Los
seguidores del blog saben que casi todas las semanas ando enredado por el Norte
del término. Después de tantas carriladas y petroglifos decidí hacer un alto en
el camino y encaminar mis pasos a Ferriol (de nuevo) para terminar en El
Castellar de Morera, un montón de años sin subir.
Decidí desestimar la ruta
habitual desde el Pantano para hacerlo justo por donde casi nadie lo hace: por
las paredes verticales que miran al Este, allí donde la erosión eólica ha
tallado pináculos y profundas oquedades en un paisaje más que peculiar.
Al
final no resultó tan complicado y tiene varios premios añadidos: se puede ver
la cantera del Castellar, sin salida aparente hacia el valle por lo que puede
que se haya mantenido intocada desde hace un montón de tiempo (tengo que volver
a confirmar el detalle), una magnífica visión de lo que llamamos la cola del
Pantano cubierta de carrizo, algunas curiosidades botánicas como un hermoso
rodal de oloroso espliego y otros arbustos peculiares que otro día diré y por
fin, como premio final, se sale a una de las partes recién excavadas, con
dependencias y restos de las murallas del recinto en un punto en el que
alcanzan más de metro y medio de espesor y una muestra del excelente trabajo de
consolidación y protección de los restos y las dependencias excavadas; desde
aquí mis felicitaciones al equipo.
La cola del Pantano; en primer término restos de muralla |
Consolidación y protección de la excavación |
La vara, al final, mide 1'20 m. |
Paseando
por allí se llega fácilmente al “primer asentamiento” de Mariano Ros, una serie
de bajorrelieves en mitad del Castellar con motivos que después repetirá en el
actual (justo encima de la cantera de Santa María, arriba del Racó de Morera).
Reloj de sol con el gnomón partido. |
A la vista de lo que allí hay se entiende que con toda amabilidad le invitaran
a no seguir: movió piedras para construir su “cau”, realizó los bajorrelieves
en la roca, introdujo cemento y fabricó mortero, alguien acumuló útiles diversos
que después se han quedado allí, etc. Ese rodal concreto ha dejado así de ser
testimonio de épocas pasadas, aunque en última instancia las Administraciones
Públicas deberían haber sido más cuidadosas en su control y haber atajado a
tiempo la intervención en uno de los yacimientos más importantes de la comarca,
estrechamente vinculado según las últimas propuestas con la refundación de de
la ciudad musulmana en su actual emplazamiento.
Restos cerámicos |
Del
paseo extraje unas cuantas observaciones de interés: me sigue asombrando la
sobreabundancia de restos cerámicos esparcidos un poco por todos los lados. También
algunos hoyos en la piedra, probables soportes para pilotes de madera, uno de
ellos con restos cerámicos en su interior que algún “voluntario” ha decidido
poner allí[1]; del mismo
tamaño una pequeña cubeta con un canalillo (o sea un inevitable petroglifo,
seguro que hay más) pero lo mejor de todo es que me fui con la sensación de que
tengo que volver.
Hoyo en la piedra probablemente para meter un poste de madera, con fragmentos de cerámica |
Petroglifo en el Castellar |
Selección de material digital de interés:
Le Castellar de Morera d'Elche est il la Madînad'al-Askar des textes arabes? / Pierre Guichard
[1] La visita a yacimientos
arqueológicos no controlados se debe hacer dejando intocado cualquier elemento
en especial los restos cerámicos. Cuanto más completos se recuperan los
cacharros más información histórica se puede extraer de ellos, así que no
hay que mover las piezas; debería ser suficiente con fotografiarlas y dejarlas
“in situ”.
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