CAMINOS IBEROS

viernes, 30 de mayo de 2014

EL ENTORNO DE LA SENIETA (3): UN MAPA Y RESTOS ARQUEOLÓGICOS

En anteriores entradas de la serie de dedicada me aventuré a afirmar la antigüedad poblacional del enclave. Abundando en este detalle hay que citar dos elementos de interés: 
  • El mapa[1] de Giacomo Cantelli, (cartógrafo del Papa Inocencio XI y del Duque de Módena), editado en Roma en 1696 bajo el titulo Li Regni di Valenza e di Murcia en el que La Senieta aparece situada entre Carabassí Torre y Alicante, así que en el XVII existía con entidad suficiente para citar el lugar. De las diferentes versiones impresas del mapa existentes en bibliotecas digitales (La BIVALDI , el fondo cartográfico de la Biblioteca Pública del Estado de Castellón, Riunet de la Universidad Politécnica valentina...), me quedo con el ejemplar en edición coloreada y magnífica presentación, que se cita aquí
http://www.fuentesdeayodar.com/cultura/cartografia/fuentes%201696/1696%20c%20Rossi%20Cantelli.jpg


  • Los restos arqueológicos. Ya hace algún tiempo, al inicio de las entradas dedicadas, pateando las lomas calizas próximas al mar que cabalgan las dunas fósiles entre Agua Amarga y Los Arenales, en lo alto de una de ellas me tropecé con restos de una construcción relativamente importante que cubre una superficie superior a los 200 m2.

Suelo de mortero con lechada de cal
Detalle de mortero con fragmentos de cerámica machacada


 Aun son claramente visibles los tramos de arranque de muros de 40 y 50 cm de espesor que siguen la orientación de la loma y muros transversales más cortos marcando varias dependencias conectadas formando probablemente un único edificio y alguna dependencia exenta adicional. Varias de ellas presentan suelo de mortero, una con revoque de cal y otra en el que se aprecian fragmentos cerámicos machacados en su composición (puzzolana). 
  •  En un lateral el suelo se compone de grandes losas de piedra formando un zócalo de más de dos metros de ancho y un poco más abajo restos de un potente muro de más de 60 cm. de espesor y unos 10 m. de extensión que ocupa el frontal que mira al mar. En general abundan restos de cerámica esparcidos por toda la loma e incluso en los cabezos colindantes. En uno de ellos hay un camino excavado junto a un punto de extracción de piedra y una línea continua excavada en la piedra  similar (aunque improbable) a una carrilada, así que insisto: yo, de ser autoridad competente, iniciaría una prospección.
Zócalo de piedra
Carrilada


[1] J. Antonio Galiano muy amablemente me remitió la información.

Todas las entradas dedicadas:


domingo, 25 de mayo de 2014

CATÁSTROFES NATURALES Y RELIGIOSIDAD EN ELCHE EN EL S. XVIII

A MODO DE PRÓLOGO
Como consecuencia de los programas de investigación del departamento de Historia Moderna de la UA se están publicando una serie de interesantes estudios que proporcionan datos e información significativa de la coyuntura histórica en la segunda mitad del XVIII en el sur de la Comunidad valenciana, una época crucial para nuestra ciudad por la envergadura de las iniciativas de las élites del poder que dejarán notables huellas en el paisaje rural y urbano e incluso en la mentalidad actual. Ciñéndonos al ámbito civil, baste considerar las continuas atenciones que se deben proporcionar al Pantano y la Acequía Mayor, las bonificaciones del Cardenal Belluga y del Duque de Arcos en los Carrizales o la conducción de aguas potables del Obispo Tormo. Ese contexto queda perfectamente dibujado a criterio de quien suscribe en dos interesantes artículos de Adrián García Torres
Comunicación presentada en: De la tierra al cielo. Líneas recientes de investigación en Historia Moderna, editado por la INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» (C.S.I.C.)Zaragoza, 2013 en el marco del I ENCUENTRO DE JÓVENES INVESTIGADORES EN HISTORIA MODERNA
((accesible pulsando el enlace)

Remedios técnicos a la sequía y esterilidad en las tierras meridionales valencianas: El fracasado proyecto de conducción de agua potable de las fuentes de Boriza y Urchel a la villa de Elche en el siglo XVIII
Se encuentra disponible en digital en la edición electrónica de la obra multimedia CAMPO Y CAMPESINOS EN LA ESPAÑA MODERNA CULTURAS POLÍTICAS EN EL MUNDO HISPANO, María José Pérez Álvarez Alfredo Martín García (eds.)
Enlace al indice y contenido:
 Nota: Para acceder al artículo es necesario buscar el enlace al mísmo en el índice.

