CAMINOS IBEROS

viernes, 30 de julio de 2010

El Hondo


Por estas fechas es cada vez más frecuente desayunar con noticias como la que hoy proporciona el Diario Información en relación con el Hondo: http://www.diarioinformacion.com/elche/2010/07/30/riegos-levante-consell-muerte-miles-peces/1031132.html
Los graves riesgos de este embalse por la sequía o / y por la desecación a la que se está viendo sometido, el riesgo de enfermedades como el botulismo, la mortandad de peces y aves, la eutrofización de aguas, etc. Solo falta que aparezca algún incendio del carrizal para que el panorama se complete. Junto a ello las protestas de los regantes, en especial de Riegos de Levante  y otras sociedades por la ausencia del líquido elemento, la falta de trasvases o la inoperancia de los recursos y medidas que se adoptan desde la Administración. Curiosamente estas instituciones han pasado de ser instrumentos al servicio del victimísmo hidráulico y casi universal del PP valenciano a ser ellos mismos víctimas de la nefasta gestión de recursos públicos que ese  mismo partido está haciendo al frente de la Generalitat; ya están más como damnificados que como beneficiarios, y una situación que con la democracia empezó con la recuperación a bombo y platillo del enclave para la conservación y difusión de la naturaleza manteniendo su utilidad tradicional como es el servir de embalse de riego, se está envenenando un poco entre todos y a todos afecta el veneno (recordemos la famosa sentencia que obliga a AHSA a pagar las costas del juicio por delito ecológico). Parece que se olvida que ese es el objetivo: mantener el espacio para todos con todos los usos posibles.
En ese contexto cabe situar las entradas que hoy propongo, sin animo de ser exhaustívo:

Parque Natural El Hondo en wikipedia:
Por cierto que la foto que acompaña al artículo recoge un momento de total desecación del embalse, situación a la que está de nuevo a punto de llegar.

Abundancias y densidades relativas de zorro Vulpes vulpes
(Linnaeus, 1758) en un humedal del sudeste ibérico:
implicaciones para la conservación de sus poblaciones.
Ignacio García Peiró , Francisco Robledano Aymerich & Miguel Ángel Esteve Selma


El Hondo: Ficha informativa de los Humedales del RAMSAR 

Parc Natural El Fondo.
También accesible la versión en castellano y descargable en pdf como publicación de la Generalitat dentro de la serie  “Parcs Naturals de la Comunitat Valenciana”

Comunicación Técnica en el 9º Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA 9)
Estrategias para la gestión ambiental del Parque Natural de El Hondo de Elche
Autor: Alejandro de la Vega de Orduña

ZONIFICACIÓN DE LOS SUELOS DEL ÁREA DE INFLUENCIA HÍDRICA DEL PARQUE NATURAL DE
"EL HONDO" EN FUNCIÓN DE LA SALINIDAD
H. Ayguadé, J. Navarro-Pedreño, C. Guerrero, I.Gómez y J. Mataix Beneyto
(citado ya en entradas anteriores)

LA CONTAMINACION POR SATURNISMO EN LAS AVES ACUATICAS DEL
PARQUE NATURAL DE EL HONDO Y SU RELACION CON LOS HABITOS ALIMENTICIOS / CARLOS SUAREZ-R. y VICENTE URIOS.

Rasgos característicos de un humedal mediterráneo artificializado y su problemática
ambiental: El Hondo de Elche (Alicante, España)
VIÑALS, M.J.1; COLOM, W2; RODRIGO, T3.; DASI2, M.J.; ARMENGOL, J.2 OLTRA, R.3, y MIRACLE, R.3


Preciosa edición: la memoria de gestión del espacio natural por  la  Consellería:

Tesis doctoral:
Efectos de la gestión del carrizal y de la sequía sobre la dinámica de poblaciones y ecología reproductora de passeriformes palustres en una zona mediterránea / Renato Torres Pinheiro, 1999

Algunas consecuencias para los naturalistas y amantes de la naturaleza que atraídos por la abundante información: avistamientos, itinerarios... se encuentran con esto:

Imagen procedente de AHSA

Que un cráter lunar se llame Perito en lunas Miguel Hernández 

martes, 27 de julio de 2010

Las Salinas de Santa Pola


Hace poco comentamos de pasada algunos ejemplos de presión antrópica sobre esa inmensa zona húmeda constituida en torno a la desembocadura del Segura-Vinalopó; incluso las barracas de la última entrada (y su posterior sustitución por el urbanismo y el cemento) son ejemplos de ello. A medida que esto va siendo una realidad irreversible, los ciudadanos y los poderes públicos, probablemente por la presión de los primeros inician y establecen la protección de determinados enclaves, lo que va quedando con cierto pedigrí, y  en los que la presión humana permite no obstante la coexistencia de flora y fauna, con aprovechamientos tradicionales que no dañan de forma irreversible al ecosistema. Y eso históricamente ha sido así en el lugar que nos ocupa; a la caza y la pesca tradicional ya citada por el Infante D. Juan  Manuel y que se ha mantenido hasta bien entrado el S. XX, le siguió el aprovechamiento barrillero comunal, que acabó cuando fue posible la fabricación de la sosa y el jabón en las manufacturas químicas, o ahora las salinas, en un incesante intercambio de utilidades. Junto a ello hay también tradiciones asociadas. Sánchez Dragó afirmaba que junto a cada gran albufera o zona húmeda litoral hay una Virgen que recoge cultos seculares anteriores al cristianismo mismo (mi vicio de citar de memoria me puede llevar a graves desaguisados, pero me sigo arriesgando; v. Gargoris y Habidis, aunque autor y libro hay que cogerlo con pinzas) y así todos los años se reinicia el  ciclo anual del Misterio en la Playa del Tamarit rememorando el encuentro de “la que vino por el Mar”. En cualquier caso estamos ante un lugar complejo en todos los sentidos. Así que como homenaje, aquí van algunas entradas, refrescantes unas, saladas otras, institucionales la mayoría pero siempre interesantes (creo):
La primera entrada dedicada en Alicante Vivo:

Alicante Vivo: La costa blanca a vista de pájaro (V) Santa Pola y Elche sur

Alicante Vivo: Museo de la Sal:

