De nuevo estamos ante un libro que se lee bien, casi sin tropiezos entre otras cosas porque exije poco o nada del lector; es más, según algunos la novela no es todo lo buena que parece entre otras cosas por su falta de originalidad en el planteamiento. En eso al menos hay que darle la razón, puesto que El día de los trífidos de John Wyndham, excelente novela de ciencia ficción apocaliptica, es el antecedente directo de la novela de Saramago, y si comparamos me quedo con los trífidos, aunque solo sea porque lo único que pretendía era entretener y lo conseguía dando de paso algunos buenos palos a las mentes enmohecidas, o sea que con menos ruido más nueces. En el caso de Saramago, y porque he pasado antes por El día de los trífidos apenas existe la sorpresa; todo discurre según lo previsible; como buen profesional de la literatura seria irrumpe en un género extraño como ámbito para la experimentación y así deja partes sin explicar o utiliza recusos estilísticos comunes de la literatura en los años 50/60 (y me acuerdo de Juan Ramón Jiménez y su aversión a la g, cuya lectura me llegó a provocar serios problemas ortográficos; y otros como el genial Gómez de la Serna en una línea que hace algún tiempo se sabe que lleva a un callejón sin salida: vean si no la polémica entre académicos de la Lengua en torno a las propuestas ortográficas de García Márquez).
No obstante cualquier juicio crítico debe ser completado con la lectura de su Ensayo sobre la lucidez (publicado en Alfaguara en 2007 que no he leído, pero que tengo en la pila del Papyre) porque obliga a replantear el juicio emitido ya que se abre la posibilidad de que estemos ante una serie y por tanto con un objetivo compartido, con un título parcialmente común (“Ensayo sobre…” ) con un planteamiento similar en cuanto que un suceso extraordinario e imprevisto impide a un colectivo seguir con la vida cotidiana, aunque sea en el día un tanto especial de las elecciones, narrado todo desde la perspectiva del afectado e incluso con la aparición de algún que otro personaje procedente del Ensayo sobre la ceguera, según se desprende de los comentarios vistos en la red. Así que seguiremos.
No obstante cualquier juicio crítico debe ser completado con la lectura de su Ensayo sobre la lucidez (publicado en Alfaguara en 2007 que no he leído, pero que tengo en la pila del Papyre) porque obliga a replantear el juicio emitido ya que se abre la posibilidad de que estemos ante una serie y por tanto con un objetivo compartido, con un título parcialmente común (“Ensayo sobre…” ) con un planteamiento similar en cuanto que un suceso extraordinario e imprevisto impide a un colectivo seguir con la vida cotidiana, aunque sea en el día un tanto especial de las elecciones, narrado todo desde la perspectiva del afectado e incluso con la aparición de algún que otro personaje procedente del Ensayo sobre la ceguera, según se desprende de los comentarios vistos en la red. Así que seguiremos.
Glup. Hay una edición del 2004 en Anagrama del Ensayo sobre la lucidez, según Wikipedia.
ResponderEliminar