Contienda entre soldados y bandoleros. Urrabieta |
Las valerosas acciones
de los milicianos de Novelda. El aguerrido Juan Navarro.
Un componente de la milicia de
Novelda apelado Albert,
conociendo la fuga de Marrana, y a sabiendas de que éste tenía esposa y
amistades en Novelda, intuyó que el bandido intentaría retornar a su domicilio
durante la noche, haciéndole espera en las cercanías del pueblo. El miliciano
vio llegar a dos hombres con legones y espuertas, a los que dio el alto,
reconociendo a su paisano. El bandido levantó su arma para intimidarle, pero
Albert disparó hiriendo mortalmente a Marrana y capturó a su cómplice, que
entregó a las autoridades de la villa[1].
Mientras tanto, Jaime Alfonso y 21 secuaces campeaban por las cercanías de
Cieza. El 25 de abril robaron a todos los transeúntes que viajaban por las
inmediaciones, y en un embate contra la tropa hirieron a dos soldados,
temiéndose por la vida de uno de ellos. A fines de mes, la milicia provincial
de Murcia dirigida por el capitán Caravaca, tuvo un nuevo encontronazo
con la cuadrilla de Jaime en las inmediaciones de Cancaríx. Los malhechores se
refugiaron apresuradamente en la Sierra, resultando herido alguno de los
forajidos por los rastros de sangre que fueron dejando. La precipitada fuga
hizo abandonar los pertrechos robados durante ese día, así como algunos efectos
personales de los bandoleros, como sus sombreros[2].
Durante la primavera de 1821, los alcaldes de Aspe y Crevillente mostraron
evidentes signos de apatía en el acoso del Barbudo y su cuadrilla. Es probable
que pesara en ellos el temor a posibles represalias o quizá le tributaban
ciertas simpatías. Hernández Girbal reproduce varias misivas cruzadas entre
Francisco Plasencia, jefe político superior de Valencia y varios alcaldes
inmediatos a la Sierra de Crevillente. El 2 de mayo, el alcalde de Novelda,
José Beneyto, comunicaba a Plasencia el establecimiento del Regimiento de
Chinchilla en la villa de Elche consignado a la persecución de los ladrones y a
auxiliar a los pueblos. En el mismo día, Beneyto concertaba una entrevista con
el alcalde de Aspe en el confín de los términos, al objeto de coordinar
acciones conjuntas para la captura de Jaime Alfonso. A dicha iniciativa debía
sumarse el alcalde de Crevillente pero no había respondido a la convocatoria.
El 6 de mayo, el primer edil crevillentino manifestaba cierto desinterés a su
homónimo de Novelda, ya que para prender a Jaime expresaba: “no tienen VV.
una necesidad de que nosotros les digamos la dirección que han de seguir, pues
deben estar más enterados que nosotros de las gargantas y desfiladeros de su
Jurisdicción y pasajes por donde algún tiempo puedan haber divagado estos
forajidos”. Al mismo tiempo
le hacía participe de una nueva entrevista tripartita de alcaldes convenida con
Aspe, cuyo punto de reunión sería Hondón de las Nieves (Hernández Girbal, 1968,
164).
Sima-Cueva de Jaime el Barbudo en Hondón de los Frailes |
Tras las bajas sufridas
en las huestes del crevillentino a mano de las patrullas de Novelda, el Barbudo
realizó una proclama jurando asesinar a cuantos vecinos de la villa cayeran en
sus manos. Cundió el temor y la consternación en Novelda, algunas familias que
necesitaban tomar los baños en Fortuna y Archena suspendieron su viaje y otras
se concentraron en la villa acongojadas por las severas amenazas de los
bandidos[5].
Puesto en conocimiento de Plasencia, el
7 de junio ordenó las siguientes instrucciones: “que si quitase la vida a alguno de Novelda, particularmente a los
Beato, colgará V. de un árbol al preso José Onteniente, aún cuando esto no debe
hacerse, puede que esta amenaza le contenga…” (Hernández Girbal, 1968,
168).