Senderos de la sal: Las salinas de Santa Pola:

Decreto del Consell: Plan Rector de uso y gestión del Parque Natural de las Salinas de Santa Pola

Las salinas de Santa Pola en geocaching:

Folleto informativo del Parque Natural. Conselleria de Medio Ambiente


Articulo divulgativo de J. Carlos Aranda sobre el saladar, publicado originalmente en La Matruca nº 3)

Salinas de Santa Pola, tramos Norte y  Sur. Ministerio de Medio ambiente dentro del inventario de sistemas dunares de Murcia y Alicante e informe de viabilidad :



LAS SALINAS DE SANTA POLA: UN CASO DE DESARROLLO

SOSTENIBLE / Silvia Díez Lorente


Que un cráter lunar se llame Perito en lunas Miguel Hernández

Fotografía de la Torre del Tamarit de Javier Falcó. Desde ella con toda probabilidad ejercía de guardacostas Francesc Cantó al que la mitología local atribuye el hallazgo de la Virgen.

viernes, 23 de julio de 2010

Las Barracas "a la Vora del mar"

-->
Ya se avecina la fiesta, se sienten los aromas ilicitanos. Se monta el cielo, se editan los abanicos festivos...
O sea que me sale una vena localista tan elemental que da pena. La mente chapotea cada vez más con las calores y salen estas cosas, que le vamos a hacer. Seguimos:
Se avecina la fecha de la tradicional plantá de las barracas y no me refiero a la barraca popular y otras zarandajas, sino al cobijo vacacional de los ilicitanos pobres, que los ricos tenían casa en Santa Pola. En la restinga de la relicta Albufera de Elche, en lo que hoy son Gran Playa y Playa Lissa, separadas por la gola de “El sequió” en donde muchos practicábamos la pesca de angulas más elemental que uno pueda imaginar con sacos de arpillera. Ahí, digo, nacía en una sola noche una hilera continua de construcciones efímeras de madera afirmadas con puntales clavados en medio de la arena. Y he aquí un libro que debería ser de lectura obligatoria, por la gran cantidad de anécdotas, canciones, gastronomía, costumbres y refranes populares que evoca y que su autor ofrece en formato digital para quien tenga un rato a la sombra con una paloma en la mano. Me refiero a Jaime Gómez Orts y su libro: Las barracas a la vora del mar en: http://www.playalissa.com/Las%20Barracas.pdf
Como nota curiosa, hoy precisamente en La Verdad, un artículo del autor rememora casi sin querer el periplo anual a la costa de los ilicitanos:
Y hoy también he estado en una fantástica humorada: el grupo de Facebook Queremos que vuelvan las Barracas a Playa Lissa y la Gran Playa: http://cy-gb.facebook.com/group.php?gid=239761406142
Sobre el que recomiendo hurgar porque salen fotos más que interesantes y hay conexiones para ampliar la vena localista. Por cierto que la web costera y húmeda Carabassí.net también nos regala algunas fotos si entramos a “fotografías antiguas”. Las de Playa Lisa y Gran playa son impresionantes porque están hechas justo tras la “expulsión” de las barracas; en ellas ya se ve el parcelado del saladar anunciando lo que ahora hay. Muchos compraron, otros prolongaron la tradición trasladando las barracas a la pinada de La Marina, de donde fueron nuevamente expulsados; otros acudieron al camping municipal del Pinet, montado a toda prisa para solucionar el problema y que enseguida se quedó pequeño. También estaba la acampada de la Unión Excursionista. Otros cambiaron la barraca por la faeneta en el campo rememorando sus orígenes. Con cierta perspectiva histórica, todo fueron pasos sucesivos para ser finalmente relegados a la impotencia. (V. Las condiciones climáticas y marítimas como factores de localización del turismo  histórico alicantino / Fernando Vera Rebollo:...desde los inicios del siglo XIX, con una diferenciación clara  entre la numerosa concurrencia del entorno rural que veranea en barracas y las “familias distinguidas” de Elche que cuentan con chalés propios o alquilan casas en el casco de la población...” ). Lo cierto es que esa peculiar migración o peregrinaje estacional con más de 150 años de historia terminó. Y aunque los de Playa Lissa afirmen lo contrario y se crean herederos y mantenedores de las tradiciones, no es lo mismo. Al final me quedo con que el proletariado urbano procedente en su mayor parte del campo de Elche construyó durante ese tiempo una seña mítica de identidad de los ilicitanos. Me temo que en treinta años más nadie se acordará de ellas ni de la cultura asociada. Eso es lo peor.
Imagen de la portada digital del libro, tal y como aparece en http://www.playalissa.com/
Que un cráter lunar se llame Perito en Lunas Miguel Hernández

miércoles, 21 de julio de 2010

Los últimos reductos de La Albufera de Elche: una relación provisional.


La salinas de Santa Pola y del Pinet

El Hondo

Charca La Manzanilla

El Fondet de Amorós

El Clot de Galvany

Els Balsars

El Fondet de la Senieta

Las Salinas de Agua amarga

El Carrissal

Los azarbes

Algún especialista podría decir con razón que estamos mezclando churras con merinas;  parece que las zonas húmedas colindantes con Alicante tienen origen y dinámica propia al ser resultado de cierto endorreísmo (Balsars, Clot de Galvany, Fondet de la Senieta y Agua Amarga) aunque algunos estudios geológicos hablan de una conexión hídrica con el Hondo –Artemio Cuenca,  cito de memoria, menciona la falla de Almoradí como vía de intercambio de aguas–), sin embargo para mi a efectos históricos, sociales, ecológicos y medioambientales deben considerarse una unidad pese a su origen diverso; se debe incluir además por razones obvias tanto el territorio que las sustenta (Els Carrissals) como la red de acequias que lo cruza, con diversos fines (los azarbes del sistema de avenamiento, fruto aún vigente de las Pías Fundaciones o los canales de riego). Si tratamos el tema con amplitud de miras todas las zonas húmedas del sur, incluso La Mata y Torrevieja están conectadas. De ese lugar común surgen elementos interesantes; una cultura peculiar transversal en el territorio por encima de las divisiones comarcales autonómicas y provinciales que ha ido desarrollando el hombre en contacto con ese medio; la caza y la pesca, el aprovechamiento histórico comunal de la barrilla, las inundaciones y sus riesgos..., hasta las antiguas barracas de nuestras canciones tradicionales o la gastronomía pasan por ahí (melón, mújol i allioli, anguila, caldero de peix... Algún día tocará).    
Como interesante aportación a esa visión abierta y plural reproduzco un artículo de José Damián Navarro Medina y Carmen González, profundos conocedores de lo que comentamos, autoridades en la ornitología de la zona, con interesantes monografías publicadas, en especial alrededor de el Hondo, como en su  día veremos. El artículo en cuestión apareció en una publicación hoy inencontrable, el número 1 de la revista La Matruca por el año noventa y pocos. No obstante decir que ya fue publicado en digital y aún se mantiene en la web primigenia de AHSA: http://reocities.com/RainForest/3249/history.html


