Tenía pensado intercalar entre las entradas
de la Antisequía una dedicada a valorar la presencia de la palma daurada como caduceo
en el Misteri y en el Domingo de Ramos, centrándome esta vez en el paralelismo
de las fechas principales del rito; tengo pendiente además contar con detalle el estado de los
restos de la conducción de aguas del Obispo Tormo, pero visto lo que está pasando en la Avenida de la Comunidad Valenciana he decidido cambiar.
El mandato del Partido Popular en Elche se
abrió en este blog publicando un acto de desagravio a Dolores Ibárruri, Pasionaria, porque una de las primeras decisiones de
nuestra ínclita Alcaldesa fue arrancar de cuajo el monolito que homenajeaba su
memoria y arrasar el más que modesto entorno, su pequeño jardín en medio de la
Avenida de la Libertad y ello sin más motivo real y aparente que la inquina de
la alcaldesa y del partido gobernante hacia esa figura, alma de la resistencia
en Madrid –que es tanto como decir en la
Guerra Civil–, símbolo de la lucha antifranquista por las libertades después y
una personalidad de primer orden en la política nacional e internacional del
siglo XX.
Casualidades de la vida, su mandato se cierra (esperemos que
para no volver) con la monumental tropelía del arrasamiento de los jardines
dedicados a honrar la memoria de D. Julio María López Orozco, un hombre de izquierdas (si ser republicano lo es) y en
cualquier caso otro heterodoxo de la política como Pasionaria, en medio de un
monumental disparate dirigido a terminar además con parte de la memoria
histórica de esta ciudad que permanece enterrada en el subsuelo del mercado
central de abastos, por encima de la cordura y los tiempos de crisis que sacuden
la economía nacional e ilicitana. A la negativa sistemática a cambiar un
proyecto faraónico por otro más modesto pasando por encima de la evidencia más
palmaria como son los restos ya encontrados en la Plaça i Dalt y los que previsiblemente saldrán, se añade la
destrucción total del Jardín de D. Julio María López Orozco para edificar por la vía de urgencia un
mercado provisional en un alarde de generosidad desmedida hacia los promotores
con cargo al patrimonio de todos los ilicitanos, de un bien de dominio público
como es el subsuelo de la Plaça y del propio Mercado Central, un regalo
envenenado para los ilicitanos a tan solo dos meses de las elecciones locales pues
lo que probablemente pretende es obligar a la futura Corporación a pagar un
montante importante de dinero (de todos) en indemnizaciones a la adjudicataria
si pretendiera paralizarlo, de ahí las prisas en empezar. En esas condiciones,
que se mantenga el monumento habiendo laminado el jardín y en medio del mercado
provisional es un sarcasmo cruel que se añade al ninguneo a la personalidad
política de D. Julio además de a los ciudadanos.
La cátedra
Pedro Ibarra de la UMH contiene abundante información acerca de su vida. Recomiendo
a quien desee prolongar el desagravio una visita tranquila por sus contenidos;
una buena síntesis la podemos encontrar en el artículo siguiente de Miguel Ors Montenegro,
infatigable investigador de esos temas y director de la cátedra.