En
tanto en Yecla andaban sorprendidos, aseverando que Jaime Alfonso debía estar
enfermo, porque no había perpetrado tropelías en un mes. Desde fines de junio,
las fuerzas gubernamentales tenían establecido un dispositivo de vigilancia con
patrullas militares en torno a la Sierra de Crevillente, aprestadas para
abortar cualquier tentativa de Jaime. Diariamente, varios destacamentos de
soldados y miñones partían desde Aspe, Elche, Crevillente y Albatera efectuando
recorridos por el interior de la Sierra de Crevillente. Pese al dispositivo de vigilancia, el 17 de
julio Jaime Alfonso desvalijó a unos catalanes que portaban cerca de 4.000
pesos, botín que en esa jornada aumentó hasta los 7.000 pesos, tras los asaltos
efectuados a arrieros y carreteros[6].
Aunque el Barbudo había optado por un repliegue táctico, manteniéndose una
temporada a cobijo con la finalidad de conjurar el inminente peligro, no
desaprovechaba la oportunidad de obtener un suculento botín. El noticiero mostraba
su desánimo afirmando: “De repente, sin
embargo ha vuelto a aparecer y a vista, ciencia y paciencia de una multitud de
patrullas que le persiguen, ha recogido en una sola hora más de 7.000 pesos
¿Qué espías y que bien pagados no debe tener el bandido, cuando osa presentarse
en un terreno de solas dos leguas, paseadas a todas horas por gruesos
destacamentos que no cesan de salir de Aspe, Elche, Crevillente y Albatera? La
Sierra de Crevillente es otro Argel y así como el Argel de África llena de
ignominia a los que toleran aquella guarida de piratas infames, así la sierra
de la que hablamos es la mengua de las dos provincias de Murcia y Valencia, que
no han podido exterminar a seis facinerosos, que cuentan más de 22 años de
rapiñas y violencia.[7]”
Volvía a revelarse la impunidad con que obraba
el bandolero, poniendo en entredicho la frágil seguridad que ofrecían las vías
de comunicación entre los pueblos del Vinalopó con las zonas de Orihuela,
Murcia y Cartagena, imposibilitando el libre tránsito de mercancías y viajeros,
pese a los considerables gastos que suponía el mantenimiento de varios
contingentes armados asignados ex profeso a la persecución del Barbudo. Hubo
quien atribuía el fracaso del ejército al frecuente relevo de los destacamentos
militares, ya que cuando un comandante adquiría la suficiente destreza y
dominio del terreno en el que se desenvolvía El Barbut, era reemplazado por
otro regimiento, teniendo que acomodarse nuevamente la tropa al terreno. A ello
se unía el gran apoyo y protección que brindaban los habitantes de la zona al bandido
crevillentino [8].
Se trató de realizar una
suscripción popular con el fin de reunir 5.000 duros, y destinarlos a
exterminar al Barbudo y su gavilla. El editor del diario popular de Murcia ofreció el monto de medio año de su diario
para dicha colecta. Unos días más tarde, el desprendido redactor recibió una
notificación del bandolero manifestándole: “que
una noche entrará en Murcia y le arrancará de la entretela del corazón el
importe de su oferta.[9]”La
cuadrilla de Jaime fluctuaba alrededor de los 28 individuos, el 26 de julio
volvieron a enfrentarse a una partida de tropa. Crecía la consternación y el
desánimo en los pueblos, cada vez era mayor el número de voces que reclamaban
medidas enérgicas contra los ladrones[10].