Me propongo reproducir más adelante el segundo artículo completo, por ser antecedente inmediato en el tiempo a la ejecución de las obras del Obispo Tormo y por tanto relacionado directamente con la investigación llevada a efecto por Gonzalo Martínez Español y Felipe Mejías López Antes, como paso previo obligado, la entrada de hoy que no es más que un resumen interesado del artículo, aligerado de notas y contenidos en los que no se cita a la ciudad y la comarca, así que quien desee tener un visión cabal de su contenido debe leer el artículo completo. No obstante pese a la reducción de contenidos sobre el original, muestra el peso de la religiosidad popular en una coyuntura climática especialmente desfavorable. La tipografía destacada en negrilla es responsabilidad del que suscribe,

En busca del perdón divino: Los mecanismos de la religiosidad popular ante las adversidades climáticas y naturales en las tierras meridionales valencianas durante el siglo XVIII
Adrián García Torres

ENTRE LA INCAPACIDAD TÉCNICA, EL MIEDO Y EL CASTIGO DIVINO
La sociedad del Antiguo Régimen se caracterizó por una primacía del sector primario en la economía. Esta dependencia del agro conllevó una situación de fragilidad a los pobladores, ya que cualquier incidencia negativa originada desde el clima o el medio natural daba lugar a la eventualidad de desvanecerse todo el trabajo del año e incluso sus bienes más preciados, con todo lo que ello suponía. 
Podemos hablar de tres grandes miedos que forman parte de nuestra memoria colectiva: a la catástrofe, a la escasez y a la muerte. Temores que, además, no eran independientes, sino que en muchas ocasiones solían desembocar unos en otros La respuesta ante estos riesgos estuvo marcada por el atraso técnico, la limitada eficacia de las medidas del poder político para aplacarlos, el desconocimiento del origen exacto de los diferentes episodios desastrosos y la falta de medios económicos. [así que...] en vista de la carencia de las soluciones temporales para evitar y hacer frente a los daños materiales, las pérdidas económicas y, en algunos casos, incluso vidas humanas en que desembocaron estas catástrofes, se [abrió] la puerta de otras formas de socorro. Acudir al amparo de los remedios espirituales aplicados por la Iglesia católica pasó a ser el recurso más eficaz. En una sociedad plenamente sacralizada no fue tarea compleja vincular el funcionamiento del mundo físico con los designios divinos y la visión providencialista.
Desde el poder eclesiástico estos fenómenos atmosféricos y del medio se inscribieron a un origen sobrenatural unido a una amonestación divina por el comportamiento pecaminoso de los hombres. En otras palabras, el pavor a un Dios que avisaba a los hombres por sus conductas erróneas se convirtió en el epicentro del origen de las catástrofes climáticas y naturales. El clero puso en marcha un engranaje perfecto por el cual tomó bajo su mando todos los ritos y ceremonias destinadas a pedir al Altísimo misericordia, persiguió como supersticiosas a las que no pudo someter e introdujo en la mentalidad del pueblo, a través de los diversos mecanismos de los que disponía, la relación intrínseca entre las desgracias que sufrían con una raíz inmaterial.