Los procesos contra el
médico Julio María López Orozco
(1939-1946)
El
caso del médico ilicitano Julio María López Orozco (1885-1970) ([1]), republicano, masón,
diputado en las Cortes Constituyentes de 1931 y uno de los hombres más
apreciados en su ciudad como médico de los pobres (hoy se le recuerda por no
cobrar a quien no podía pagarle y por dejar el dinero de las medicinas en la
almohada del enfermo sin recursos económicos), es significativo porque vivió en
primera persona el conjunto de la represión franquista: juzgado y condenado en septiembre de 1939 por
el Tribunal de Responsabilidades Políticas a una pena de 50.000 pesetas y ocho años
de destierro (en marzo de 1941 se le perdonó el destierro pero no la multa, que
se fijó en 35.000 pesetas, pagaderas en cinco plazos anuales de 7.000
pesetas); juzgado y absuelto por un tribunal militar en 1940, gracias a un
buen número de hombres y mujeres que testificaron a su favor, después de haber
estado encarcelado en Elche y Alicante entre el 28 de octubre de 1939 y el 13 de noviembre de 1940; condenado en 1942
por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo a 25 años de
reclusión mayor (pena reducida a 12 años y un día por resolución del Consejo de
Ministros), recluido en Alicante, Madrid y Burgos entre el 24 de octubre de 1941 y el 7 de
enero de 1945. Finalmente, pasó también por un proceso de depuración por el que
el 28 de septiembre de 1945 se le autorizaba a ejercer como médico sin poder
salir de su domicilio y, por fin, el 13 de junio de 1946, pudo trabajar, pero
exclusivamente dentro del término municipal de su ciudad natal. Su entierro en
1970 fue el único homenaje que muchos ilicitanos pudieron brindarle. En la
actualidad, un colegio público, un monumento y unos jardines conservan su
memoria.
Julio
María López Orozco nació en Elche el 30 de enero de 1885, hijo del abogado
liberal y masón, el ilicitano Julio María López Martínez ([2]) y de la maestra, natural
de Jerez de los Caballeros (Badajoz),
Herminia Orozco Chacón. En junio de 1908 terminó sus estudios de
Medicina en la Universidad de Valencia y ejerció en el pueblo valenciano de
Orxeta. En 1909 se casó con la valenciana Esperanza Álvarez Llimós con la que
tuvo dos hijas, Herminia (1910) y Pilar (1913), ambas nacidas en Orxeta. En
1913 volvió a su ciudad natal y el 12 de octubre de ese mismo año, el semanario
socialista Trabajo publicó el
siguiente anuncio:
“Clínica Médico Quirúrgica de D. Julio María
López Orozco.
Canalejas (Corredera) num. 1.
Consulta de Medicina y
Cirujia (sic) general.
Horas de 10 a 12 de la
mañana.
Gratis para los pobres los
miércoles.
Visita a domicilio. Se
admiten igualas”.
En enero de 1914 se dio de
alta en el colegio de médicos de Alicante y en julio fue nombrado médico
municipal y titular de uno de los cuatro distritos en los que se dividía la
ciudad. En los meses siguientes su mujer
murió como consecuencia del tercer parto, por lo que quedó viudo a los 30 años.
Aunque escribió algunos
artículos en la prensa ilicitana ([3]), su primera actividad
política conocida fue formar parte del comité de la Liga Antigermanófila,
creada en Elche en abril de 1917. Tres años más tarde, en mayo de 1920, ingresó
en la masonería, en la logia Constante Alona nº 8 de Alicante y cuatro años
después, fue el venerable maestro de la logia Illice Constante nº 7 de Elche.
Su prestigio personal probablemente facilitaría la reimplantación de la
masonería en su ciudad, de la que su padre también había formado parte en las
últimas décadas del ochocientos. Según
el primer “cuadro lógico” conservado en
el Archivo Histórico de la Guerra Civil de Salamanca, fechado el 30 de
diciembre de 1926, la logia Illice Constante contó con 12 miembros,
republicanos y socialistas en su inmensa mayoría y un anarquista. Al año
siguiente eran 18 y 22 el año 1928. Oficialmente, la logia “abatió columnas”
por falta de medios económicos el 22 de enero de 1935. Su dedicación a la
masonería en los años de la Dictadura de Primo de Rivera debió ser intensa como
prueba su presencia como delegado de la Logia Regional de Levante en las
asambleas nacionales, sexta y séptima, celebradas en Madrid y Gijón (mayo de
1927 y junio de 1928). Con el nombre simbólico de Dieulafoy, alcanzó en la
masonería el grado 30, caballero Cadoch.
