CAMINOS IBEROS

viernes, 11 de septiembre de 2009

De vacaciones



Estoy de vacaciones. Cuando me vaya de viaje, si me voy, por vez primera no arrastraré una pesada bolsa de libros en mi periplo. Estarán todos en el Papyre, si me lo devuelven a tiempo (y no es un reproche, vaya). El cacharro ya ha servido para eso a más personas de mi familia, así que ha compensado con creces su coste. Llevo más de 500 escogidos (contiene lo que voy a leer, lo que me interesa) en solo 200 gramos, una gozada. Por supuesto buena parte son novelas de ciencia ficción, pero para no embotar el paladar también hay otras cosas, algunas ya mencionadas en el blog. Como botón de muestra, en el apartado de novela histórica, me he preparado Roma como lectura temática. Estuve 10 días hace tres años (mi mejor viaje. Es una ciudad que recomiendo muchísimo), y ya he leido algo (Los Comentarios a la guerra de las Galias de Julio César, que se puede leer casi como una novela histórica, Las memorias de Agripina y El alma romana de Pierre Grimal, muy interesantes y amenos; Yo Claudio y su continuación de Robert Graves, las Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenaar y algunas de las novelas un tanto intrascendentes de Manfredi). Como ponen muy bien la serie de novelas de Colleen McCullough, pues he preparado una dosis que además de la serie completa ( 4 novelas) contiene la Historia de la República de Julio César y un documento montado a partir de las entradas “Roma”, “Julio César” y similares de la Wikipedia con ilustraciones y todo y que ha terminado siendo un tocho equivalente a una novela.
Por cierto, aunque aún no me he ido, las entradas no serán tan frecuentes y por supuesto, la serie de lecturas del verano se prolonga, espero que hasta mediados de octubre. De todas formas tengo varias entradas preparadas, pero donde estoy ahora no tengo conexión
Venga
Una buena reseña de la serie, entre las muchas que hay:

jueves, 3 de septiembre de 2009

Los emblemas en su contexto


Me han dicho que no suenan bien las entradas en torno a los emblemas, porque no se sabe su orígen y se pierde perspectiva al haber publicado por partes dejando pasar cierto tiempo entre una y otra, así que he decidido hacer un texto unitario refundido más matizado. Una vez concluido pondré la dirección de descarga para quien lo quiera; de todas formas una vez completado el círculo (la última entrada nos deja de nuevo en el punto inicial) hay que situarlas en el contexto. Se trata de mostrar otras cosas que se pueden hacer al margen del famoso mirador (si exceptuamos la entrada correspondiente al Templo de Debod, ejemplo de una historia de oportunidades perdidas, que hay más). En definitiva son ocurrencias de una persona preocupada por el futuro de la ciudad. No son una alternativa en sentido estricto, puesto que según el criterio de quien las ha expuesto además de ser más o menos igual de viables que el Mirador, en general son más baratas y pueden incluso ser compatibles; el problema es el dinero. Hacer uno o varios miradores está bien; gastarse un montón de dinero en uno (y en especial en una noria) en una época de presupuestos restrictivos, pues no tanto y mucho menos creer que con ello hemos hecho algo que vaya más allá de lo que realmente es. Con o sin noria la gente seguirá visitando Elche en una mañana o como mucho un día, ese es el problema.
Cualquier ciudadano puede y hasta incluso debe tener ocurrencias para mejorar y cambiar la ciudad y su imagen. En algunos casos hasta se fomentan. Sin embargo si alguien debe hacerlo con suma prudencia es quienes tienen el poder político ya que son capaces de dirigir el enorme potencial de la institución que gobiernan hacia su materialización. Ya vimos como la estrategia de cambio del modelo económico local está firmemente asentada en estudios y análisis y de ellos se derivan un conjunto de iniciativas dirigidas a crear un entorno que lo favorezca. Sin un análisis previo, sin estudios, sin el aval de especialistas en economía, urbanismo o las disciplinas que en cada caso toquen creo, con todos los matices posibles porque no soy un experto en la materia, que es sumamente arriesgada la ocurrencia del famoso mirador entre otras cosas porque el modelo de explotación turística del Palmeral a mi criterio no está suficientemente desarrollado, al menos en documentos públicos.

