CAMINOS IBEROS

martes, 26 de febrero de 2013

AL CASTELLAR DE MORERA POR UN ITINERARIO POCO COMÚN



Los seguidores del blog saben que casi todas las semanas ando enredado por el Norte del término. Después de tantas carriladas y petroglifos decidí hacer un alto en el camino y encaminar mis pasos a Ferriol (de nuevo) para terminar en El Castellar de Morera, un montón de años sin subir. 

Decidí desestimar la ruta habitual desde el Pantano para hacerlo justo por donde casi nadie lo hace: por las paredes verticales que miran al Este, allí donde la erosión eólica ha tallado pináculos y profundas oquedades en un paisaje más que peculiar. 

Al final no resultó tan complicado y tiene varios premios añadidos: se puede ver la cantera del Castellar, sin salida aparente hacia el valle por lo que puede que se haya mantenido intocada desde hace un montón de tiempo (tengo que volver a confirmar el detalle), una magnífica visión de lo que llamamos la cola del Pantano cubierta de carrizo, algunas curiosidades botánicas como un hermoso rodal de oloroso espliego y otros arbustos peculiares que otro día diré y por fin, como premio final, se sale a una de las partes recién excavadas, con dependencias y restos de las murallas del recinto en un punto en el que alcanzan más de metro y medio de espesor y una muestra del excelente trabajo de consolidación y protección de los restos y las dependencias excavadas; desde aquí mis felicitaciones al equipo.

La cola del Pantano; en primer término restos de muralla



Consolidación y protección de la excavación

La vara, al final, mide 1'20 m.
Paseando por allí se llega fácilmente al “primer asentamiento” de Mariano Ros, una serie de bajorrelieves en mitad del Castellar con motivos que después repetirá en el actual (justo encima de la cantera de Santa María, arriba del Racó de Morera). 




Reloj de sol con el gnomón partido. 


A la vista de lo que allí hay se entiende que con toda amabilidad le invitaran a no seguir: movió piedras para construir su “cau”, realizó los bajorrelieves en la roca, introdujo cemento y fabricó mortero, alguien acumuló útiles diversos que después se han quedado allí, etc. Ese rodal concreto ha dejado así de ser testimonio de épocas pasadas, aunque en última instancia las Administraciones Públicas deberían haber sido más cuidadosas en su control y haber atajado a tiempo la intervención en uno de los yacimientos más importantes de la comarca, estrechamente vinculado según las últimas propuestas con la refundación de de la ciudad musulmana en su actual emplazamiento.

Restos cerámicos
Del paseo extraje unas cuantas observaciones de interés: me sigue asombrando la sobreabundancia de restos cerámicos esparcidos un poco por todos los lados. También algunos hoyos en la piedra, probables soportes para pilotes de madera, uno de ellos con restos cerámicos en su interior que algún “voluntario” ha decidido poner allí[1]; del mismo tamaño una pequeña cubeta con un canalillo (o sea un inevitable petroglifo, seguro que hay más) pero lo mejor de todo es que me fui con la sensación de que tengo que volver.
Hoyo en la piedra probablemente para meter un poste de madera, con fragmentos de cerámica


Petroglifo en el Castellar
Selección de material digital de interés:


Le Castellar de Morera d'Elche est il la Madînad'al-Askar des textes arabes? / Pierre Guichard








[1] La visita a yacimientos arqueológicos no controlados se debe hacer dejando intocado cualquier elemento en especial los restos cerámicos. Cuanto más completos se recuperan los cacharros más información histórica se puede extraer de ellos, así que no hay que mover las piezas; debería ser suficiente con fotografiarlas y dejarlas “in situ”.

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