En marzo de 1928 fue nombrado
presidente de la Alianza Republicana de Elche y se convertía así en el líder
indiscutible del republicanismo ilicitano. En diciembre de 1930 fue encarcelado
con motivo de las repercusiones en toda España de la sublevación militar de
Jaca, junto a otros once republicanos y socialistas ilicitanos. El 26 de marzo
de 1931 fueron liberados y recibidos en Elche como auténticos héroes ([4]). En las elecciones
municipales del 12 de abril de 1931 y dentro de la coalición
republicana-socialista, era el candidato natural para ocupar la alcaldía en el
marco del nuevo régimen político, hasta el punto de que los socialistas
ilicitanos llegaron a ofrecerle la alcaldía. Incomprensiblemente no fue así, lo
que permitió que fuera candidato al Congreso en las elecciones constituyentes
de 1931 por las que fue elegido diputado por la provincia de Alicante en junio
de 1931. Un mes antes, el 12 de mayo de 1931, según la declaración de la abadesa
del convento ilicitano de las religiosas Clarisas,
“(…) las turbas asaltaron
nuestra casa y en aquel momento de peligro se presentó D. Julio Mª López
Orozco, que consiguió contenerlas e impedir el incendio; y bajo su dirección y
en varios autos fuimos trasladadas todas las Religiosas y llevadas a casa de D.
Antonio Hernández (q.e.p.d.) y de allí, siempre bajo su dirección nos
distribuyeron y llevaron a sitios de seguridad” ([5]).
Además de su trabajo como
diputado en las Cortes constituyentes de 1931, en 1932 fue nombrado vocal de la
Confederación Hidrográfica del Segura y en febrero de 1933 fue elegido
presidente de la Junta Municipal del Partido Republicano Radical Socialista. No
conocemos su trayectoria como parlamentario, finalizada el 9 de octubre de
1933, pero sí merece la pena recordar que los años 1931-1933 fueron, en el caso
de la ciudad de Elche, años enormemente fecundos desde un punto de vista
educativo –colegios e Instituto de Enseñanza Media inaugurado en 1932 y
clausurado en 1939-, cultural –la declaración del Misterio de Elche como
Monumento Nacional en 1931 y la primera ley de Protección del Palmeral de 1933
o sanitario –la creación de la Casa de Socorro-. En todos estos aspectos, la
intensa labor del único diputado ilicitano en las Cortes constituyentes nos
parece indudable.
En 1933 se estableció como
médico en Madrid y solicitó su baja en el Colegio Oficial de Médicos de
Alicante. En mayo de ese mismo año solventó
también un contencioso que las monjas Carmelitas tenían planteado con el
Ministerio de Justicia, tal y como la superiora del colegio haría constar en su
declaración favorable, firmada el 6 de octubre de 1939 ([6]). En los años previos a la
Guerra Civil sabemos que pasó de militar en el Partido Republicano Radical
Socialista a hacerlo en Unión Republicana, pero sin el liderazgo que había
tenido durante el primer bienio republicano. En 1936 volvió a fijar su
residencia en su ciudad natal.
El 20 de febrero de 1936
fueron incendiadas en Elche las cuatro iglesias más importantes –Santa María,
San Juan, El Salvador y el convento de las Clarisas- así como asaltadas las
sedes de los partidos derechistas. En ese mismo mes, en el propio domicilio de
don Julio, puesto que tanto sus hermanas como sus dos hijas eran fervientes
católicas, se reunió de forma secreta una comisión con la intención de poder
restablecer el culto católico. Incluso un sacerdote depositó en su casa
diversos objetos de culto. Iniciada la contienda, don Julio permaneció en Elche
y su actividad más destacada fue presentarse como testigo de descargo en el
juicio ante el Tribunal Popular de Alicante del también médico Joaquín Santo,
lo que le fue reprochado en el semanario comunista Elche Rojo ([7]). Asimismo, el domicilio
particular del ex diputado fue lugar de refugio para el sacerdote José Ruiz
Tarí, quien en la posguerra declararía que allí se celebraron misas, tal y como
corroboraría también Asunción Manchón Navarro, igualmente escondida en el
domicilio de don Julio, declarando que “acudían gran número de personas que
oían la Santa Misa y recibían los Sacramentos de Confesión y Comunión” ([8]). Otro incidente ocurrido
durante la guerra fue la detención de su yerno, el también médico Joaquín
Lucerga, el 6 de abril de 1938 y durante siete meses, por haber entregado 1.000
pesetas a un supuesto agente de Socorro Blanco, que acabó denunciando a todos
los que le habían dado dinero, por lo que fue internado durante siete meses en
el barco prisión Rita Sister de Valencia. Y no hubo más durante la guerra. La
posguerra significaría para don Julio pasar hasta por cuatro procesos
represivos.