CONJUROS, ROGATIVAS Y EXORCISMOS DURANTE LA PLAGA DE LANGOSTA DE 1756
El germen de la plaga se generó en el territorio extremeño en función del gran número de hembras que hubo el año anterior. Ante este desequilibrio, la cantidad de ejemplares aumentó sobremanera y se expandieron a Portugal, Andalucía, la Mancha, Murcia y Valencia. El espanto estaba servido, pues el carácter destructivo
de esta plaga bíblica asociada a la ira de Dios puso velozmente en alerta a todas las poblaciones, que iniciaron con apremio la formación de cuadrillas para atajar su avance.
Elche tampoco quedó impasible ante el peligro que se acercaba y se amparó «en los más eficaces medios para aplacar las iras de la Divina providencia» por medio de súplicas ejecutadas por el clero y las comunidades religiosas para reclamar compasión; no obstante, debido a su fracaso, pasaron a practicar procesiones públicas para expiar sus pecados y otros rituales en las iglesias, conventos y términos de la villa. A pesar de todos sus empeños, la situación no mejoró hasta que a través de un conjuro general «el pueblo había quedado liberado durante dos días del azote de la plaga»

SEQUÍA Y ESTERILIDAD EXTREMA EN EL BIENIO DE 1773-1774: LAS ROGATIVAS PRO PLUVIA
Las tierras meridionales valencianas se definen hasta nuestros días por un importante déficit hídrico, lo que se tradujo desde siglos atrás en la construcción de obras de ingeniería hidráulica con la misión de mantener la poca agua que aportaban las lluvias, las fuentes y los ríos. Por este motivo, la falta de precipitaciones desde el momento de la siembra hasta la recolección de los cultivos pasó a ser una preocupación que cada año acompañaba al ciclo agrícola. Por consiguiente, dada la angustia que provocaba la alta probabilidad de que se evaporara toda su producción, acudir al abrigo de las rogativas pro pluvia pasó a ser el universal remedio para poner fin a la falta de chubascos. De esta manera, según la duración de la sequía y su gravedad, se desplegaban diferentes prácticas religiosas cada vez más complejas.
Las adversidades de la década de los sesenta en el litoral mediterráneo continuaron en la primera parte de la siguiente, en cuyos años la esterilidad se plasmó en terribles consecuencias. No debemos olvidar que nos encontramos en un momento en el cual la perturbación climática Maldá, definida por la frecuencia y simultaneidad de episodios de sequías e inundaciones, se aproximaba a su período más pernicioso.
En el Bajo Vinalopó, tras la siembra en el otoño de 1772, la falta de lluvia hipotecaba el desarrollo de los cultivos a inicios del nuevo año, por lo que como primera medida de prevención se pasó oficio urgente a las comunidades y cleros ilicitanos para que sin pérdida de tiempo implementaran oraciones privadas. Así y todo, la bendición del cielo no llegó y los clamores de los labradores comenzaban a escucharse con mayor fuerza, puesto que la posibilidad de que no brotara la simiente ganaba enteros. Debido a esta nueva fase, desde el poder civil se decidió acudir a las rogativas públicas a través de Nuestra Señora de la Asunción, con la tarea de poner fin al «justo enojo de Dios».
A finales de febrero, los campos obtuvieron los codiciados chubascos que salvaban parte de los sembrados. Tras ello, fue necesario agradecer al agente ante Dios el favor divino logrado, por lo que se concertó una misa de acción de gracias. Sin embargo, la producción del año fue insuficiente y tuvo que recurrirse a la compra de grano en el puerto de Alicante.
La falta de precipitaciones continuó en los meses estivales y la llegada del otoño tampoco trajo soluciones. En Elche la siembra se retrasaba, lo cual extendió el temor a que 1774 fuera improductivo y se agravara más la coyuntura. Todo ello condujo a que directamente se ejecutara una procesión de la patrona por la villa a finales de noviembre. No obstante, al continuar la esterilidad y la carencia de los bienes de consumo la situación pasó a ser crítica, lo que se reflejó en soluciones espirituales del mismo tenor: una rogativa general de penitencia con dos nuevos mediadores poco frecuentes, el Divino crucifijo de la Agonía, venerado en la capilla de San Juan de Letrán del convento de los Mercenarios, y María Santísima de la Merced. Durante la marcha se llevó a cabo un alto en la iglesia de Santa María, donde un padre mercenario (sic: Mercedario) impartió un sermón. Concluida la ceremonia, se trasladó a los intercesores al convento de los Mercenarios, donde se expusieron durante nueve días, acompañados con misa por las mañanas y el rosario por las tardes. Finalmente, para que toda la población asistiera sin distinción, los sacerdotes, los días previos, animaron desde el púlpito a participar en todos los actos dada la espinosa situación..
Todas las medias fueron inútiles, pues la lluvia no hizo acto de presencia. La desesperación por obtener una mínima oportunidad de recolección, encaminó a la villa a acudir a una nueva procesión para purgar sus pecados en el mes de febrero de 1774, mas discrepancias con el vicario foráneo acerca de cómo ésta se debía poner en práctica, la congelaron hasta alcanzarse un acuerdo entre el poder temporal y el espiritual. Sin lugar a dudas este pulso fue una clara muestra del poder que tenía la Iglesia en este tipo de remedios.
Entretanto, la universal sequedad cristalizó en una terrible realidad. Los abastecedores de carne, a causa de la falta pastos en las comarcas próximas y las tierras murcianas, no disponían de ejemplares para vender en estado óptimo; la falta de agua potable tuvo como consecuencia que los pobres consumieran la dañina agua salitrosa del río Vinalopó; y los jornaleros parados, al no dar fruto la tierra, partieron a otras localidades en búsqueda del alimento para su familia. Realmente la situación era tan desconsoladora que no tardaron en comenzar las gestiones para obtener la condonación o la rebaja de las contribuciones reales.
Los últimos meses del año también estuvieron marcados por la miseria. Por lo que no sorprende que desde noviembre los ilicitanos volvieran a poner sobre el tapete los viejos anhelos de conducir agua desde otros lugares circundantes. Así pues, se intentó, por un lado, relanzar el proyecto de Marcos Evangelio relativo a desecar la laguna de Villena y nutrir de agua al pantano de Elche, y, por otro lado, se comenzó a inspeccionar el término municipal de Aspe en busca de fuentes vírgenes.

