Nunca me ha gustado dar muchos datos de las obras que comento (lo considero una falta de respeto al futuro lector y una forma de esconder otras carencias) pero por una vez voy a romper –pero poco– la regla: Una enorme ciudad flotante multitribal –y multirracial– más grande que Madrid o Londres se desplaza perezosamente por el océano del mundo de Miéville (El Bas–Lag). En ese marco general habitan geografías y personajes fabulosos que evocan mitos de la literatura y la civilización occidental contados a su manera; quizás por ello es considerado un renovador de la Ciencia Ficción, de hecho casi podríamos decir que el mejor exponente de lo que vendrá en este siglo: las megalópolis como el lugar de todo; la mezcla intencionada de elementos procedentes de la fantasía o el terror e incluso de la novela histórica, en una especie de retorno hacia la narración sin fronteras entre géneros; la ucronía tecnológica (por ejemplo: ¿qué narices pinta un trabuco de pólvora en un mundo de ficción altamente desarrollado...?); la crítica social ... Encima es ciencia ficción europea, en una distinción que no es banal.
Lo leí en 2004 (se editó en 2002 en castellano) precisamente porque ya conocía su obra anterior El callejón de la calle Perdido de la que deriva, pero que no es imprescindible conocer previamente y a la que en mi opinión supera con claridad. También le leí a continuación El Consejo de Hierro y me pareció la más floja de las tres. Espero con impaciencia hacerme con su última obra editada en castellano El Rey Rata que no obstante es la primera que escribió (1998)
... Y efectivamente es así de adictivo.