Primer proceso: la Ley de Responsabilidades
Políticas (1939)
Don
Julio siguió en su casa una vez terminada la guerra y la primera citación la
recibió el 28 de septiembre de 1939 ([9]), cuando se le comunicó
que debía presentarse ante el Juzgado Provincial de Responsabilidades Políticas
([10]). El juez provincial,
Manuel Mingot Tallo informó de la “enorme responsabilidad moral y política del
inculpado· y del “daño terrible causado a la Patria”, por ese sector
“Masónico-burgués-Liberaloide y comunistoide al mismo tiempo”, con lo que,
siguiendo el espíritu de los cruzados combinaba, sin ningún rubor, dos
realidades tan incompatibles como la masonería y el comunismo. Resaltó también
que la protección a los católicos fue por la influencia de sus familiares
directos y no por su propia iniciativa. A pesar de contar con un buen abogado,
el letrado valenciano Joaquín Rosell Burguete, el médico ilicitano fue
condenado a la pena de ocho años de
destierro y multa de 50.000 pesetas. El 8 de octubre de 1939 presentó una
declaración jurada de bienes por un valor total de 93.250 pesetas (cinco
viviendas urbanas, una propiedad rural y mobiliario). El 18 de diciembre de ese
año le fueron embargados todos sus bienes inmuebles y el 24 de octubre de 1941,
admitido su recurso de alzada por el que la multa quedó fijada en 35.000
pesetas y anulado el destierro, firmó ante notario la hipoteca de su domicilio
habitual en la plaza del Generalísimo, como garantía del pago de la multa,
costas y gastos por valor de 40.000 pesetas.
Segundo proceso: juzgado y absuelto por un
tribunal militar (1940)
El
26 de octubre de 1939, tres falangistas ilicitanos –dos de ellos de 24 años de
edad-, lo denunciaron en los siguientes términos:
“(F.C.S., I.C.M y M.D.V…en aras de la Justicia, exponen que: JULIO MARÍA LÓPEZ
OROZCO de 56 años de edad, viudo, profesión medicina (sic), domiciliado en la
calle Canalejas, este individuo es completamente desafecto al Glorioso
Movimiento Nacional-Sindicalista. Fue fundador y Presidente de la llamada
Alianza Republicana en las elecciones de Abril del año 1931. Presidente del
Partido Radical-Socialista, Alcalde de Elche en el año 1931 hasta que le vino
el acta a Diputado a Cortes, en representación del Partido Radical-Socialista.
Fue Vice-presidente del Consejo Nacional de Unión Republicana. Formaba parte de
la Comisión Hidrográfica del Segura. Días antes del advenimiento de la nefasta
República, encabezó la manifestación juntamente con Manuel Rodríguez Martínez,
dicha manifestación fue disuelta por la Fuerza Pública por no tener la
necesaria autorización del Poder Constituido. A raíz de este incidente fue
encarcelado. En el año 1931 encabezó la candidatura extremista, siendo elejido
(sic) concejal por Elche. Este citado JULIO MARÍA LÓPEZ OROZCO tomó parte como
orador en diferentes mítines en locales y en plena calle. Este individuo con su
propaganda izquierdista es el que ha inducido al Pueblo poco a poco a que
cometiese los desmanes de toda índole que se han efectuado en Elche, en ocasión
de venir por esta provincia el ministro de la República “Albornoz” (sic) el
citado Julio María López Orozco dio alberge (sic) oficial al citado ministro
rojo. Según documento que acompañamos el ya citado JULIO MARÍA LÓPEZ OROZCO
pertenece a la Logia masónica Illice Constante n. 7, en la que ocupa el cargo
de VENERABLE MAESTRE (sic). Durante el Glorioso Alzamiento Nacional fue
Director de los Hospitales de Sangre que tenia montado el Socorro Rojo
Internacional en Elche y él fue quien organizó su funcionamiento, fue vocal del
Comité de Defensa Pasiva contra Aeronaves, siendo muy activo y encargándose de
la comisión sanitaria de dicho comité. Y para que conste firmamos y rubricamos
en la Ciudad de Elche a veintiséis de octubre de mil novecientos treinta y
nueve. Año de la Victoria”.