LOS TEMPORALES DE OTOÑO DE 1751: ENTRE EL MILAGRO Y LAS NUEVAS FORMAS DE SALVAGUARDA
Coincidiendo con una sequía general que afectó a la Península entre 1749-1753, los años 1748-1751 se catalogaron como calamitosos en el solar valenciano. De este modo, la esterilidad reinante se alternó con episodios extremos, entre los que tuvieron presencia las lluvias de alta intensidad horaria y las avenidas de ríos catastróficas, que no hicieron más que aumentar sobremanera la difícil situación que se acarreaba.
Dentro de los temporales que se dieron en el sur valenciano, el que más repercusión tuvo fue el que se vivió a finales del mes de octubre de 1751, el cual supuso el fin de un año marcado por la sequedad en sus poblaciones tras llover de manera ininterrumpida durante al menos cuatro días. Elche vivió en sus carnes las mayores consecuencias porque, además de arrasar con diversas casas, el pantano quedó inutilizado y el viaducto principal de la villa sobre el río Vinalopó no pudo soportar el torrente de agua, derrumbándose en su mayor [comprobar: parte]. Aunque la crecida del Vinalopó había ocasionado una importante devastación en la población ilicitana, para los representantes del cabildo la interpretación de este suceso distaba tangencialmente de lo que a simple vista se podía interpretar; ya que, a su entender, Nuestra Señora de la Asunción había intercedido no solamente para conseguir las deseadas precipitaciones, sino que su papel fue fundamental para que los daños materiales y humanos no fueran mayores en el transcurso del cataclismo. Esta aseveración se explica porque durante la crecida del río el día 31 de octubre, la amenaza de perder las infraestructuras hidráulicas y viarias era palpable, lo cual derivó en una rogativa pro serenitate a la patrona para implorar que la tromba de agua que descendía por el barranco se calmara. Así pues, se sacó su imagen desde la iglesia de Santa María y se bajó hasta la orilla de la rambla «desde cuyo punto se vio que las aguas suspendieron su orgullo, sin alterar sus corrientes».
Este hecho se catalogó de milagro, y con el deseo de que los habitantes no olvidaran el abrigo que la virgen les brindaba frente a los castigos divinos, se recordó su efeméride durante dos años. En 1752, el día de la conmemoración coincidió con nuevos problemas vinculados a una epidemia de tercianas y a una granizada, que agudizaban la poca estabilidad de la villa tras los daños del temporal de 1751.
A raíz de ello, se celebró el último día de octubre una eucaristía con música por la mañana y procesión general con salve por la tarde para implorar ayuda y agradecer el auxilio de su mayor protectora en los momentos más graves. Por su lado, en el segundo aniversario se ofició una misa en acción de gracias «y recuerdo del prodigio que obró María Santísima de la Asunción en igual día (…) con la avenida de las aguas por el torrente de la inmediación de esta villa».
La capacidad milagrosa mencionada no era nueva, ya que pocos meses antes del episodio se debatía entre el cabildo acerca de la necesidad de crear una conducción en el pantano de la villa que impidiera que el tarquín acumulado obstruyera la salida de agua y que como consecuencia destruyera el muro. Durante la discusión, uno de los miembros del cabildo, defensor de actuar en la infraestructura hidráulica, remarcó que si hasta el momento no se habían dado estragos en el pantano no se debía a las causas naturales, sino al resguardo de la virgen. Esta percepción no podía más que reforzarse entre la población, pues pese a la virulencia con la que el agua golpeó la pared, solo la galería de desagüe sufrió daños; no obstante, el embalse quedó en desuso durante años al embozar el temido cieno los mecanismos de salida del agua.
Tras la catástrofe comenzaron a desarrollarse las pertinentes reconstrucciones para dejar atrás las consecuencias de este dramático suceso, si bien las medidas fueron provisionales durante los primeros meses. No fue hasta 1755 cuando se emprendieron las intervenciones definitivas para que la reedificación del nuevo puente de Santa Teresa se convirtiera en una realidad. Las reparaciones se centraron en edificar el ojo de la parte poniente, el tajamar y una gran cadena en la parte de Levante.
Lo importante del proyecto es que no se olvidó el cuidado que lo espiritual podía ofrecer para proteger al nuevo viaducto ante posibles nuevos casos de riadas.
Con esta finalidad, los arquitectos Pedro Fernández y Gaspar Cayón incluyeron en su relación dos capillas, una en el Norte, con una escultura de Nuestra Señora de la Asunción, y otra en el Sur, con la de San Agatángelo. Asimismo, bajo éstas se instalaron dos lápidas en las cuales se describieron los daños del diluvio así como los gastos del nuevo puente, con el propósito de que este desastre y sus repercusiones prevalecieran en la memoria colectiva de las siguientes generaciones.



