De entrada me apunto a la tesis de Arthur Clarke. Calificó la obra como de lectura obligatoria para los colonos del próximo siglo. Colonos somos quienes transitamos el aquí y ahora y la remisión al futuro no la hizo en vano: predijo algo que sucederá casi irremediablemente. A fin de cuentas aunque la predicción pretende ser un atributo de casi toda la ciencia ficción en este caso la diferencia estriba en la credibilidad, ya que se narra como podría suceder la colonización de Marte. También me encontré con una nueva forma de escribir ciencia ficción, con un gusto casi maniático en incorporar tendencias e hipótesis científicas (no siempre acertadas, algunas ya son historia, cosa por cierto, también frecuente en el genero). Encima todos reconocen que está bien escrita y bien ambientada, con protagonistas con personalidad propia, por encima de los atributos básicos con que se revestían la mayoría de protagonistas de novelas del género. Por todo eso la obra es un clásico, aunque sus detractores la califican como ciencia ficción “dura” y finalmente para algunos es sencillamente infumable por lo pesada.
Como experiencia personal de lectura he de decir que me sumergí rápidamente en su universo y la leí de un tirón y con avidez hasta el extremo de acordarme aún de ella, transcurridos bastantes años. Si Bradbury nos embriagó con una visión poética del astro rojo, Robinson nos hace una aproximación técnica planteando un conjunto de pasos encadenados para que los humanos habiten el planeta. No en vano fue asesor de la NASA (o algo así leí en algún sitio aunque la wikipedia solo menciona su relación privilegiada con miembros del programa correspondiente). Si la primera vez que me encontré con la “terraformación” fue en Dune, la obra de Robinson es casi un manual de terraformación marciana, que seguramente no valdrá para nada, pero ahí queda.
En resumen, de nuevo ciencia ficción realista y creíble, en un libro bien escrito casi en paralelo a como se hacía entonces la literatura seria. Por cierto que debió contribuir a acabar prácticamente con las novelas “de marcianos”. Se impuso la certeza de que no hay vida inteligente, pero es que además, después del nivel mostrado en la trilogía cualquier intento de reverdecerlos puede quedar tan ridículo como los marcianos de ¡Mars attack! O algo así.
Como experiencia personal de lectura he de decir que me sumergí rápidamente en su universo y la leí de un tirón y con avidez hasta el extremo de acordarme aún de ella, transcurridos bastantes años. Si Bradbury nos embriagó con una visión poética del astro rojo, Robinson nos hace una aproximación técnica planteando un conjunto de pasos encadenados para que los humanos habiten el planeta. No en vano fue asesor de la NASA (o algo así leí en algún sitio aunque la wikipedia solo menciona su relación privilegiada con miembros del programa correspondiente). Si la primera vez que me encontré con la “terraformación” fue en Dune, la obra de Robinson es casi un manual de terraformación marciana, que seguramente no valdrá para nada, pero ahí queda.
En resumen, de nuevo ciencia ficción realista y creíble, en un libro bien escrito casi en paralelo a como se hacía entonces la literatura seria. Por cierto que debió contribuir a acabar prácticamente con las novelas “de marcianos”. Se impuso la certeza de que no hay vida inteligente, pero es que además, después del nivel mostrado en la trilogía cualquier intento de reverdecerlos puede quedar tan ridículo como los marcianos de ¡Mars attack! O algo así.
Imagen procedente de : http://www.cinemaniablog.com
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