A partir de esta denuncia, con falsedades como la alcaldía que le adjudicaron y
de los informes del Servicio de Información e Investigación de F.E.T. y de las
J.O.N.S de Elche (conceptuación religiosa: “masón”; conceptuación de su vida
pública: “buena”; conceptuación de su vida privada: “mala”) y de la policía
gubernativa (“escasez de oratoria” (?) y que “defendió a sus compañeros de
profesión durante la guerra”), un buen número de personas declararon a su favor
([11]) y consiguieron entre
todos la absolución del procesado.
El tribunal militar que le juzgó en Alicante el 13 de noviembre de 1940 recogió
los testimonios favorables hasta el punto que juzgó la actuación del médico
ilicitano como “una conducta inmejorable” y no consideró delito alguno, por lo
que resolvió “absolver libremente al procesado”, pero remitiendo su caso a los
tribunales de Responsabilidades Políticas y de Represión de la Masonería y el
Comunista. La magnanimidad en este caso, porque no fue desde luego habitual que
un diputado republicano pudiera ser absuelto, se explica porque el tribunal
militar sabía perfectamente que la Ley de Represión de la Masonería y el
Comunismo le condenaría sin ningún género de dudas. No era necesario, pues,
duplicar una condena de cárcel.
Tercer proceso: juzgado y condenado por el
Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo (1942)
El
28 de mayo de 1940, don Julio presentó una declaración de retractación como
masón ante el Gobierno Civil de Alicante. Como era preceptivo por la ley,
denunció nada menos que a 21 masones ilicitanos, una nota tan infamante como
gratuita puesto que se trataba de ofrecer los nombres de masones que ya estaban
todos y cada uno de ellos a disposición de las autoridades franquistas, en la
medida en que habían requisado la documentación interna de las logias. Además
de la denuncia inevitable de antiguos compañeros, el médico ilicitano añadió en
esa misma fecha la siguiente reflexión:
“Mi opinión sobre las
actividades de la Masonería –respetando la de quienes en la actualidad le dan
tanta importancia- es, que se trata de una ñoñez, o que caso contrario hemos
estado en Babia la inmensa mayoría de los masones”.
Su
defensa se basaba en que a partir de 1933, lo que no pudo demostrar
documentalmente, se convirtió en un masón “durmiente”. Como en tantos otros
casos y de ahí su apelación a la “noñez”, utilizó la masonería como instrumento
político para luchar por la República y reemplazar la monarquía de Alfonso
XIII, incapaz de avanzar por la democratización y modernización de España. Una
vez implantada la República, la masonería dejó de suscitar interés para
quienes, como en el caso de nuestro biografiado, le movía el cambio político y
no otra cosa. El Tribunal que le juzgó en Madrid, el 6 de julio de 1942,
presidido por el general Andrés Saliquet Zumeta ([12]) le condenó a 25 años de
reclusión mayor y accesorias de “interdicción civil y de inhabilitación
absoluta perpetua para el ejercicio de cualquier cargo del Estado,
Corporaciones Públicas y Oficiales, Entidades subvencionadas, Empresas
concesionarias, Gerencias y Consejos de Administración de Empresas privadas,
así como cargos de confianza, mando y dirección de los mismos, quedando
separado definitivamente de los aludidos cargos”. El tribunal justificó la
sentencia por el grado 30 alcanzado en la masonería y por haber participado en
asambleas nacionales. También se le adjudicó, falsamente, su pertenencia al
Partido Socialista Obrero Español, cuando había militado exclusivamente en el
Partido Republicano Radical Socialista y, posteriormente, en Unión Republicana.
