Solo por la entidad de ambas partes, entrevistador y entrevistado (Juan José Millás y Felipe González) merece la pena leerla:
La entrevista, que termina siendo bastante convencional, por cierto, nos enseña a un Felipe inédito en algunos de los temas que se mencionan de pasada, como las relaciones familiares, su concepto de emprendedor, o la entrada a trapo en temas clave del final de su carrera política activa. Ante la orfandad general de ideas, las que se citan de refilón aquí terminan dejando sabor a poco; quizás sea que su pensamiento político se hace más interesante a medida que concreta y la entrevista no es el mejor medio para ello.
En la promoción radiofónica de la entrevista con Millás en la SER ese mismo día por la mañana, este reconoce que nunca trató bien en sus escritos al ex presidente en su época (como casi todos los de izquierdas, que tuvimos que tragarnos el sapo de la OTAN) para afirmar a continuación que es uno de los grandes políticos del siglo XX, tanto a escala nacional como europea, o lo que es lo mismo mundial. Lo compara con Azaña o Palme y termina lamentando que su sabiduría política no pueda ser suficientemente aprovechada por los ciudadanos. Coincido totalmente.
Que Felipe González sabe mucho lo sabe todo el mundo pero pocos lo aplican. Yo recomiendo precaución antes de leer e interpretar sus palabras, aunque solo sea porque siempre calla más de lo que dice y porque algo habrá detrás cuando Felipe hace declaraciones públicas sobre temas como la corrupción política o el caso GAL sin ir más lejos. Y lo digo porque mucha gente ha entrado al trapo. Apenas transcurridos dos días una barahúnda de comentarios y declaraciones se han oído ya en todos los ámbitos; de entre todas destaco las relacionadas directamente con la frase... tuve que decidir si se volaba a la cupula de ETA. Dije no. Y no sé si hice lo correcto.
Prueba irrefutable de que el era la famosa X de la trama GAL según muchos, o manifestación de la quiebra del estado de derecho por utilizar el aparato del Estado para secuestrar o matar, pocos caen en la cuenta de que dice mucho más y más aún calla; en aquella época Francia, un estado de profunda tradición democrática, prestaba cobertura a ETA por el simple y eficaz método de mirar hacia otro lado. La consecuencia inevitable era que el aparato del estado español tenía que actuar en la clandestinidad cuando cruzaba la frontera persiguiéndolos y que en esas circunstancias algo parecido a la barbaridad GAL era también bastante probable. Pocos se quieren acordar de que esa barbaridad puso encima de la mesa en todos los terrenos (en el debate político vasco y en toda España, en Francia, en Europa...) la impunidad etarra en el lado francés de la frontera. Si ahora se habla claramente del fin de la banda terrorista es porque afortunadamente ambos estados, pero en especial el estado francés cambió de actitud. Ese fue el principio del final de la banda.
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