[1] El presente estudio forma parte del proyecto de investigación «Riesgo y desastre natural en la España del siglo XVIII. Episodios meteorológicos extremos y sus efectos a través de la documentación oficial, la religiosidad popular y la reflexión científica» (HAR2009-11928).
[2] Beneficiario de la convocatoria FPU 2009

Imagenes de: Infoexpress, Album en femenino, Diario La verdad, Cátedra Pedro Ibarra

viernes, 16 de mayo de 2014

ENTORNO DE LA SENIETA (2): RIEGO Y GALERÍA DRENANTE.

En la entrada anterior ya dijimos que lo que hoy se nos muestra como un saladar, hace menos de cien años eran campos cultivados de cebada. La presencia actual de plantas halófitas asociadas a este hábitat no tiene que sorprender, dado el carácter pionero de este tipo de vegetales. Una visita más sosegada al paraje permite percibir aún la división en bancales o tablas con las medidas típicas del campo de Elche; incluso la perspectiva en satélite del google maps nos sirve para divisar el parcelario y restos del sistema de riego asociado a las senietas. De paso confirmar que esta evolución de uso agrícola a zona húmeda es común en los terrenos colindantes, como el Clot, Torre Brissó (a la que espero dedicar una entrada pronto) y El Balsar.
Aljibe abovedado
Interior de balsa. 