Así
pues, don Julio ingresó por segunda vez en la prisión de Alicante el 24 de
octubre de 1941. El 15 de diciembre del mismo año pasó a la cárcel de Porlier
en Madrid y el 11 de enero de 1943 fue conducido a la prisión de Burgos, de la
que saldría en libertad el 7 de enero de 1945. En estos años, la defensa del
médico ilicitano quedó en manos de su segunda mujer, Asunción Manchón Navarro,
quien asumió los pagos anuales de 7.000 pesetas, el pago del abogado y cuantas
gestiones fueron necesarias para poner en libertad a su marido. El 31 de
diciembre de 1942 presentó en el registro general de la Presidencia del
Gobierno ocho avales de otros tantos ilicitanos bien considerados por la
Dictadura y consiguió que el Consejo de Ministros redujera la condena a 12 años
y un día. Intentó también que el embargo de los bienes inmuebles de su esposo
quedara limitado a la casa hipotecada pero no al resto. Y siguió intentándolo
todo. En la documentación conservada por la familia leemos una carta escrita
por el capellán de la Casa Militar de S. E. el Jefe del Estado y Generalísimo
de los Ejércitos el 21 de diciembre de 1944, en la que agradece a Asunción
Manchón “la caja de cigarros”, le desea
unas felices pascuas a pesar del “poco éxito de nuestras gestiones”. No
sabemos si los puros sirvieron o no, pero pocos días después don Julio salió en
libertad condicional. También el presidente del Tribunal Nacional de
Responsabilidades Políticas, Wenceslao González de Oliveros, contestó a don
Julio agradeciéndole un “cestito de granadas” [13]
Cuarto proceso: su depuración como médico
(1945-1946)
Recobrada
la libertad y sujeto a prisión domiciliaria, el matrimonio se sometió a una
última prueba: volver a ejercer la medicina. El 12 de septiembre de 1945, su
mujer y no él, ella había estado en la cárcel durante la guerra, solicitó que
pudiera ejercer su profesión por “su estado de salud y dado que su situación
económica se agrava notablemente por los cuantiosos gastos que esta situación
le ha acarreado”. El 28 de septiembre de 1945 recibió la comunicación de la
policía gubernativa por la que se le autorizaba a ejercer la medicina pero sin
salir de su domicilio. En diciembre de 1945 solicitó su reingreso en el Colegio
de Médicos de Alicante y el 19 de enero de 1946 recibía la contestación:
“Inabilitación (sic) para ocupar cargos directivos o de confianza en la
organización y en corporaciones de índole médica o Sanitaria”, con 15 días para
recurrir el fallo. El 21 de enero solicitó que la prisión atenuada en su
domicilio se convirtiera en libertad condicional para poder ejercer como médico
en la ciudad y en el campo de Elche. El 27 de marzo de 1946 de nuevo Asunción
Manchón solicitó a Franco el indulto de su marido, con 61 años y una úlcera de
duodeno. Y, por fin, el 13 de junio de 1946 el capitán de la Guardia Civil en
Elche le comunicó que podía ejercer la medicina, eso sí, sin salir del término
municipal.
Hubo,
además, algún castigo añadido como el ser rechazado como socio del Casino ([14]) y, sobre todo, un exilio
interior que le convirtió poco menos que en un excelente profesional pero
absolutamente invisible en la ciudad. Como contó uno de sus colegas, el médico
ilicitano Jaime Latour Brotons ([15]), en una ocasión, el
también médico Manuel Pascual Urbán, presidente de la Cofradía del Nazareno,
ligada tradicionalmente a profesionales de la sanidad, le mandó a don Julio un
recibo para que se convirtiera en penitente. Don Julio contestó con los
siguientes versos:
“Este
Urbán es un guasón
me llama
penitente y sabe
porque
lo dice la gente
que yo
soy un masón”.
