La
última vez que los valencianos saltaron a la palestra en política internacional
(los Borja, vive Dios) se armó tal tremolina en Roma que los Obispos se
conjuraron para no volver a sufrir nunca más a un español como timonel de la
Iglesia católica. La cosa llegó al extremo de que sus huesos, algo inédito para
los Papas, permanecieron prácticamente insepultos hasta que la Corona española,
allá por el XVIII dispuso lo necesario para que tuvieran un digno acomodo. Algo
así va a terminar siendo el resultado final de la historia de hoy. Resulta que
lo de Caja Madrid era de juzgado de guardia, pero solo eso: tenía problemas que
probablemente hubieran requerido depurar responsabilidades y una enérgica
intervención en la línea de liquidar la deuda, recalculando el precio de las
viviendas y de las hipotecas, llegando a acuerdos con los ciudadanos pillados,
haciendo emerger las pérdidas (en parte debidas a los manoseos en la caja de
Esperanza Aguirre) para empezar a recuperar fuelle.
Alejandro VI, segundo Papa Borgia. Dicen que decía: "...A la chiqueta, lo que fasa falta..." |
Se creyó que las entidades
valencianas estaban en una situación similar, en especial Bancaja, galopada ex
profeso por los populares para sustentar su política de macroinversiones
festivas y demás. Al gobierno de Zapatero se le ocurrió la genial idea de
juntar a todas las entidades de crédito que habían quedado desperdigadas tras
la reconversión de las Cajas de Ahorro en bancos (en una magistral jugada del
maltrecho (sic) poder financiero aprovechando que el Pisuerga pasa por Madrid,
eliminando de paso la nefasta influencia de los políticos, pero eso es otro
tema, aunque nadie habla de lo mucho que se ha perdido ahí) en una bolsa común
como fórmula para diluir los problemas. Y quiso entrar como flamante
condottiero Rodrigo Rato y he aquí que la nueva Bankia una vez destapado lo que ocultaba Bancaja ha tenido que reconocer expresamente su incapacidad para
asumir tanto despropósito y se ha declarado en quiebra obligando al Estado a intervenir.
Y el Estado ha chapoteado con pavor en el enorme agujero negro fabricado por los valencianos (aunque públicamente Rajoy haya vuelto a decir algo parecido a los famosos “hilillos de chapapote”) y ha pedido socorro a Europa, empeñada en mantener las ficciones a base de talonario en vez de mirar con lupa: Grecia, Irlanda, Portugal y ahora España. Lo malo de todo este sinsentido es que los fondos se acaban y se habla de que objetivamente se está contemplando la tesitura del fin de la moneda única al menos para algunos países con la inminente salida de Grecia. Y España en la cola.
Y el Estado ha chapoteado con pavor en el enorme agujero negro fabricado por los valencianos (aunque públicamente Rajoy haya vuelto a decir algo parecido a los famosos “hilillos de chapapote”) y ha pedido socorro a Europa, empeñada en mantener las ficciones a base de talonario en vez de mirar con lupa: Grecia, Irlanda, Portugal y ahora España. Lo malo de todo este sinsentido es que los fondos se acaban y se habla de que objetivamente se está contemplando la tesitura del fin de la moneda única al menos para algunos países con la inminente salida de Grecia. Y España en la cola.
El día que esto acabe (va a ser largo y duro, tal y como los
ciudadanos de a pie perciben la desvergüenza del reparto de millones mientras
ellos siguen obligados a pagar puntualmente las obligaciones contraídas sin
rescates, sin ayuda de nadie y sin empleo en muchos casos, lo que objetivamente
los sitúa en la antesala de la
insumisión), a los historiadores (creo) se les pondrá en evidencia que por donde
pasaron los valencianos no volvíó a crecer la hierba: agostaron la Comunidad
Valenciana, hundieron Bancaja, la CAM y el Banco e Valencia y facilitaron así
la debacle posterior de Bankia. Y no me extrañaría que este sea el último
supuesto de intervención europea. La herencia valenciana va a agotar la
capacidad de respuesta de la UE porque se prevé una buena tajada a los cien mil
millones de euros, así que lo dicho. Los huesos de los populares valencianos
van a quedar insepultos. Y si no al tiempo: a los políticos españoles ya se les
mira como apestados en los círculos del poder europeo.
Si alguien quiere la
versión blanda, ahí va: con la multitud de chistes que rondan estos días por los
telediarios y los diarios somos la risa de Europa.
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