sábado, 4 de octubre de 2014

La conducción del Obispo Tormo en la Historia de Elche de D. Pedro Ibarra

Acabo de enterarme por el comentario de una fotografía de la portada del Convento de la Merced en la revista Mopti que hace 225 años tal día como hoy (29 de septiembre) llegó el agua potable a Elche de la mano de la conducción que el Obispo Tormo mando hacer. Hasta la fecha los habitantes de esta ciudad dependían del agua de lluvia (por eso en todas las casas había un “pou” y canalones de latón que conducían el agua a su interior hasta bien entrados los 50 del siglo pasado), de los aguadores que la vendían a cántaros y de los aljibes públicos que el Ayuntamiento tenía repartidos por todo el término de los que desgraciadamente apenas quedan algunos. Se atribuía buena parte de las enfermedades y otros males endémicos de la población al consumo del agua salobre del Vinalopó en épocas de sequía; por ello esta fenomenal infraestructura hidráulica que trasvasaba aguas del Tarafa hasta las fuentes de la ciudad sentó las bases para el crecimiento demográfico.
Poco importa que apenas tres años después el botánico Cavanilles en su excursión al Pantano ya observara el mal estado de la conducción y las pérdidas de agua en determinados puntos de su recorrido porque vino a demostrar que era posible traer agua de donde fuera con tal de abastecer a la población. De hecho el Ayuntamiento gastó un año tras otro cantidades ingentes en su reparación y mantenimiento, tal y como recoge D. Pedro Ibarra en su obra Aguas dulces de Elche y en el Índice de Remisiones a Cabildos y Sitiadas[1] hasta que finalmente se llevó a efecto una nueva conducción con agua de Villena en 1949, fecha en la que se abandona definitivamente hasta el lamentable estado en el que se encuentra hoy. Y no estamos solo ante la vejez acelerada por el desuso, tampoco ha pasado tanto tiempo en términos históricos. En otros ámbitos cualquier obra civil del XVIII estaría más que protegida y esta ciudad, con su Ayuntamiento a la cabeza se empeña una vez más en borrar por acción o inacción sus señas de identidad. 


Imagen procedente de http://franciscorebollo.blogspot.com.es/2011/04/3084-la-iglesia-de-la-inmaculada.html
Descripción de la fiesta inaugural de la traída de aguas de Aspe al Molino Nuevo[2].

Memorable eternamente será la fecha de 22 de junio de 1789, por ser a las ocho horas y cincuenta y siete minutos de la noche cuando llegó el agua dulce de Barrenas al Molino Nuevo. Esperándola estaban en dicho punto el Ilmo. Sr. Tormo: D. Antonio Izquierdo, cura de Santa María y el vicário foráneo. El Dr. Belluga, mayordomo de su ilustrísima y hasta unas sesenta personas más. Allí se erigió una fuente con ocho pilas. Se allanó el terreno, formándose una plazuela y poyos o bancos, para la gran función que se había de verificar el día 29 del citado mes. Se adornó el sitio con gallardetes, palmas, vistosos tapices  y damascos. Dispúsose un tablado en el frente principal de la plazuela, donde se situaría la música. El día señalado acudieron su ilustrísima acompañado del canónigo D. Bruno Andreu, de D. Gregorio Zacarés, su secretario, de los señores curas y vicarios de las parroquias de Elche y de otros muchos eclesiásticos, con las comunidades de religiosos franciscanos y mercedarios. El Ilustre Ayuntamiento en corporación, caballeros, ciudadanos y oficiales del ejército, con el regimiento de Soria que a la sazón se encontraba en Elche. Apenas quedó gente en el pueblo, haciendo subir la cifra de concurrentes, un testigo, a más de 12.000 personas. El crecido número de tiendas de campaña: los muchos carruajes cuyo número se hace ascender a 300: las diferentes instalaciones que se hicieron, formaban un vistoso campamento, de muy hermosa perspectiva. Allí se vendían comestibles y allí había de todo cuanto se necesita para surtir de víveres a una numerosa población.
Llegado el instante solemne, y habiendo tomado asiento el Sr. Obispo en un cómodo sillón, rodeado de toda aquella entusiasmada concurrencia y a una señal del glorioso Prelado soltase al agua que rápida brotó por los ocho caños. Estruendosos vítores y entusiastas aclamaciones llenaron el espacio a los sonoros acordes de la música, y múltiples explosiones de voladores cohetes, anunciando el fausto suceso. Las campanas del pueblo respondieron a la señal. El gran Obispo, el héroe insigne, el cariñoso padre fue traído poco menos que en andas obsequiado durante el regreso con la música, vítores y aclamaciones de un pueblo delirante.

“¡Que gloria! ¡Que dicha!
¡Que gozo y portento!
Vernos socorridos
Con este elemento
 
Gracias al Señor,
Gracias al gran celo,
Con que nuestro Obispo,
Mira nuestro pueblo.

Viva Tormo, viva,
Viva un siglo entero::
¡Viva, y le veremos
Después en el cielo.”

Así cantaba aquella agradecida multitud y con diferentes demostraciones de cariño hacia el dignísimo Prelado, celebraban el acontecimiento.
Si las vicisitudes, trastornos y penurias que siempre nos han afligido, no han permitido honrar como se merece la memoria del favorecedor y celoso Obispo Tormo: si nuestros Ayuntamientos no han levantado siquiera un sencillo monumento que perpetúe la gloria del gran prelado y consigne los beneficios que le debe el pueblo de Elche... ¡Ilicitanos! No olvidéis nunca el nombre del ilustrísimo obispo D. José Tormo. Honrad su memoria eternamente, erigiéndole un imperecedero monumento en vuestros agradecidos corazones para que no se extinga su recuerdo y que jamás se diga que el pueblo de Elche olvida los beneficios que recibe.

Una interesante excursión: http://geoelx.blogspot.com.es/2008/03/serra-de-la-temerosa.html



[1] Ms. Existente en el AHME digitalizado y consultable en Internet
[2] Historia de Elche / Pedro Ibarra y Ruíz, p. 272-274


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