EL HONDO Y LAS SALINAS DE SANTA POLA:
PEQUEÑOS RESTOS DE UNA GRAN MARISMA


Hace mucho tiempo, los ríos Segura y Vinalopó desembocaban en un gran estuario (el Seno ilicitano) en cuyo centro se hallaba una isla (el actual monte del El Molar). Con el paso de los siglos, dos fenómenos naturales fueron cambiando paulatinamente la faz del estuario. Por un lado, los aluviones fluviales redujeron la extensión del mismo, a la vez que colmataban su fondo. Por otro, el fuerte viento de Levante fue construyendo un cordón dunar en la orilla, cerrándolo por el Este. El Seno Ilicitano se transformó en la Albufera de Elche.

Los dos ríos, de régimen eminentemente aluvial, sufrían fuertes crecidas todos los años en primavera y verano sus cursos bajos sobre terrenos llanos, propiciaron grandes sedimentaciones de limos en una extensa zona de su desembocadura, que fueron poco a poco conformando una zona marismeña de gran extensión, consolidada en el Cuaternario, que llegaba por el Oeste hasta Albatera y por el sur hasta Orihuela.

La marisma sud-alicantina y su Albufera han sido siempre utilizadas por los campesinos que habitaban su entorno como fuente adicional de recursos, por ejemplo recolectando diversas plantas (sosa, junquillo y algazul) que destinaban a la fabricación de tintes, jabones y fármacos. El junco lo utilizaban en Crevillente para la fabricación de esteras, mientras que la mayor parte del saladar se explotaba por su vegetación barrillera, que se utilizaba en la industria jabonera ilicitana. La pesca y la caza eran otras actividades de importancia y objeto de frecuentes disputas.

            La lucha por sobrevivir en tan inhóspito territorio es una constante secular. Cavanilles, al describir el término de Elche, hace la siguiente observación:

"Casi todo es fructífero excepto la laguna y sus inmediaciones".

Debido a lo pantanoso de la zona, el agua estancada producía la consiguiente insalubridad, y sus miasmas llevaban a sus contornos el paludismo y las oftalmías.

Desde el principio, además, se emprendió la desecación de porciones del vasto pantanal, con objeto de convertirlo en tierras de cultivo. Parece ser que fue en tiempos prerromanos cuando se inició tan ardua tarea, dentro de sectores muy localizados y con evidente poco éxito. Los primeros azarbes de drenaje de cierta longitud fueron construidos por los musulmanes.

En el siglo XI, los habitantes de Orihuela hicieron una acequia de 28 millas que evacuaba aguas del Segura hasta Catral.

Durante la Edad Media se acometieron desecaciones de mayor envergadura sobre todo a finales del siglo XIII, cuando las comarcas sudalicantinas se traspasan del Reino de Castilla al de Aragón. La obra requería continuos esfuerzos y un elevado coste económico, mientras que los resultados eran casi siempre desalentadores.

Las periódicas crecidas del Segura provocaban devastadoras inundaciones como la de 1258, que anegaban en pocas horas terrenos que habían precisado muchos meses de esfuerzo para su drenaje. Las charcas se extendían más allá del dominio estable de la marisma. Pese a los incentivos de las autoridades, el terreno ganado para la agricultura no fue mucho.

El Infante Don Juan Manuel, Adelantado de Castilla en el Reino de Murcia, a la vez que pertinaz cetrero, glosó a principios del siglo XIV aquel feraz paraje:

                En Elche a veces recude la garza a la ribera, et hay algunas
            ánades, et muchas gruas. Et en las lagunas et armajales cerca
            del puerto de Santa Pola, et de Almurady, et de Ladaya, et de
            Albadera, en todos estos lugares dichos, hay muchas garzas et
            muchos vítores. Et en las oriellas destos armajales contra
            Crivillen, a las veces, falla homme ánades en lugares que las
            pueden cazar con falcones. Et en todo ese campo hay muchas
            gruas et buen lugar paralas cazar.

A lo largo de los siglos, el aguazal sudalicantino se fue reduciendo lentamente.  Las avenidas del Segura y del Vinalopó, aunque sirven de alimento a la marisma, van reduciendo el tamaño de la Albufera de Elche, importante paraje para la caza, la pesca y el comercio.

En el mapa de Cassaus (año 1693) aun se representa la Albufera con una extensión considerable, apreciándose la gola y su torre defensiva (cuyos restos todavía perduran). Al Oeste del lago dibuja una zona que denomina "almarjales", más o menos donde hoy está El Hondo. Entre ambas discurre el Vinalopó, que curiosamente desemboca en el Segura a la altura de Rojales, con un segundo brazo al Norte que termina en la Albufera.

Esta confluencia del Vínalopó con el Segura no aparece en mapas un siglo posterior (como el de Cavanilles), en los que sólo persiste el brazo que desagua en la Albufera de Elche.

