elche”, anulado este por la Real Orden del 13-05-1895.
Las ordenanzas vigentes en la actualidad datan de 1911.
[5] Durante los años de 1841 y 1860 en especial, se
padecerán intensas y prolongadas sequías.
[6] “Historia de Elche”, Alejandro Ramos Folqués. 1987, p.320
[7] Tanto “La Esperanza” como “La Redención”, fueron sociedades dedicadas al alumbramiento
de aguas, registradas como sociedades mineras para poder camuflar su verdadero
objeto. Ambas se iniciaron en Aspe extendiéndose también a Elche.
[8] Promovido por Teruel, Valencia y Alicante según estudio de Don Joaquín Santo Boix en
1906.
[9]Impulsado en los años 1912- 1913, por la Cámara
Agrícola de Alicante y Rafael Ramos Bascuñana, Autor de estudios destacados: “Pro
agricultura”, y ”Prensa
agrícola”, entre otros.
[10] “Nuevos Riegos El Progreso, S.A.
1906-2006”, Ors Montenegro, Miguel y
Ors Castaño, Diego, 2006.
[12]El 23-05-1917, D. José María Serra presidente de
la sociedad “Riegos de Levante”, solicita la primera de tres concesiones que impulsarían el
éxito de la sociedad: en 1918 se autorizan 2.500 l/s (7,7 m3/s); 2,6 m3/s en
1919 y posteriormente en 1922, 5,1 m3/s, siendo la segunda de aguas de los
azarbes y las otras de sobrantes del Segura.
[13] “La Cultura de l´Aigua a Elx a
través del temps”, Ayuntamiento de Elche.
[14] La población de Elche en 1802 es de 20.354
habitantes, disminuyendo a 16.451 en 1854; 19.636 en 1877; 23.847 en 1887;
27.308 en 1900, llegando a los 33.167 habitantes en 1920.Ref.: Gonzálvez Pérez
V. “La ciudad…”, Ob. Cit., pp. 110-111.
[15] El Estado, según Real Orden del 25 de julio de
1846, impone a los Ayuntamientos de las ciudades el levantamiento de los planos
geométricos de sus poblaciones, como instrumento técnico imprescindible para su
planificación urbanística.
[16] “L´Urbanísme
a la ciutat d¨Elx durant els últims cent anys”, Gaspar Jaén i Urban, en López Yepes, José (de.), “Cien
Años de la Historia de Elche y su Caja de Ahorros (1886-1986)”, Alicante 1986, pp. 176-207.
[17] “El Bajo Vinalopó, Geografía Agraria”, Vicente Gozálvez Pérez. Departamento de
Geografía Universidad de valencia 1977.
[18] Nicasio Mira y León Navarro, promoverán la
ejecución de un plano de alineaciones de Elche, “Proyecto
de ensanche de los alrededores de Santa María” y el “Plano del Ensanche de Poniente”, de grandes proporciones (E:1/1.000), firmado por Sebastián
Canales Mira de Perceval, Ingeniero de Caminos Canales y Puertos municipal,
fechado en Agosto de 1924. Ref.: Memoria I de la Revisión del Plan General de
mayo 1985.
[19] Este mismo año, el 8 de mayo, el ingeniero de
montes Nicasio Mira, Jefe del Distrito Forestal de Alicante, propone ante la
Infanta Doña Isabel mediante un razonado informe, la inclusión del palmeral en
la Ley de Parques Nacionales, al entender que deberían ser considerados como
tal, y cuya empresa será desestimada.
[20] “El Bajo Vinalopó, Aspectos de
Geografía Humana”, Vicente Gozálvez Pérez,
Tesis Doctoral de la Universidad de Valencia, 1975
Genial artículo Gaspar. Gracias por compartirlo con los ilicitanos, y gracias a Gregorio Alemañ por sus labores de investigación.
ResponderEliminarEnhorabuena. Gran trabajo de estudio y divulgación de nuestro patrimonio de interés histórico-cultural. Debería servir como herramienta, para que las autoridades competentes lo conserven en mejor estado.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUna pregunta. Me ha parecido entender que esta sociedad de riegos de la Antisequía se constituyó con el objetivo principal de aportar agua hacia las tierras de secano de la zona de Carrús. Si es así, ¿de qué manantial o de qué sobrantes se nutría su acueducto que actualmente se conserva parcialmente en ruinas? ¿De dónde procedía el agua, si no era de la Acequia Mayor? ¿O se trata precisamente de los sobrantes de la Acequia Mayor y sus ramales? GRACIAS
ResponderEliminarSe tomaba el agua de la Acequia Mayor, partidor de Asnell, hoy semiderruido; es la última de las tentativas de ampliar el regadío sobre las aguas de riego tradicionales.
ResponderEliminarGRACIAS
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