Esta última entrega en torno al AVE, el embalse de San Enrique y el barranco de la Barbassena pretende destacar que ese punto de nuestra geografía está quedando hecho unos zorros, profundamente alterado por las consecuencias de la acumulación de obra pública. Los modernos sistemas de movimiento de tierra hacen posible grandes desmontes o/y –como es el caso– la aparición de nuevas topografías. Ha nacido una elevación en forma de meseta de unos 300 metros, una altura equivalente a la que alcanza el vértice de la Peña de las Águilas. Hay preparados, como se puede observar en las últimas fotos tomadas desde lo alto de la Peña, al menos dos lugares más para el depósito de inertes. La Administración Pública o en este caso las empresas constructoras, deben, a mi criterio, restaurar los desmontes, repoblar la sierra y devolverla a un estado más o menos decente, minimizando en lo posible la pérdida de calidad del paisaje y del medio. Espero que la solución que se adopte no sea un merendero más, que algún día diré algo del tema.
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