Las primeras transformaciones perdurables de la marisma se realizaron a principios del siglo XVIII. Los concejos de Orihuela y Guardamar ceden, para su transformación, al Obispo de Cartagena-Murcia, Don Luis de Belluga y Moncada, una amplia zona de terreno pantanoso. Las obras comienzan en 1715 y concluyen hacia 1795. Durante ese tiempo, mediante profundo esfuerzo y considerable desembolso económico, Belluga consiguió poner en cultivo unas 4.500 Ha. de marisma al Norte del Segura, a las que se unieron las 1.100 Ha desecadas por e Marqués de Elche en la partida de "Els Carrisals" Se construyó una extensa red de azarbes, azarbetas y escoredores con el fin de drenar aquellos húmedos suelos. Los pleitos fueron numerosos, aunque todos terminaron en acuerdos (por ejemplo, el azarbe del Convenio nace de uno entre Belluga y el Marqués, y marcaba la frontera entre las posesiones de ambos). Finalmente, se fundaron las villas de Nuestra Señora de los Dolores, San Felipe Neri y San Fulgencio (en el territorio de las Pías Fundaciones de Belluga) y San Francisco de Asís (en la propiedad del Marqués, posteriormente abandonado debido a su continuo anegamiento).

Gran parte de las aguas de drenaje se hicieron verter en la albufera de Elche (también propiedad del Marqués), con lo que se dulcificaron, mermando la riqueza pesquera del lago, que durante siglos fue una importante fuente de ingresos para la Villa y Señorío de Elche. En 1804 se aprobó un proyecto para desaguar la Albufera, que afortunadamente no se llevó a cabo. En 1845, Pascual Madoz relata que "es de bastante profundidad en algunos sitios... y cría muy buenos y abundantes mújoles, anguílas y bastante caza de patos, fojas, gansos, flamencos y otras aves acuáticas". Pese a ello, a principios de siglo XX la Albufera fue transformada en salinas marítimas.

A poniente de la Albufera, en una depresión natural, se hallaba la Bassa Llarguera, que el Marqués no pudo o no quiso desecar debido a su excesiva dificultad de drenaje y gran salinidad. Las lluvias otoñales a menudo producían un gran encharcamiento, de extensión variable, que perduraba hasta bien entrada la primavera. Los afloramientos del freático ("ullals") permitían que incluso en verano hubiese algo de agua. Posteriormente esta laguna también fue conocida como "Paso del Lobo" y "El Hondo". En las décadas de 1930 y 1940 se construyeron allí, por parte de la Compañía de Riegos de Levante, dos embalses con el fin de almacenar aguas para riego procedente del Segura y varios azarbes.

En 1946 el Instituto Nacional de Colonización aprobó un proyecto, declarado "de interés Nacional", para poner en cultivo 835 Ha. de marjales y saladares en los municipios de Albatera, Crevillente y Elche; es decir, todo lo que aun quedaba sin transformar de la zona marismeña original. La empresa fue un absoluto fracaso, ya que sólo se culminó la primera fase, ocupándose 1.459 Ha. de la zona más alta, que después fueron en su mayoría abandonadas. Sin embargo, desde entonces diversas iniciativas particulares han intentado, una y otra vez, el "saneamiento" de estas tierras, lo que parece que por fin se ha conseguido en su práctica totalidad, incluyendo la históricamente indómita partida de "Els Carrissals", donde no obstante aún desemboca naturalmente el Vinalopó en caso de fuertes lluvias.

Así pues, desde Belluga hasta hoy más de 15.000 Ha. de tierras de marisma y saladar, situadas entre el Segura y el Vinalopó, han sido transformadas en cultivos. El actual complejo palustre de El Hondo-Salinas de Santa Pola, aunque muy artificializado, sigue ahí para recordarnos lo que antaño fue una importante y extensa zona húmeda de la que casi nada sabemos.

La construcción de las Salinas de Santa Pola y los Embalses de El Hondo, aunque supuso una profunda modificación de la fisonomía original del humedal, continuaba ofreciendo a las aves acuáticas unos enclaves apropiados para la reproducción, la invernada y los descansos migratorios. La habilitación de diversas charcas con fines cinegéticos y piscícolas, a partir de 1980, ha supuesto la recreación de un hábitat antaño natural y de gran valor ecológico, que no obstante sigue siendo agresivamente explotado.
                 

José Damian Navarro
                                                              y Carmen Gonzalez

                                                        


Dejamos para otro día las Salinas de Santa Pola y como estamos cerca y ya hace calor a ver si terminamos ...en la barraca a la vora del mar.

Material diverso de carácter transversal en: http://www.carabassi.net/
Web que ya hemos citado en varias ocasiones


Imagen procedente de: http://www.cma.gva.es/

Que un cráter lunar se llame Perito en lunas Miguel Hernández

viernes, 16 de julio de 2010

Una cita erudita: Elche en El Viaje a través de España en los años 1786-87 / Joseph Townsend