Detalle del orificio de desagüe 
Canal de llenado procedente de la Senieta
De otra parte, Paco, agricultor nonagenario propietario de terrenos y de parte de la Torre nos informa con detalle de lo dicho. Según él la galería drenante se construyo un año antes de su nacimiento (1916) con la finalidad expresa de derivar las aguas de avenida al mar. En su cabecera, en los años 70 del siglo pasado se cambió el canal de captación de aguas para su derivación a la galería drenante por tuberías de hormigón, que se colocaron sobre el suelo y apenas cumplen su función, de ahí que de vez en cuando el fondet aparezca con agua.
Tubería sobre restos del canal drenante

Segunda balsa, canal de llenado
Abundando en el tema, el hecho de que subsista la noria de sangre, la división en parcelas agrícolas y los restos de palmeral en sus alrededores, una torre de defensa y una o varias edificaciones alrededor con toda la pinta de ser de un pasado remoto (y más en concreto una alquería) debería ser suficiente para plantear la posibilidad de que, como en otros puntos del campo de Elche, persistan elementos de la cultura de oasis, asociados ahora no a un flujo continuo de agua, sino a sistemas de captación de aguas subterráneas, lo que incluso podría servir para ponderar la flexibilidad del modelo agrícola. Lo digo porque además aparecen aljibes y balsas para el almacenamiento y su posterior reparto de agua en los veranos y épocas de escasez. La Sèquia Major a lo largo de su recorrido y algunos brazales contaban con estos elementos, en su mayor parte lamentablemente perdidos y que resultaban fundamentales para la viabilidad y el  mantenimiento del sistema. Así, en la Senieta tenemos restos acreditados de al menos dos balsas, un aljibe abovedado y dos norias de sangre en la zona junto a una galería drenante para impedir que las ocasionales avenidas en los episodios de lluvia intensa, pudieran anegar el terreno. La presencia de restos de cerámica y restos de construcciones en las elevaciones y cabezos circundantes aconsejarían una prospección sistemática de los alrededores. Diría más cosas, pero lo dejamos para otro día. De momento seguimos con una visita a la galería drenante por Sergio G, responsable del excelente blog rutas  y vericuetos con un importante número de entradas de interés local:

Trinchera y bocamina 
He estado esta mañana explorando el interior de la mina de la Senieta y charlando con Paco en su casa... (dice)... que a lo largo de la playa hasta el Carabassí hubieron pozos abiertos con agua dulce que se usaron para consumo humano y para dar de beber al ganado.
Principio de la galería
He entrado en la galería hasta un derrumbe que obstruye la totalidad del túnel, tomando fotos y realizando medidas.
La galería es prácticamente recta y hasta donde se puede entrar tiene una longitud de 266 metros. Desde este punto se puede ver la luz de la bocamina.
En toda su longitud está excavada en la roca sin ningún revestimiento. Tiene 4 lumbreras en su recorrido con las oquedades practicadas a ambos lados para el acceso al exterior. De la misma forma que en las minas tradicionales, hay agujeros a lo largo del túnel para colocar la iluminación por medio de candiles o lamparillas de aceite. 
Principio de la galería desde el final
Segunda lumbrera. Apoyos excavados en la roca 
Cuarta lumbrera

Final de la galería
Por el interior se puede deambular con comodidad y no hay ningún derrumbe ni signos de peligro. Solamente debajo de la cuarta lumbrera hay unos escombros que dificultan un poco el paso a raíz de unos trabajos de reparación ...
Marcas de excavación
Se observan las marcas del agua en las paredes y las marcas dejadas por las picoletas de los trabajadores en los hastiales de la galería.
Desde la bocamina hasta la primera lumbrera hay 72 metros con una anchura de 65 cms y 1,84  metros de altura.
De la primera lumbrera a la segunda hay 60 metros con una anchura entre 70 y 80 cms y una altura variable que oscila entre 1,65 metros como punto mas bajo, pasando de 1,80 a 2,17 metros.
De la segunda lumbrera a la tercera hay 47 metros con una anchura de 80 cms y una altura de 1,96 metros.
De la tercera lumbrera a la cuarta (donde están los escombros), hay 63 metros con una anchura de 65 cms y 2,00 metros de altura.
a continuación hay un tramo de 24 metros hasta unos escalones donde la galería adopta mayor altura. Bajo de los escalones el túnel continua con el suelo anegado de agua y con basuras en su interior. A 25 metros ya no se puede continuar porque está obstruido.
Derrumbe visto desde el exterior

