Maldita memoria que recuerda cosas que quiero olvidar y olvida otras que quiero recordar
La carretera / Cormac McCarthy
Un conocido de casi noventa años, en medio de una conversación anodina y como quien no quiere la cosa me confesó que en los años 40 y pocos estaba derribando una casa de planta baja, que había sido una carbonería para construir un almacén. En el interior del aljibe encontraron un esqueleto humano. El propietario –que había comprado la casa– y él mismo decidieron de común acuerdo no dar cuenta a las autoridades por miedo a que les complicaran la vida. Las atrocidades de la guerra y de la posguerra, el hecho de que ambos hubieran tenido que soportar tratos vejatorios por los vencedores fue motivo suficiente para el silencio: decidieron rellenar el pozo de hormigón, fabricando la “pasta” a golpe de legón en el suelo. Trabajaron sin descanso durante un día entero. La aparente indiferencia con que inició el relato se fue transformando en un dolor contenido a malas penas, traicionado por su semblante y sus gestos a medida que proporcionaba detalles. Cuando concluyó se había quitado un peso de encima.
Maldigo las historias que actúan como una infección, porque la imagen de ese cuerpo me viene a la cabeza sin pretenderlo; es imposible que no hubiera alguien esperando a esa persona. Tampoco hay paseos inocentes: el moderno bloque de pisos que hay ahora donde primero estuvo la carbonería y después el almacén es bonito, luminoso y brillante, pero cada vez que lo veo se me ensombrece el alma.
Hola, hoy es la Nit de l'Alba.
ResponderEliminarEstoy en la casa del tio Vicen y pronto me ire a la tuya.
Bien¡¡¡¡
El día 15 es el cumple de Alexa y mi santo.
Un besito...
Adios.
Lucero, que sorpresa verte por aquí.
ResponderEliminarPronto nos veremos ¿eh?
Bsotes