-->
...Cuando llevábamos recorridas dos leguas llegamos a Alvatera, un mísero pueblo que tiene una magnífica iglesia y pertenece al marqués de Dos Aguas. El campo produce principalmente vides y olivos. Por el camino nos encontramos con un rebaño que se dirigía a las montañas en busca de alimento. En la encrucijada de cuatro caminos había un poste muy alto que sostenía un gancho del que colgaba un cuarto de un hombre. Los otros cuartos estaban colgados en los principales lugares donde el infeliz había sido acusado de robo y asesinato.
En las hondonadas el trigo parecía muy desarrollado y esperaba la hoz; y la cebada ya había sido cosechada y aguardaba junto a las eras ser pateada por el ganado. Aquí todos los caminos se encuentran invadidos por la naturaleza; pero si quebraran el rico suelo de arcilla y greda, descubrirían un lecho fino de grava que permitiría que durante muchas generaciones los caminos no tuvieran que ser reparados.
Más o menos a una milla antes de llegar a Elche, y después de atravesar el ancho lecho de un torrente que en aquella época se encontraba seco, observé a la entrada de un gran olivar postes similares al que he descrito. En cada uno de ellos había un cuarto de un hombre, y servían para recordar otros tantos robos acompañados de asesinatos.
Elche, la Ilici de los romanos, podría ser llamada con toda propiedad la ciudad de los dátiles, pues se encuentra rodeada por todas partes de plantaciones de palmeras, unos árboles que hacia el mes de mayo están cargados de frutos que cuelgan formando unos racimos casi perfectamente circulares, por lo que cuando están maduros semejan coronas de oro de las que sale un penacho de plumas. Cada racimo aparenta tener un volumen de un bushel, y se dice que pesa entre seis y diez arrobas. Se trata de frutos
muy variados en cuanto a sabor y color. Cuando maduran, generalmente adquieren un color amarillo, aunque los hay también verdes, y no son raros los marrones oscuros. En cuan. to al sabor, algunos son dulces, y otros más bien ácidos. Los árboles masculinos producen únicamente flores, y son los femeninos los que dan fruto. En sus trece parroquias, Elche contiene, según el último censo del gobierno, diecisiete mil cuatrocientos tres habitantes, ocho mil seiscientos sesenta y siete de los cuales son hombres y ocho mil setecientas cuarenta y seis mujeres. Frente a las setecientas cincuenta y una viudas hay sólo trescientos viudos. La ciudad cuenta con doscientos caballeros nobles, dieciocho abogados, doce escribanos, trece inquisidores y tres conventos, dos de ellos masculinos y el otro femenino. Tiene por iglesia mayor un hermoso edificio cubierto con una majestuosa cúpula y muy elegantemente ornamentado. Atienden el altar dos curas, un vicario, cuatro doctores y numerosos capellanes. La arenisca con la que está construida se está desmoronando y cuarteando debido a la debilidad del cemento natural que contiene.
La ciudad pertenece al duque de Arcos, en la actualidad conde de Altamira, y su administración está en manos de un corregidor, cuatro regidores, otros tantos representantes populares, dos alcaldes  y un alguacil mayor .El palacio ducal, que parece muy antiguo, se encuentra a la orilla de un profundo barranco. La población fue reconquistada a los moros por Pedro el Cruel en 1363.
No tienen carne de vaca. La libra de treinta y seis onzas de carne de carnero se vende a treinta y dos cuartos, la de cordero a veintitrés y la de cerdo a treinta y seis. Las dieciocho onzas de pan cuestan cinco
cuartos y medio si es de trigo, mientras que si es de cebada hay que pagar sólo dos.
Al salir de Elche el camino discurre entre extensas plantaciones de olivos entremezclados con algarrobos, y en un momento dado el paisaje se abre, dejando ver el mar a nuestra derecha, que dista de allí alrededor de una legua, mientras altas montañas se pierden en la lejanía a nuestra izquierda. Enfrente se ve, a cuatro leguas de distancia, la elevada fortaleza que domina Alicante. Un poco más cerca de esta ciudad el territorio, que es salvaje y está muy quebrado, muestra su roca arenisca; pero cuando bajas hasta casi el nivel del mar encuentras un suelo fértil en el que crecen ricas cosechas de trigo y abundantes plantaciones de almendros....


Ilustración: El Palmeral de Elche ilustración de Gustave Doré impresa en la obra  Viaje por España / Charles Davillier.
Imagen procedente de http://www.palmerasyjardines.com

Que un cráter lunar se llame Perito en Lunas Miguel Hernández 

martes, 13 de julio de 2010

Jaime Alfonso El Barbudo


Como un ejemplo de lo que dice Gonzalo al final del artículo que más abajo se reproduce, mi familia y en general el vecindario de mi infancia se refería con cierta frecuencia a un personaje que aun hoy sigue siendo un mito entre la ciudadanía local. Para indicar la afición desmedida a lo ajeno de alguien decían: ... eixe es mes lladre que Jaume el de la Serra... Recuerdo que en cuanto preguntaba salían las historias del bandido generoso que robaba a los ricos para repartírselo a los pobres, en una visión no exenta de ambivalencia.  Jaime el Barbudo, como El Tempranillo y otros bandoleros de la época  terminó trascendiendo fronteras transformado en personaje literario al que se dedicaron novelas y piezas de teatro e incluso en nuestros días, sesudos análisis sobre su importancia o sentido histórico. Nacido en Crevillente, ciudad que presta especial cuidado a su memoria, ejerció en  las primeras décadas del XIX, época en la que casi tras cada peña se escondía un bandolero; combatió al francés y después al liberalismo y terminó verdaderamente mal, como veremos.
Y todo esto viene a cuento porque Gonzalo Martínez Español acaba de pasarme un  interesante y ameno artículo biográfico publicado inicialmente en Aspis, Revista de Moros y Cristianos  de Aspe del año 2007 que gustosamente reproduzco, con mis inevitables añadidos. También sirvió de material preparatorio para su conferencia Las andanzas de Jaime el Barbudo, de la leyenda a la realidad leída en las III Jornadas de investigación organizadas por el Museo Histórico de Aspe en el año 2009, con el lema “Visiones de la Historia. Cuando la leyenda se hace realidad” y para más cosas que otro día contaré.   

Jaime  el barbudo
                                                                                  Gonzalo Martínez Español.