 Fotos adicionales de la Senia, aljibe, exterior de la galería, bocamina y balsa de Ismael Sempere.
Todas las entradas dedicadas:
 http://www.yporquenounblog.com/search/label/Fondet%20de%20la%20Senieta%20%28Elche%29


jueves, 8 de mayo de 2014

Restos de la Guerra Civil

Poca gente conoce de primera mano los restos de construcciones militares de la guerra Civil en nuestra comarca, que se concentran mayormente alrededor de Santa Pola y el sur del término de Elche, dentro de lo que se conoce como El muro mediterráneo un conjunto de trincheras, casamatas o bunkers, posiciones artilleras y otros elementos destinados (parece ser) a prevenir un desembarco de los sublevados desde Mallorca, a lo largo de las costas de la provincia. 
Trinchera con valla
La suerte de estos elementos es diversa; algunos, como los existentes alrededor del Clot de Galvany, incluidos dentro del Plan especial de protección de la zona, gozan de buena salud (como el bunker e que se ubica en la charca central del Clot y que era el cuartel general del sistema defensivo del enclave) y son de hecho un interesante elemento para la puesta en valor del territorio. Otros, también incluidos de hecho han desaparecido pese a ello y otros están en vías de desaparición. 
Resaltes rectangulares para el apoyo de los tiradores
En este sector han desaparecido los apoyos
Derrumbe parcial 
Parte superior de un bunker del tipo i) del levantamiento gráfico, junto al Balsar, fuera del ámbito de protección del Clot 
Acceso y tronera de defensa interior. En la entrada el revestimiento de los ladrillos aún se conserva 
Interior. Parte izquierda y troneras.
Parte derecha
Defensa interior
Acceso al bunker. Desconchado del revestimiento de ladrillos 
Finalmente la red de trincheras y casamatas ubicadas al otro lado de la actual carretera Nacional a la altura del Balsar que han quedado fuera del supuesto manto protector del Plan Especial del Clot, están abandonadas a su suerte y así tenemos un poco de todo: degradación por la erosión, falta de mantenimiento, derrumbes de cubiertas, vallados, vandalismo, etc. Y lo digo con cierto conocimiento de causa, pues cuando estaba en litigio la protección del paraje de vez en cuando pasaba por allí, hace más de 30 años. En abril, volví y las diferencias son importantes. Pese a todo aún podemos decir que tenemos la suerte de poseer un rico patrimonio heredado de la Guerra Civil, que probablemente ya está inventariado por las Administraciones competentes, pero si no se toman medidas que vayan más allá de la mera declaración (que no tienen porque ser gravosas para la Administración), si el inventario se guarda en un cajón estamos en la vía de perderlo y cuando no haya nada o los restos sean irrecuperables lamentaremos una vez más, la oportunidad perdida. 
Bunker semidestruido junto a la Nacional, dentro del ámbito de protección del  Clot 
De todo el material de interés existente en la red, destacaría dos aportaciones fundamentales:
Levantamientos gráficos extraídos de la obra de Andres Martínez Medina
 DIBUJANDO LA ARQUITECTURA OLVIDADA: LAS DEFENSAS MILITARES DE LA GUERRA DE 1936-39  de Andrés Martínez Medina un trabajo de campo elaborado en el marco de las actividades de investigación del departamento de expresión gráfica y cartografía de la UA y que presenta un inventario sistemático de las diferentes construcciones en la Provincia.  El trabajo se complementa con una presentación bajo el mismo título también en el repositorio institucional de la UA: http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/25758 
Entre ambos se muestra una tipología bastante estructurada; el autor compara este "muro mediterráneo", que así es como lo nombra, con otras europeas como el Atlantic Wall y la línea Maginot ya existente cuando se hizo esta línea defensiva. Como información adicional de interés, junto a estos documentos y al cartel aparecen tres artículos de practica del departamento de expresión gráfica y cartografía, en: 

La segunda aportación fundamental es un mapa con marcas de geoposicionamiento y comentarios en Google maps bajo el título de:


Ver Fortines, búnkers y trincheras en los alrededores de la ciudad de Alicante en un mapa más grande 


Lo considero la mejor visión de conjunto de lo que hay sobre el terreno pese a que no está todo y ya no está al día (creo) aunque también destacaría su carácter abierto y actualizable, así que desde aquí mis felicitaciones al responsable (citar) por el esfuerzo dedicado.