Su
muerte, a los 85 años, el 7 de abril de 1970, se convirtió en un acto
multitudinario, como homenaje a uno de los ilicitanos más apreciados de su
tiempo pero también en un acto de indudable carga política, con la ausencia
clamorosa de la Corporación municipal franquista. El periódico Información de Alicante ([16]), de la cadena del
Movimiento, se hizo eco de la “imponente manifestación de duelo” pero no aludió
para nada a la biografía políticamente incorrecta de Julio María López Orozco.
La implantación de los ayuntamientos democráticos significó también la
recuperación de su memoria con un jardín, un colegio público y un monumento en
su ciudad natal. Cuarenta y dos años después de su muerte, hora es de situarle
en el lugar que le corresponde: sin duda, uno de los ilicitanos más relevantes
del siglo XX.
Miguel Ors Montenegro
Director de la Cátedra Pedro Ibarra
Universidad Miguel Hernández de Elche.
La alcaldesa del Picudo, la que arrancó sin
aparente motivo ni razón el Monolito a Dolores Ibárruri, la que dilapidó el patrimonio
del Ayuntamiento por la vía de
privatizar suelo público y más cosas, no se merece seguir gobernando en nombre
de todos los ilicitanos porque lo ha hecho a favor de unos y en contra de
otros, introduciendo un revanchismo que parecía olvidado a estas alturas. Y eso
es lo que traducen las imágenes de destrucción insensata del Jardín de la Avda.
de Les Corts Valencianes y en especial del Jardín de D. José María López
Orozco.
Nunca más.
Fotografías de Esto es Elche y de José Joaquin Belda González, en Facebook
[1] Hemos
reconstruido su biografía con el expediente conservado
en el Archivo Histórico de la Defensa de Madrid, su expediente masónico en la
sección de masonería del Archivo Histórico Nacional de Salamanca y,
especialmente, la documentación personal conservada por su familia, sin la que
esta investigación no hubiera podido realizarse. Muy especialmente, la carpeta de documentos personales de Julio María López
Orozco, conservada por D. Valentín Aliaga Cantó, al que agradecemos que nos
haya permitido su consulta. Los datos procedentes del Colegio de Médicos de
Alicante los debemos a la amabilidad del doctor D. Jesús Rueda Cuenca.
[2] Julio María López Martínez (1853-1891) casó con Antonia Orozco Chacón
que murió en 1881 a los 23 años y en segundas nupcias, siguiendo una
costumbre muy corriente, con la hermana
de Antonia, Herminia. Con esta segunda esposa, el matrimonio tuvo tres hijos:
Julio (1885), Josefa (1886) y Herminia (1889). Las dos hermanas de don Julio
fueron monjas carmelitas.
[3] Colaboró
en algunos semanarios ilicitanos como Ande
el Movimiento, “periódico serio sin licencia eclesiástica” (1908-1911), el semanario
literario Nueva Illice (1913-1927),
el semanario republicano primero y republicano radical socialista después, Elche (1927-1933), el órgano de la
sociedad artística Popular Coro Clavé, El
Popular (1930-1931) y en el semanario de Unión Republicana, Adelante (1936-1938).
[4] Se conserva un documental cinematográfico del recibimiento de los presos
en Elche, realizado por Antonio Segarra Rodríguez.
[6] Sor Josefa
de Jesús y Sor Silveria de los Ángeles, hermanas Carmelitas del colegio de
Nuestra Señora del Carmen de Elche declararon (6-X-1939) que Julio María López
Orozco, en mayo de 1933 “alcanzó, del Ministerio de Justicia, un documento que
era muy preciso a las Hermanas, pues de el dependía la recuperación de intereses
que una persona piadosa había confiado a la Comunidad”.
[7] Elche Rojo, nº 3, 1 de mayo de 1937. El semanario
se refirió a “personalidades republicanas” que
declaran a favor de derechistas, en clara alusión a Julio María López Orozco.