Entre miles de malhechores surgidos en las primeras décadas del siglo XIX, Jaime el Barbudo es sin duda, el bandolero valenciano que ha gozado de mayor popularidad, pasando a formar parte de la leyenda y de la literatura. Su procelosa vida está entremezclada con los mitos forjados a su alrededor; sus hazañas han sido trasmitidas de padres a hijos, constituyendo parte de la tradición oral de numerosos pueblos del sureste alicantino y  murciano, siendo contemplado como un héroe marginado, un bandolero segregado de la sociedad de forma fortuita e injusta, que reparaba injusticias, robando a los ricos y auxiliando a los pobres.
La literatura romántica decimonónica aprovechó el influjo y fascinación popular que ejercían los bandoleros, para crear personajes literarios de tonos melodramáticos, por lo común alejados de la realidad de los protagonistas. En el caso de Jaime Alfonso, el escritor Ramón López Soler publicó en 1832: “Jaime el barbudo, o sea, la Sierra de Crevillente”, novela en la que difiere considerablemente de la realidad del Barbudo. Del mismo modo, Sixto Cámara teatralizó las aventuras del bandolero en 1853 bajo el título: “Jaime el Barbudo y la cámara ardiente”.
En 1868, Francisco Sales Mayo editó la obra: Jaime el Barbudo o los bandidos de Crevillente, y en 1873, Florencio Luís Parreño hizo lo propio con el libro: Jaime Alfonso el Barbudo, el más valiente de los bandidos españoles, edición corregida en 1883, sendas novelas de clara intencionalidad biográfica. Otros autores han reflejado las proezas del Barbudo utilizando cauces artísticos alternativos, tal es el caso del jumillano Julián Santos Carrillo que compuso la zarzuela Jaime Alfonso el Barbudo, con libreto de Lorenzo Guardiola, estrenada en Jumilla en el año 1956. Recientemente, el reconocido ilustrador Miguel Calatayud, –paisano  nuestro–, reprodujo la vida del Barbudo en su cómic el pie frito, obteniendo el primer premio en el XVI certamen del salón internacional del cómic de Barcelona.
Las circunstancias sociales y económicas que atravesaba España a principios del siglo XIX, propiciaron el incremento del bandolerismo. La organización socio–económica del Antiguo Régimen se estaba descomponiendo e iba a provocar una serie de modificaciones, mudando la posesión de la tierra desde el dominio señorial hacia un sistema capitalista, que desencadenó la concentración de tierras en unas pocas manos y la proletarización de un gran número de campesinos, provocando grandes desigualdades sociales y abocando a muchas personas al mundo de la marginalidad. A esto se unió una crisis de autoridad de los poderes públicos, que se veían impotentes para reprimir buena parte de las actividades delictivas, asociado a etapas de dificultades económicas, más un clima político de guerras y confrontaciones permanentes. 
La base documental  para abordar la figura del Barbudo es escasa, y ha sido expuesta por distintos investigadores. En la partida de bautismo conservada en la parroquia crevillentina de Ntra. Sra. de Belén, figura que Jaime Joseph Cayetano Alfonso Juan, nació en Crevillente el 23 de octubre de 1783, era hijo de humildes jornaleros. Desconocemos como transcurre su infancia, aunque Hernández Girbal[i] expresa que era un muchacho de carácter retraído, atareado en guardar ovejas en Hondón de las Nieves –por entonces término de Aspe–, apacentando los ganados entre las sierras del Algayat, la Solana y la Sierra de la Madera.
 Afincado en Crevillente, contrae nupcias con Antonia García el día 1 de agosto de 1803 contando 22 años de edad. Dedicado a actividades de jornalero, en 1806 está guardando unas viñas en Catral, y sorprende a un merodeador apelado el “Zurdo”, que quiere robar unas uvas, con el que entabla una fuerte discusión que acaba en reyerta, Jaime le hiere de muerte, y desconfiando de la acción de la justicia, busca refugio en el monte. Una versión distinta apunta a que siendo soldado en 1804, Jaime solicita permiso para visitar a su madre gravemente enferma, licencia que le deniegan, y en un momento de desesperación deserta y se interna en la sierra. Otra adaptación señala que al estar su madre encarcelada por insolvencia,  Jaime acude a visitarla en la prisión y pugna con el carcelero ante los impedimentos que éste le pone, golpeándolo mortalmente.
Los relatos novelescos refieren que la banda de los Mojicas le encuentra errático y maltrecho en el monte, le procuran cuidados, apelándole el Barbudo por la crecida barba que porta, Jaime se integra en la cuadrilla, tomando parte en las fechorías, con las que adquiere destreza y un gran conocimiento de las sierras. El Barbudo repudia los crueles procedimientos de los Mojicas, tal como embestir perros amaestrados hambrientos a sus víctimas. En una ocasión salva de dicho lance al Marqués de Rafal, que queda en deuda con el bandido. Llegado el día, Jaime no tolera más los métodos de los hermanos Mojicas, y en una enconada discusión, en la que se le adhieren algunos integrantes de la banda, mueren dos hermanos y el tercero de los Mojicas huye, quedando Jaime como jefe de la partida en el año 1808, fecha en que las tropas napoleónicas invaden la Península.
Mientras España empieza a desgarrarse en una cruenta guerra contra los franceses, Jaime se convierte en el dueño absoluto de caminos y montes, e impera desde la vega sur del río Segura hasta los valles del Vinalopó, apoyado por una red de espías y confidentes, que le tributan servicios a cambio de una retribución económica o por temor a represalias. Entretanto, el bandido ha enviudado y en el año 1810 vuelve a contraer matrimonio en Crevillente con Maria Antonia Sol.
Siguiendo las narraciones literarias, éstas refieren que la cuadrilla de Jaime se incorpora a la lucha guerrillera contra los franceses, utilizada en su beneficio para efectuar asaltos y robos; participa en múltiples escaramuzas bélicas, que se extienden por tierras andaluzas y manchegas, colaborando con la partida de Villalobos. El Barbudo da muestras de un gran arrojo en el combate ante el francés, al que destruye convoyes, sorprende destacamentos, captura correos, etc. Con la retirada de las tropas napoleónicas en 1813, Jaime regresa a Crevillente, tras haber recibido el indulto en reconocimiento a los méritos obtenidos en la lucha contra los franceses, y retoma las ocupaciones agrícolas y ganaderas, junto a su esposa e hija.
Su inquebrantado espíritu aventurero, y la obtención del sustento por un medio más rápido y menos fatigoso, le impulsaron a reemprender la azarosa vida delictiva en 1815. El acicate sería unos imprudentes comentarios de su hacendado arrendador, que le califica como asesino y ladrón, detentador de unos bienes producto de la delincuencia. Llegado a oídos de Jaime,  éste opta por darle un escarmiento asaltando un envío de carros que transportaban frutos y dinero de su antiguo propietario. En el hurto se le agregan  antiguos miembros de su gavilla: Pascualeta, el Partidor, Caga Doblones, El Blusa, Matamoros, Marrana, etc. La cuadrilla reemprende los asaltos y robos a mercaderes, carreteros y viajeros. Sus correrías se extienden por tierras murcianas y alicantinas, dueño y señor de riscos y montes que no le ofrecen secretos, señorea en las Sierras de la Pila, El Carche, Salinas, el Cantón de Abanilla, El Algayat, el Reclot, la Sierra de Crevillente, etc, en las que encuentra refugio en cuevas y ventas, apoyado por los lugareños, que le  informan al detalle de los bagajes y personas que circulan por los caminos.
Son renombradas sus temerarias incursiones en Orihuela, el asalto a la venta del Gitano en Villena, los continuos saqueos a los participantes en las ferias comarcales (Petrel, Orihuela, Elche, etc.). Su persecución resultaba estéril para las compañías de escopeteros y soldados que le andaban a la zaga, ya que los bandidos recibían el apoyo de su red de espías y cómplices, siendo puntualmente advertidos de cualquier peligro.      No sólo se valían de noticias verbales, sino de multitud de signos y señales convenidos, tales como canciones, músicas, fogatas, cohetes, rayas en las rocas, colgajos en los árboles, cruces en los caminos, manchones en las tapias, todo lo cual les permitía una actuación segura y una huida tranquila. El Barbudo se desenvolvía con una gran destreza en el arte de la guerrilla, rápidamente agrupaba o dividía a su gente según la necesidad, imprimía gran agilidad en sus movimientos y manifestaba una enorme astucia en confundir a sus rastreadores. Distintos cuerpos de tropa y compañías armadas de civiles anduvieron a la caza del Barbudo sin obtener fruto. En 1819, el capitán general de Valencia había comisionado al coronel Francisco Samper al objeto de capturar a los facinerosos. Los pueblos tenían obligación de auxiliar con refuerzos armados a los soldados, el coronel Samper demandó al Cabildo ilicitano el apoyo de una cuadrilla de escopeteros, con el fin de tomar posiciones sobre la sierra del Tabayá y permanecer en continua observación, al objeto de detectar los movimientos de la partida de Jaime Alfonso. El Ayuntamiento ilicitano aprueba enviar 6 hombres y un comandante al punto solicitado.[ii]