Distintos rotativos publicaron un decreto emitido por el jefe político de
Valencia, Francisco Plasencia signado el 7 de agosto de 1821. En el referido
edicto el rey Fernando VII gratificaba a Juan Navarro, integrante de la milicia
local de Novelda, por el mérito contraído al haber eliminado al famoso Marrana,
integrante de la partida de Jaime. El monarca le concedía una gratificación de
10.000 reales de vellón, a la vez que ofrecía una recompensa de 30.000 reales
por la captura del cabecilla Jaime Alfonso, 10.000 reales por cada sujeto que
estuviera más de 4 años en la banda y 6.000 por los individuos que se
hubieran incorporado con
posterioridad. Medidas que pretendían el
más pronto exterminio de la totalidad de la cuadrilla[11].
El mozo raptado contaba 15 años, Jaime solicitó
al padre con urgencia un rescate de 2.000 pesos. Navarro debía abonar dicha
suma en el perentorio plazo de 6 días, sino el chaval sería desollado. El beato tuvo que realizar vivas
diligencias a fin de poder reunir tan importante capital, recibiendo ayuda de
varios vecinos de Novelda. El Barbudo impuso la condición de que fuese el
propio Navarro quien llevara el dinero a la Sierra, marchando solo y sin escolta. Sin duda, un
golpe efectista que manifestaba la audacia y el poderío de Jaime, sembrando el desconcierto
y la inseguridad entre sus adversarios, a la par que burlaba las disposiciones
gubernamentales difundidas para su captura[13].
Juan Navarro pudo recuperar a su hijo, no sin antes entablar negociaciones con
el Barbudo para obtener una rebaja en el rescate, que finalmente se redujo a
900 pesos –13.500 reales de vellón–. Ciertamente, los acontecimientos tuvieron
un resultado opuesto al apetecido, los 10.000 reales donados por la Corona para
exterminar a la cuadrilla de Jaime, acabaron engrosando el bolsillo del propio
Barbudo[14].
El caso del miliciano Navarro se ajusta al perfil atribuido a Jaime de bandido comedido
en el uso de la violencia, Jaime no evidencia deseos sanguinarios de venganza
por las muertes de sus compañeros, sino que se conforma con la obtención del
dinero.
Los tribunales de
justicia se mostraban inflexibles con los bandidos apresados. Un integrante de
la partida de Marrana apelado Follana,
fue fusilado el 25 de agosto en la villa de Elche. Hombre de avanzada edad, se mantuvo obcecado en no declarar hasta el
último momento, cediendo ante la inminencia de la muerte.
El periódico el Universal emitió un artículo rebajando
los denuedos del capitán Haro, destinado al acoso de los bandoleros en las
comarcas del Vinalopó. El comentarista exponía que el oficial que había asumido
este destino hacía dos semanas, y que buena parte del mérito era obra del jefe
político de Murcia y de los oficiales precedentes. Reprodujo el despacho
emitido por el comandante general de Murcia, relatando que cuando Jaime capturó
al hijo de Juan Navarro, comunicó mediante el vicario de Hondón de los Frailes,
que le remitiesen 900 pesos de rescate o le fusilaba. El comandante de Murcia
ordenó al capitán Haro la inmediata persecución del bandido apoyado por 20
soldados, 2 cabos y 1 sargento del batallón de Cataluña. Asimismo dispuso que
el capitán Joaquín Cros, oficial de la partida volante, pusiera de inmediato en
prisión a las esposas de José Alfonso
y de Pepet, integrantes de la banda,
y que si el muchacho era fusilado, éstas también lo serían. De igual modo,
manifestaba que el cañón hallado en Aspe por el juez de primera instancia de
Novelda, fue consecuencia de las declaraciones de José Onteniente, alias Baboset, camarada de Jaime y preso en la
cárcel de Novelda. En la comarca venían operando tres contingentes militares
junto al regimiento provincial de Chinchilla, diseminado en pequeñas unidades
para proteger a los caminantes. Estos contingentes militares habían realizado
una batida en unión de las milicias locales de los pueblos sin obtener frutos.
