Se trata de una novela que venía muy apoyada por su evolución: publicada ya hace algunos años en su país por una editorial minoritaria, con éxito de lecturas gracias al “boca a boca” entre lectores y después convertida en un lanzamiento editorial internacional, con premios, críticas laudatorias...
Quien busque una novela clásica no le va a ir bien, máxime si tenemos en cuenta que la autora es profesora de filosofía y se nota. Con ello quiero decir que la narración de acontecimientos, ambientes, situaciones o diálogos quedan reducidos a la mínima expresión para proporcionar espacio a lo que se desea destacar. Se trata de los diarios enlazados de las dos protagonistas de la novela y en los dos se incide más en el mundo interior. Destaca el comentario ácido un poco sobre casi todo y un cierto desdén intelectual sobre las personas ordinarias, aunque sean de buena cuna. Captar plenamente la obra obliga más a la lectura atenta que a leerla de un tirón.
A pesar de algunas limitaciones, que las tiene (por ejemplo la continuidad de estilo en los dos diarios, o la multiplicación de frases que quieren ser brillantes y solo son personales) el libro me gustó en especial porque mucha gente practica al menos en ocasiones lo que la autora destaca: el aislamiento voluntario ante la ordinariez o la tediosa rutina. La gente capaz de distanciarse y ver con ojo crítico lo cotidiano puede llegar a tener problemas si lo expresa, entre otras cosas porque evidencia una superioridad intelectual peligrosa. La parte final, lo mejor con mucho de la novela, me parece conmovedora.
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