Ahora, justo antes de los calores del verano es una gozada pasear por el campo de Elche. En el recuerdo la frase de Sixto Marco (sacada probablemente de la biografía de Patricio Falcó o de alguna de sus entrevistas) ...que no s’entere ningú aludiendo a la vez a su belleza y al peligro cada vez más real de que las intervenciones desde fuera –y también desde dentro– terminen arruinando ese patrimonio. La internacionalización del mercado del suelo ha destrozado modos de vida, parajes y viviendas rurales a lo largo y ancho de nuestra geografía, pero especialmente en las comarcas costeras del corredor mediterráneo y la nuestra no es una excepción; la presión urbanística derivada del crecimiento de la ciudad y la propia demanda interna, a la que no es ajena la tradición cultural propia de “la faeneta” es un factor añadido de importancia.
Como marco general, un conjunto de peculiaridades definen el campo de Elche desde el punto de vista paisajístico: la presencia de notables construcciones dispersas por todo el territorio, la vivienda tradicional a dos aguas y porchada, la suma de huertos y palmeras aisladas entre los cultivos tradicionales, a veces en sabio acompañamiento a los caminos de acceso a las casas, el “encapuruchado” de palmeras, la presencia aleatoria de ejemplares curiosos; la trama de caminos ortogonales herencia de la centuriatio romana; la sorprendente proliferación de Araucarias plantadas en conmemoración del nacimiento de los hijos, los valores específicos del norte del término... Todo eso y más hace que sea aconsejable y hasta necesario un cierto cuidado que debería reflejarse como mínimo en medidas de fomento para conservar y hacer posible el desarrollo de todos los elementos que lo contienen. La reciente noticia de la paralización del proyecto urbanizador de La Marina (lugar en el que confluye el atractivo de la playa, las dunas, la pinada y el hábitat rural tradicional casi en un mismo espacio y que genera por ello una belleza espectacular) debería ser punto de partida para impedir nuevos atentados, algunos ya consolidados como el innecesario desdoblamiento de la carretera de Dolores a mayor gloria de los Alcaldes de los municipios de la Vega Baja del Segura y del PP.
Como elemento significativo del paisaje, a destacar las construcciones singulares del campo de Elche, expuestas algunas en el trabajo La vivienda rural del campo de Elche memoria de la Universidad Politécnica de Alicante, presentado por J. C. Pérez, M. J. Sansano y J. L. Jaén bajo la dirección de J. Ferri, primer premio Guillen de Rohan de la PREMAAT (Previsión Mutua de Aparejadores y Arquitectos Técnicos), entidad que bajo el patrocinio de la UNESCO los convoca desde 1996 para apoyar aquellos trabajos dedicados a la restauración, mantenimiento y reutilización de las construcciones populares con la participación de las Escuelas Técnicas correspondientes.
http://www.guillenderohan.com/Premios.htm
o el artículo homónimo realizado por Jaime Ferri Cortés, Vicente Raúl Pérez Sánchez, Joaquín López Davó, Leoncio Rodríguez Valenzuela, José Antonio García Aznar y Antonio Jiménez Delgado publicado
http://gilbert.aq.upm.es/sedhc/biblioteca_digital/Congresos/CNHC3/CNHC3_093.pdf
Foto de Javier Falcó
Esa frase de Sixto "...que no s’entere ningú", que tampoco recuerdo con exactitud donde la leí, pero sé que la reflejó mi hermano en algún libro o escrito sobre él, emerge en mi memoria cada vez paseo por el Camp d'Elx. Buen artículo.
ResponderEliminarResulta que cada 15 días más o menos voy de Elche a La Marina desde hace un montón de años y me alegré un montón cuando se anunció la paralización del proyecto en La Marina. Desde el mismo sitio disfruto del paisaje (ya sabes, el cielo, el mar, los pinos y el campo)con una suma de cambios pequeños que hacen las diferencias: el sol, las nubes, el color del mar, los barquitos, el tono de la pinada...
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