El Barbudo ejercitaba severas venganzas contra sus opositores, quemándoles casas y cosechas e imponía una contribución a transeúntes, trajinantes y carreteros para circular sin riesgos. Al poner precio a su cabeza, se vuelve receloso y deja de pernoctar con su banda. Su estrategia se diversifica, practicando robos en alquerías y casas de los pueblos, y en menor medida en caminos, asimismo adopta el secuestro de personas  como método de extorsión, solicitando un rescate a cambio. Al respecto, Manuel Cremades recoge el anecdótico secuestro del aspense Ambrosio Gumiel, testimoniado por su hija Dolores. Siendo Ambrosio niño, su hacendado padre le envió con un carretero a Orihuela para cursar estudios, cuando transitaban por la Garganta de Crevillente le salieron al paso Jaime y su banda, el bandido raptó al niño pidiendo mil onzas de oro por el rescate, que abonó el padre. El trato dispensado al niño fue tan considerado que cuando cogía alguna rabieta pedía volverse con el bandido.[iii]
 Jaime disfrutaba de un enorme ascendiente sobre las gentes de la comarca, en buena medida motivado por la generosa actitud con los humildes. En su viaje por España, el británico conde de Carnavon, menciona la figura de Jaime el valenciano, afirma que éste pagaba los impuestos de cuanto menos cinco pueblos, protegiendo a los campesinos e incluso aportando dotes para el casamiento. La prensa del momento recoge el asalto a un comerciante ilicitano al que robó 7.000 pesos, firmándole un recibo de haber sido desvalijado “por el rey de la Sierra de Crevillente”, cantidad que más tarde repartió en Albatera. Otra referencia alude al día de Resurrección de 1821, en el que distribuyó 20.000 pesos entre los habitantes de Crevillente, previamente expoliados a un comerciante oriolano.
El pronunciamiento militar de Riego, permitió instaurar la Constitución de Cádiz en 1820, limitando el poder absoluto del rey. El gobierno liberal, inquieto por el ascenso que había experimentado el bandolerismo, denegó el indulto cursado personalmente por el Barbudo. En el manifiesto, Jaime justificaba su rebeldía contra el orden social: “Queda demostrado que no soy un homicida ni un criminal por seguir el único medio que el derecho de la naturaleza me preescribe cual es el de conservar mi vida... que el tomar lo necesario para vivir no envuelve crimen alguno, pues en la extrema necesidad todos los bienes son comunes(...) Mi conducta honrada me ha facilitado la confianza de los esposos de cuyas mujeres y familias jamás he abusado(...) y un dinero que he adquirido a costa de riesgos y de mortales fatigas, ha sido distribuido entre el espartero hambriento, el sencillo cabrero, el sediento carretero...[iv]
En consecuencia, Jaime se adscribe a la causa realista, constituyendo una de las numerosas cuadrillas defensoras del monarca absoluto. Los realistas conspiraban con el apoyo de buena parte del clero y la nobleza a fin de restituir el omnímodo poder real. Las autoridades constitucionales dispusieron medidas para combatir a las partidas facciosas. El jefe superior político de Valencia, Francisco Plasencia, se dirige a los alcaldes y justicias de Crevillente. Novelda, y Aspe, ordenando pongan todos los medios y aúnen sus fuerzas en la persecución de Jaime, y advirtiendo de severos castigos a las autoridades cuya negligencia les convirtiera en cómplices o encubridores.
Los alcaldes cruzan circulares para entrevistarse e iniciar las batidas, el alcalde de Novelda da cuenta del apresamiento de dos bandidos de la partida del Barbudo en mayo de 1821, señalando el poco empeño de los alcaldes de Crevillente y Aspe en perseguir a Jaime. A uno de los presos apelado José Onteniente, se le ofreció respetarle la vida si colaboraba en la detención de la cuadrilla. Jaime amenazó con tomar represalias en Novelda. En respuesta, Francisco Plasencia ordena que si se quitaba la vida a algún vecino de Novelda, sin dilación se colgara de un árbol al preso José Onteniente, aunque este procedimiento no era el cauce habitual que debía seguirse.
Tras un encuentro con los bandoleros, Juan Navarro, integrante de la milicia de Novelda, había dado muerte al bandido Marrana, componente de la partida del Barbudo. En un decreto trasmitido el 7 de agosto de 1821, el rey ordena que se gratifique con 10.000 reales de vellón a Juan Navarro, el precepto fija a su vez 30.000 reales de recompensa por la captura de Jaime Alfonso, 10.000 reales por cada miembro que estuviese  integrado más de cuatro años en la banda y 6.000 reales por los que la constituían en menor tiempo[v].
El Barbudo es acosado por milicias y fuerzas del ejército, pero sus hábiles maniobras consigue desorientarles. Emprende una nueva campaña asaltando y robando a los liberales, y entra en los pueblos destruyendo las lápidas constitucionales, tal es el caso de Albatera, Orihuela, etc. De igual modo, Jaime perpetró su entrada en la villa de Aspe el 19 de agosto de 1822 dando vítores al rey Fernando y a la religión, liberó a todos los presos retenidos en la cárcel municipal, y destruyó la lápida constitucional establecida en la plaza Mayor.
El rey permanecía coaccionado por los liberales pero alienta la insurrección, tratando de forzar la intervención de las fuerzas extranjeras. El 7 de abril de 1823 entra en España el ejército francés, y paulatinamente capitulan las plazas fuertes y ciudades,  restableciendo a Fernando VII como monarca absoluto. Los dilatados servicios prestados a la causa realista proporcionan el indulto a Jaime, más la distinción del grado militar de sargento primero al servicio de la Corona. A principios de 1824 es llamado a la Casa Consistorial de Murcia al objeto de recibir órdenes, se aprovecha el momento para culparle de robo y asesinato, siendo encarcelado por orden del general Montes, se le instruye proceso judicial y es condenado a la horca.
El precipitado final del Barbudo parece ser consecuencia de maquinaciones políticas que pretendían eliminar a un incómodo aliado. El 5 de julio de 1824, Jaime es ajusticiado en la horca levantada en la plaza de Santo Domingo de Murcia. Al cadáver le fue aplicada una pena accesoria que no era infrecuente en la época, el cuerpo fue descuartizado y frito en aceite a fin de procurar un escarmiento ejemplar, los trozos quedaron expuestos en los distintos lugares donde había efectuado sus fechorías. La cabeza, metida en una jaula fue exhibida en la plaza de Crevillente, la mano izquierda en la esquina de la cárcel de Jumilla, la mano derecha en el puerto llamado de la mala mujer, el pie izquierdo en la Cochera, es decir en el camino que conducía desde Aspe a Elche, y el pie derecho en el camino de Hondón de los Frailes a Hondón de las Nieves.
El excepcional castigo viene confirmado por un documento publicado por Cayetano Más, mediante un suplicatorio realizado por el verdugo José Manuel Merino. Éste reclama los emolumentos pendientes de varios trabajos realizados en 1824, testimoniando: ”... en el día 15 de julio(sic) del mismo, executó la sentencia de muerte de horca, desquartizó y fritos los cuartos a que fue condenado un reo llamado Jayme Alfonso el Barbudo...”[vi].
El bandolerismo no quedó erradicado tras la muerte de Jaime, ya que los malhechores continuaron operando en nuestra comarca, entre ellos, algunos antiguos  componentes de la partida del Barbudo. Otros se reintegraron a la vida cotidiana, tal es el caso de Francisco Martínez, vecino de Aspe, integrante de la gavilla de Jaime Alfonso, que fue indultado por su Majestad en 1824, y en cuya petición de clemencia hacía constar que se había adherido a la cuadrilla del Barbudo para combatir a los liberales.
Indudablemente, Jaime fue un personaje admirado y mitificado por la mayoría de las gentes de Aspe, quienes le brindaron apoyo y cobertura en sus acciones. El bandolero y su partida encontraban refugio en las numerosas cuevas y simas que contiene la Sierra de Crevillente, cuya vertiente norte, densamente poblada de vegetación, constituía por entonces el término municipal de Aspe.
Todavía persiste una reminiscencia del Barbudo en una frase popular utilizada en municipios como Elche o Aspe; pues a la hora de referirse a alguien amante de lo ajeno o que cobra precios abusivos por un producto, se emplea la expresión:“Ese es más ladrón que Jaime el de la Sierra.”