Otros enlaces de interés
Restos de la Guerra Civil en Alicante

Un ejemplo de integración de las construcciones de la guerra civil en los itinerarios culturales en el Clot y Noticia acerca de los bunkeres de la Guerra Civil, ruta preparada en su día por el Ayuntamiento de Elche


Boletín 8 - El Clot de Galvany




Entrada dedicada a valorar el paraje municipal protegido del Clot, incluyendo las construcciones de la Guerra Civil, con  el significativo título de Luces y sombras del Clot  en Alicante  Vivo

Conjunto de reportajes fotográficos dedicados al tema en la provincia, en facebook:

jueves, 1 de mayo de 2014

EL ENTORNO DE LA SENIETA (1)

A nivel geológico, la Senieta sería parte de la depresión del Clot-Balsares, una cuenca semiendorreica que podría desaguar en precario por las actuales salinas de Aigua Amarga, puntos en los que el cordón de dunas fósiles que impide la evacuación se interrumpe. Es frecuente encontrar “ullals”, nacimientos de agua dulce históricamente aprovechados, como el que nos ocupa, aquí pero también en el Clot, Balsares y Torre Brisó. “Senia” y “Senieta” aparecen como topónimos a lo largo de las depresiones que jalonan el espacio inmediato al mar entre las Sierras Larga y Colmenares y el Cabo de Santa Pola.

 Lo que hoy es la carretera Alicante - Arenales no es más que el viejo camino que comunicaba Lucentum, el Portus Illicitanus y Carthagine Spartaria hasta que en la segunda mitad del XX se hizo la nueva carretera nacional más al N. Dicho camino, conocido aún hoy como “Camino viejo a Santa Pola” está jalonado por una serie de edificaciones defensivas unas y habitacionales otras, erigidas en diferentes momentos históricos, de las que aún se mantienen en pie unas cuantas, generalmente ocupando las cimas de los cerros circundantes entre los que destaca La Torre de la Senieta, inmediata al camino en el cruce con la prolongación de la carretera que comunica El Altet  y Elche. La ubicación no está en altura así que, pese a haber sido sobreelevada con un segundo cuerpo ofrece una visión precaria del mar; más que torre vigía es probable que cumpliera funciones de vigilancia del camino y defensa de sus habitantes en caso de ataques, papel similar al ejercido por una serie de torres defensivas de segunda línea, como Torre Brisó y la Torre de la Cañada ciñéndonos a las más próximas, generalmente construidas por el estamento nobiliario a diferencia de las de primera línea costeadas por los Austrias en un ambicioso (y escasamente efectivo) plan de defensa del litoral.
La Senieta en una foto reciente
El Fondet de la Senieta evidencia todos los restos de un aprovechamiento agrícola que hunde sus raíces en la agricultura de oasis: palmeras en la divisoria de los bancales, aljibes para agua de boca, senietas y balsas para agua de riego... 
Restos de la derivación del agua de la Senieta a la balsa
Vista del Fondet desde la Senieta en dirección Sur
Las grajillas han tomado por asalto los troncos secos de las palmeras 
El enclave producía abundante cebada y productos hortícolas, necesitando menos riego que otros puntos de la comarca, por la presencia clara del agua a escasa profundidad según el abuelo copropietario de la Torre, quien afirma que la torre era de los moros por los restos, aunque fue totalmente remodelada después de la guerra de modo que original solo quedan los muros del exterior. A su vez nos informó que en su juventud habían al menos 4 senietas en funcionamiento en el paraje.
Alineamiento de sillares de gran tamaño, en las proximidades de la Torre, probables restos de una senia desaparecida


Tirante de acero para sostener una de las ramas principales, ya desprendida
Apuntalamiento de una rama
Como testigos mudos del hábitat histórico, junto a la torre sillares de gran tamaño que probablemente fueron una de las senias del lugar. También quedan aún árboles más que centenarios. Dos de ellos notables: Un garrofer de 5’60 m de perímetro de tronco a 1’20 de su base, y una olivera de 4’30 m. Ambos propiedad del abuelo, quien con 96 años a sus espaldas, pese a todo, los cuida. A destacar el apuntalamiento del garrofer y la sujeción con cable de una de sus ramas mayores, ya desprendida.