Igualmente, en el juicio contra la que sería la segunda mujer de don Julio,
Asunción Manchón, que pasaría un año de guerra encarcelada, salió a relucir la
figura del médico por parte del dirigente comunista ilicitano José Ruiz
Quirant: “del republicanismo de D. Julio M. López Orozco hay mucho que hablar
ya que viene como testigo a defender a los fascistas”, según la declaración de
Asunción Manchón de 5 de octubre de 1939.
[9] Previamente,
el 3 de agosto de 1939 le fue incautado todo el
material de su clínica particular, por orden de la Delegación Local de Sanidad.
[11] Archivo
Histórico de la Defensa de Madrid, Tribunal Militar de Alicante, sumarísimo
5.893. Testificaron a su favor, Carlos Serrano Aguilar, Manuel Leguey Bravo,
Carlos Lozano Águeda, Joaquín Santo García –médico y ex alcalde de Elche en
1935-, Mariano Carlos Alix, Balbino Barceló Galiana –jefe de Telégrafos en
Elche-, Sebastián Rivera –notario-, José Luis Bas Mingot, Asunción Manchón
Navarro, Asunción Montenegro Santos, Jerónimo Valero, Ramón García Marco, José
Ruiz Tarí –sacerdote- Andrés Botella Bru -médico-, Santiago Canales
Mira-Perceval –alcalde de Elche en el momento en que se redactó el informe-,
Diego Ferrández Ripoll –ex alcalde de Elche en la Dictadura de Primo de Rivera
en dos ocasiones, 1924 y 1929-, José Rodríguez Irles –sacerdote-, Manuel
Pascual Urbán –médico-, Antonio García Marco, Rafael Espuche Martínez –médico-
y Jerónimo Valero Lafuente.
[12]
Como vocales actuaron los letrados Wenceslao
González Oliveros y José Pradera Ortega, el general Francisco de Borbón y de la
Torre y el consejero nacional de FETJONS Marcelino Nolibarri Aguilar.
[14]
Testimonio de su yerno, el médico Joaquín Lucerga Sánchez
al autor, Elche, 30 de octubre de 1984.
Leña! Bueno, para animar un poco el debate y sin ánimo de confrontación, voy a aportar mi humilde y aburrida opinión, aunque no sirva para mucho. Comparto que no era necesario quitar el monumento a “La Pasionaria”, y me pareció una falta de respeto, que mostró un pensamiento sectario. Incluso mayor torpeza pretender que iba a perdurar el nuevo colocado en su lugar, pues se estaba provocando un acto vandálico en forma de respuesta a su escaso talante democrático, y así fue. También de acuerdo contigo en que me parece difícil de creer que los técnicos municipales no hayan sido capaces de proponer algún lugar alternativo para colocar este Mercado provisional, y no acometer tamaño destrozo en un céntrico jardín consolidado. Respecto al proyecto del nuevo Mercado Central, no voy a entrar a opinar porque me parece un asunto muy complicado y me parece ver argumentos razonables en ambas partes; pero sí que estoy deseando que se peatonalice con ello la calle Corredora como en las modernas ciudades europeas se hace con el casco histórico. Respecto al coste económico, el Mercado provisional lo paga la empresa adjudicataria del nuevo Mercado, o al menos eso se nos dijo a los ciudadanos. En relación al picudo, otro asunto muy controvertido, en el que quizás haya podido hacer más la Alcaldesa, su concejal del área o la Consellería; al igual que los socialistas en su día hicieron bien poco. Quizás habría que exigir también que colaboren más los viveristas sin escrúpulos que importaban incumpliendo controles fitosanitarios, en la época del boom urbanístico. Por último, ojalá me equivoque y no aproveche la Alcaldesa para demoler el monumento del admirable ilicitano, Julio María López Orozco, a pleno día.
ResponderEliminarEsta tarde (30 de Marzo), se está trasladando el monumento de Julio María López Orozco, para poder instalar el mercado provisional.
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