                                              
                                                                                    

NOTICIAS ADICIONALES:

 Enlaces a la vida del bandolero:
Una nota biográfica en prensa:


Y el acostumbrado enlace a Alicante Vivo:

Drama en verso accesible en digital, de Sixto Cámara

Jaime el Barbudo o sea, La sierra de Crevillente / Ramón López Soler ; edición de Enrique Rubio Cremades y  María Angeles Ayala Aracil, completa en digital:


Obra lírica de Julián santos:

Interesante: Sender de Jaume el Barbut:

Noticia en La Verdad.  Cueva de la Excomunión, refugio del bandolero en la Sierra de La Pila:

tema en un foro alternativo:

Para espeleólogos: Sima de jaime El Barbudo enYoutube:

 Pinturas rupestres en la cueva de Jaime el Barbudo; revista El Grito:


[i] HERNANDEZ GIRBAL, Florentino (1968): Bandidos celebres españoles. Imprenta Depón, p. 134.
[ii] Archivo Municipal de Elche. Acta del Libro de Cabildos de 23 de Agosto de 1819.
[iii] CREMADES CREMADES, Manuel (1966):Aspe, Novelda y Monforte. Imprenta de Tomás Cerdán. Alicante, p. 100–101.
[iv] ESCUDERO GUTIÉRREZ, Antonio (1982) “Jaime el Barbudo: Un ejemplo de Bandolero Social” en Estudis d´historia contemporània del País Valencià nº3. Universitat de València, Facultat de Geografía i Història.
[v] A.M.E. Legajo H–105, doc. nº 29. Copia del edicto emitido por el Jefe Político superior de Valencia relativo a Jaime el Barbudo. Valencia ,7 de agosto de 1821.
[vi] MÁS GALVAÑ, Cayetano (1987): “Un documento inédito acerca de la muerte de Jaime el Barbudo” en Revista de Semana Santa Crevillente, p. 125.


Imagen copiada de:
almoradi1829.blogspot.com 
Que un cráter lunar se llame Perito en Lunas Miguel Hernández 

PULSA EN LA IMAGEN PARA ACCEDER A TODAS LAS ENTRADAS 
(y después en "entradas antiguas, a final)
Todas las entradas del blog dedicadas a Jaume el Barbut, pulsando aquí