Los nulos resultados debían atribuirse a la huida de Jaime de la zona y no como
argumentada el capitán, a la falta de unidad en el mando, y que a juicio del
articulista escondía el anhelo de Haro por recibir el exclusivo mando de las
tropas que acechaban a los bandoleros[15].
Un destacamento militar
entabló combate el 4 de septiembre contra Jaime y su banda, se desarrolló un
intenso fuego cruzado que se prolongó más de una hora. Finalmente las huestes
del Barbudo optaron por retirarse y abandonar diversos pertrechos (armas,
mantas, sombreros). La cuadrilla había sufrido una baja y dos heridos graves que
fueron apresados por la tropa, éste tropiezo daba aliento a sus perseguidores[16].
El capitán general de Valencia refería en un parte emitido el 8 de septiembre:”…la cuadrilla del bandido Jaime Alfonso acaba
de tener tres bajas de consideración, pues a las 2 de la noche del día 3 del
actual –madrugada del día 4–, a un
cuarto de legua de la villa de Crevillente, fueron aprehendidos los individuos
Sacristán y Matamoros, y muerto felizmente el Mangranero. Esta acción digna del
agradecimiento de la humanidad, se debe a la bizarría del capitán don Vicente
María Haro, a los cabos Vizcon y Carlos Ventura, y a los granaderos Bustos y
Sobrino, todos del provincial de Alcázar de San Juan, quienes además rechazaron
por dos veces al resto de la cuadrilla que intentó apoderarse de los presos[17] “.
A las bajas sufridas en la refriega con la tropa, se sumó la rendición
voluntaria de dos acólitos de Jaime a las autoridades de Elche unos días más
tarde[18].
Daba la impresión de que se abrían fisuras en la banda del Barbudo, dando
aliento a las autoridades que vislumbraban alguna esperanza de finiquitar a
Jaime. Los secuaces apresados fueron juzgados sin dilación por un tribunal
militar y condenados a la pena capital. La Comandancia General de Valencia
emitió un comunicado el 21 de noviembre, dando cuenta de un oficio emitido por
el jefe militar del Cantón de Elche. El
informe notificaba que en cumplimiento de sentencia, el 14 de noviembre habían
sido fusilados junto al Calvario de la villa de Crevillente los facinerosos Sacristán y Matamoros, compañeros del
bandido Jaime Alfonso, capturados por la partida de tropa dirigida por el
capitán Vicente María Haro[19].
[1] HDBNE, Miscelánea de Comercio,
Política y Agricultura, 29 de abril de 1821.
[2] BVPH, Diario Constitucional de
Barcelona, 17 de mayo de 1821.
[3] HDBNE, Miscelánea de Comercio,
Política y Agricultura, 24 de mayo de 1821.
[4] HDBNE, El Espectador 25 de mayo
de 1821.
[5]
HDBNE, Nuevo diario de Madrid, 9 de junio de 1821.
[6] HDBNE, Miscelánea de Comercio,
Política y Agricultura,
26 de julio de 1821.
[7] HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política
y Agricultura, 5 de agosto de 1821.
[8] HDBNE, El Universal, 6 de agosto de 1821.
[9]
HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y
Agricultura. 28 de julio de 1821.
[10]
Ídem.
[11] HDBNE, Nuevo Diario de Madrid, 13 de agosto de
1821; Miscelánea del Comercio, Política y
Agricultura, 15 de agosto de 1821; El
Universal, 15 de agosto de 1821.
[12]
HDBNE, El Universal, 18 de agosto de 1821.
[13]
HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y
Agricultura, 16 de agosto de 1821.
[14]
HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y
Agricultura, 1 de septiembre de 1821.
[15]
HDBNE, El Universal, 2 de septiembre
de 1821.
[16]
HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y
Agricultura, 9 de septiembre de
1821.
[17]
HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y
Agricultura, 15 de septiembre de 1821.
[18]
HDBNE, Miscelánea de Comercio, Política y
Agricultura, 16 de septiembre de
1821.
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