Página del estudio ganador del concurso. Vale la pena visualizar las imágenes y paneles. Lamentablemente está en inglés:

El Colegio oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana mantiene la excelente página dedicada al concurso del Palmeral actualizada.


La ilustración corresponde a un Fotomontaje del estudio de arquitectura citado. A destacar que anticipa los resultados: un montón de turistas en busca de la ansiada perspectiva.

martes, 1 de septiembre de 2009

CIENCIA FICCION LITERARIA


Lo poco que sé de clasificaciones o generos literarios lo aprendí en los libros de texto. Nunca iban mucho más allá de una visión dicotómica, acartonada y superficial, buena para clasificar, mala para aprender realmente que es lo clasificado. Aprendí la distinción básica entre literatura realista y fantástica; entre la que pretende captar y describir la realidad en un simulacro que quiere (vanamente) ser una representación total de la realidad (volveremos otro día sobre ello) y aquella que deliberadamente es una invención que se situa en un contexto totalmente distinto al mundo real (de forma no menos vana que el anterior: todos los mundos están en este). La crítica e incluso los manuales y libros de texto de mi época (hace casi 50 años) hablaban con reverencia de la primera, que se constituía en literatura seria y relegaban al olvido, cuando no a la condición de subliteratura a la fantástica, siendo como son dos caras de un objeto de múltiples facetas. Afortunadamente estaban (y están) las leyendas de tradición oral, la poderosa mitología, los cantares de gesta o los autores inclasificables como Lewis Carroll o Kafka, una rica herencia que ponía en entredicho el simplismo de la clasificación. Después (para mi, pero creo sinceramente que también para muchos) la lectura involuntaria de ejemplos que contestaban la validez del esquema: Verne, que leí completo siendo apenas un adolescente, Los viajes de Gulliver, Frankestein y otras novelas claramente heterodoxas. Encima el despertar se produjo con el acompañamiento de un subgénero (la ciencia ficción) aún más denostado: leí (leímos) Un mundo féliz de Huxley, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, 1984 de Orwell,... Finalmente con Borges me hice partidario de la ficción: valga como ejemplo el ejercicio de contar un duelo como si fuera el resultado de la querencia de dos navajas con pedigrí para resolver cual de ellas es la mejor. Me pareció una genialidad tan real como la narración “académica” del hecho, dejándo a mi limitada mente en condiciones de disfrutar con el “realismo mágico” de Rulfo, Márquez y en general los autores sudamericanos discipulos del ilustre ciego.

La cultura anglosajona, responsable de la mayor parte de obras del género, no ha necesitado el reencuentro con esa “parcela perdida” de la realidad que es la fantasía, porque siempre ha estado presente casi en todos y cada uno de sus autores; han practicado ese tipo peculiar de realismo desde siempre y así les sale, apenas tienen problemas para transitar entre uno y otro lado. La divisoria allí está más por la altura intelectual que por los géneros, mientras que aquí aún somos parcialmente deudores del esquema asociado a la clasificación jerarquica aprendida. Observamos con asombro como autores serios abordan sin demasiados problemas el género fantástico e incluso la ciencia ficción; como llegan a escribir novelas notables en un grupo clasificatorio denostado o como los autores previamente encasillados en ese subgénero menor según nuestro pobre esquema ofrecen en ocasiones obras dignas de equipararse sin más con cualquier clásico de literatura "seria" y viceversa. Ya hemos visto algunos ejemplos de unos y otros en este blog, pero ahora quiero señalar aquellas obras que estando escritas por autores extraños a la ciencia ficción constituyen no obstante un sano ejercicio de lectura precisamente porque ponen en solfa la (mala) educación recibida, siendo así buenos para introducir a los lectores “cultos” y para “culturizar” a aquellos que solo leen novelas de género; precisamente por ello deberían incluso agradar a todo el mundo y por eso los recomiendo. Así pues, bajo el epígrafe “ciencia ficción literaria” (ya se que es desafortunado, redundante e impresentable pero si alguien me propone un nombrajo mejor, lo aceptaré sin problemas) irán apareciendo algunos comentarios de novelas con esas características.



Fotograma de “Metrópolis” / Fritz Lang, tomada de: www.elfindelaeternidad.blogspot.com